Nunca resultó tan difícil para los padres la convivencia con los hijos como ahora, ya que, aunque en estos tiempos existe una mayor propensión al diálogo, lo cierto es que las nuevas tecnologías han hecho que de nuevo se retroceda en este ámbito y se vuelva a hablar menos en casa. Esto puede provocar que la comunicación, de darse, sea mucho más agresiva, lo cual nunca facilitará la convivencia, sino al contrario.
Por qué es necesario dialogar y hablar tranquilamente
El diálogo es fundamental para entender las necesidades, preocupaciones y puntos de vista de cada miembro de la familia. Sin comunicación es difícil comprenderse mutuamente, lo que puede llevar a malentendidos y conflictos, y cuando no se dialoga, dichos problemas y conflictos pueden acumularse sin ser solucionados después, generando tensiones constantes en el hogar y afectando a la armonía familiar.
Todo esto dificultará la comprensión mutua, la resolución de problemas, la cohesión familiar, el apoyo emocional o la construcción en el hogar de relaciones sólidas, por lo que los adultos no debemos olvidarnos nunca de lo importante que es fomentar una comunicación abierta y honesta en casa para mantener un ambiente lo más saludable y rico posible. Pero, ¿cómo podemos hacerlo?
Estrategias para favorecer el diálogo con tus hijos
Son muchas las estrategias que se pueden tener en casa para procurar que el diálogo con los hijos se mantenga y la convivencia siempre sea sana y adecuada, pero señalaremos aquí algunas de las más sencillas y recomendables:
- Pasar momentos juntos. Busca momentos específicos durante el día o la semana para conversar en familia, ya que esto puede ayudar a crear un ambiente propicio para el diálogo. Haced siempre que se pueda las comidas juntos, o reserva un tiempo antes de dormir para hablar sobre el día de cada uno.
- Trabaja siempre la asertividad. Practicar la comunicación asertiva es fundamental, y los padres pueden propiciarlo expresando sus propios pensamientos y sentimientos de manera clara y respetuosa siempre, lo que enseñará a los hijos también a comunicarse de manera efectiva y constructiva.
- Muestra siempre el mayor interés. Los padres deben mostrar interés por lo que sus hijos tengan que decir o hacer, lo que significa escuchar atentamente, hacer preguntas abiertas para fomentar la conversación y mostrar empatía hacia sus preocupaciones y experiencias.
- Crea siempre ambientes cómodos y seguros. Es importante que los hijos se sientan seguros al expresar sus pensamientos y emociones en casa, y por eso los padres deben evitar juzgar o criticar las opiniones de sus hijos y crear espacios saludables libres de “malos humos”, donde cada miembro de la familia pueda sentirse “él mismo”.
Otros factores que empobrecen la convivencia familiar
Pero existen, además de la comunicación emocionalmente incorrecta en el diálogo, otros muchos factores que pueden impedir unas relaciones armónicas en la convivencia entre padres e hijos y que debemos tener en cuenta:
- Los papeles no están bien definidos. Los padres son padres y no amigos o hermanos de sus hijos. “Somos como hermanas”, por ejemplo, es un habitual intento de idealizar la relación madre-hija, y que a la larga puede resultar negativo. Debemos, por tanto, mantener nuestro lugar jerárquico en casa para que no se resienta el respeto y el lugar de cada uno.
- Se tiende a veces a la manipulación. Los hijos, en ocasiones son manipulados para resolver los conflictos de los padres o para formar alianzas con alguno de ellos. Los niños quieren a ambos progenitores y dependen emocionalmente de ellos para completar su proceso de identificación, por lo que debemos tener mucho cuidado con esto.
- En ocasiones falta el apoyo emocional. A veces los padres no expresan suficiente afectividad entre ellos ni con sus hijos, lo que puede terminar afectando la convivencia. No olvidemos que ser cariñosos y empáticos será clave en las conductas de los hijos presentes y futuras.
- Creamos expectativas falsas y equivocadas. Los progenitores pueden, por ejemplo, presionar a sus hijos con escasas aptitudes académicas para que ingresen en la universidad (o cursen una determinada carrera) en contra de su voluntad, o proyectar sobre ellos sus frustradas ambiciones sociales. Muchos de los problemas entre padres e hijos están ligados a estos mensajes tradicionales relacionados con la presión.
- Confundimos los espacios propios. Permiten que éste sea invadido por los hijos o viceversa, son los padres los que, con harta frecuencia, invaden la intimidad de sus hijos pequeños o adolescentes, lo que suele provocar en ellos irritación.
El diálogo es fundamental para construir y mantener relaciones saludables dentro de la familia. Sin comunicación, las relaciones pueden volverse superficiales o incluso deteriorarse con el tiempo, así que, luchemos por reducir las horas tecnológicas y por hacer actividades en familia que supongan compartir el tiempo para que la confianza no merme y reine la paz y la felicidad siempre.