Errores de los padres que pueden reflejarse en sus hijos

El carácter de los hijos es una consecuencia directa de la educación de los padres, del entorno y de la personalidad del niño. No podemos controlar el entorno y la personalidad del niño no se puede cambiar, solo canalizar. Pero lo que sí podemos hacer como padres es fijarnos en la educación que estamos dando a nuestros hijos día a día con nuestro comportamiento, con nuestras palabras, permisos y prohibiciones.

Eso sí, sabemos que ellos no nacen con un manual educativo bajo el brazo, y por eso precisamente muchas veces no nos damos cuenta de los errores que cometemos como padres. ¡Aunque sean absolutamente normales y comprensibles la mayoría de ellos! Por eso, en este artículo, queremos hablar de los errores más comunes que cometen los padres y que, lamentablemente, si uno no se da cuenta, podrían terminar reflejándose en los hijos y en comportamientos inadecuados y/o indeseables.

 

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Errores que pueden reflejarse en los hijos

 

  • No darles responsabilidades

Todos los niños deben tener responsabilidades acordes a su edad, por ejemplo, cuando son pequeños deben aprender a recoger sus juguetes y, a medida que crecen, ayudar con su aseo personal y con tareas del hogar. Si los padres todo el tiempo hacen su cama, doblan su ropa, recogen su habitación, sus platos, etc., para ellos será muy difícil convivir con terceras personas cuando crezcan. Habrás criado a un niño que abusa de los demás constantemente sin preocuparse por ello y sin preocuparse de ningún tipo de tareas ni de responsabilidades.

 

  • Dejar que falten el respeto a los otros

Un niño falta el respeto a los otros cuando no espera su turno en el parque, cuando pega a otros sin causa, cuando coge lo que no es suyo sin permiso… Estos son actos que deben corregirse a una temprana edad para que entiendan que sus derechos terminan cuando comienzan los derechos del otro.

 

  • Darles todo lo que piden

Nos encanta ver la felicidad de los niños cuando reciben lo que desean, incluso si no lo merecen por su mal comportamiento o cuando el sacrificio de los padres es muy grande para obtenerlo. Esto nos hace sentir buenos padres. Sin embargo, este tipo de comportamiento hará que piensen que siempre se merecen todo lo que quieren sin importar su comportamiento o el sacrificio de los demás. De esta forma, crías niños egocéntricos que no aprenden a manejar la frustración cuando no obtienen lo que quieren, lo que tampoco les permite desarrollar empatía hacia los demás.

 

  • Excusar el mal comportamiento

El mal comportamiento de un niño jamás tiene excusa, porque si las buscas fuera del acto del niño, le estarás enseñando que el mal comportamiento se ocasiona por asuntos externos a él. Cuando transmites que el mal comportamiento tiene su origen en lo externo al niño, también cedes la solución a terceros. De esta forma, el niño crecerá creyendo que los problemas son ocasionados por otros y que él no tiene responsabilidad o poder alguno para solucionarlos.

 

  • Responsabilizarse de las consecuencias de sus actos

Los niños deben crecer comprendiendo que cada acto tiene una consecuencia y que hay que afrontarla. Cuando los padres asumen esas consecuencias como propias, no permiten al niño aprender la lección, por lo que será muy frecuente que cometa los mismos errores sin que nada aprenda. Cuando ya no tenga a los padres sufrirá mucho porque las responsabilidades aumentarán con la edad y, si nunca ha asumido sus propias responsabilidades, de adulto será muy pesado asumirlas.

 

  • No establecer límites

Los límites son disciplina y la disciplina bien canalizada es amor. Cuando los niños no conocen límites porque nunca se les han puesto o porque nunca los han respetado, crecerán sin ser capaz de cumplir normas. Y este es uno de los problemas más frecuentes de los delincuentes, a quienes les cuesta integrarse en una sociedad donde existen normas.

 

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  • Ceder a chantajes emocionales

Los niños a partir de los dos años crean suficiente conciencia para reconocer los comportamientos que desean de sus padres y cómo conseguirlos. A partir de ese momento juegan con el chantaje emocional para que los adultos accedan a sus peticiones. Si tu cedes a cada petición, el niño habrá ganado la batalla y hará del chantaje un hábito indeseable. Por ejemplo, enséñale que le das un caramelo o dulce porque lo merecen o porque es el momento adecuado de comerlo, no porque lloren.

 

  • Defenderlos innecesariamente de la crítica de otro

Todo acto tiene consecuencias y si sus actos afectan a un tercero, lo más probable es que se ganen una regañina de alguien ajeno a sus padres, puede ser de sus abuelos, tíos, vecinos, amigos de la familia o hasta de desconocidos. Si esto ocurre, evalúa las palabras y el comportamiento de la persona que los regaña y deja que les llamen la atención si está dentro de los límites adecuados. Si sales en su defensa, ellos creerán que pueden molestar a terceras personas sin problema porque sus padres siempre les defenderán.

Autor: Jesús Falcón

Cofundador del Proyecto educativo Bosque de Fantasías, programador y desarrollador por excelencia, dedicado al mundo educativo y a su evolución.

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