Acostumbrados a la típica ley de atracción, que seguramente la mayoría de las personas conocemos, dicha teoría nos indica que debemos manifestar y concentrar toda nuestra energía positiva en alcanzar una meta, pero lo cierto es que en algunas ocasiones este no es el camino que debemos seguir, lo cual es importante que los más jóvenes sepan.
Por lo tanto, en contraposición a la Ley de atracción, surgió la llamada “Ley del esfuerzo invertido” creada por el gran filósofo Alan Watts, en la que se explica que estar siempre en búsqueda de experiencias positivas puede terminar convirtiéndose en una experiencia muy negativa. Así, Watts planteó también una solución a este problema, indicando que es la de “no hacer nada”, pues es necesario reconocer que no existe un método definitivo ni concreto para controlar nunca en su totalidad nuestras vidas.
La teoría del esfuerzo invertido
Muchas veces luchamos contra la marea, pero, ¿qué quiere decir esto? Pues, simplemente, que a menudo las personas hacemos todo lo posible para lograr una meta sin conseguir los objetivos deseados.
Un ejemplo que puede explicar dicho método sería el de aquellas experiencias que se viven cuando una persona se aferra a otra desesperadamente, probablemente negativas, pues es cuando finalmente se consigue cierto grado de apego cuando se da la aproximación de forma genuina entre personas. Para entenderlo mejor, también podemos mencionar aquellas veces en las que se desea tocar un gato, por ejemplo, y este se aleja con esta acción; al dejarlo en paz, finalmente, es cuando puede ser que él mismo busque el acercamiento, pero no porque lo forcemos.
A veces, en la vida, esa lucha constante por conseguir lo que se quiere se traduce en sentimientos de frustración, decepción y probablemente en un rotundo fracaso, lo que puede conllevar incluso un desgaste físico y emocional bastante importante. De esta forma, cuanto más deseamos con todas nuestras fuerzas aquello que no podemos alcanzar, más lo alejamos de nosotros.
Tanto niños como adultos suelen vivir este tipo de experiencias alguna vez en la vida, y por ese motivo es necesario poner en práctica este modelo teórico de Watts y enseñar a los más pequeños la llamada “Teoría del esfuerzo invertido”, que establece como medio efectivo para lograr la meta el cese de la insistencia y de los esfuerzos puestos en marcha para obtenerla, es decir, dejar de hacer lo que estábamos haciendo y dejar que todo fluya de manera natural.
Alan Watts: pensamiento Zen Occidental
El personaje que protagoniza la incursión de esta teoría en el mundo es el famoso filósofo británico Alan Watts (1915-1973), como mencionábamos anteriormente, conocido especialmente por ser defensor de los pensamientos “Zen Occidental” en los cuales se basaban sus aportes.
Por su parte, al referirnos al pensamiento “Zen Occidental” en el cual se inspiró Watts, podemos comentar que procedía de una escuela budista originada en India que buscaba como fin la meditación basándose en la búsqueda de un estado de paz y de tranquilidad. De forma que, como verás, con la “Ley del esfuerzo invertido”, Alan Watts se enfocó precisamente en la calma y en la serenidad como base de un método que tiene como propósito la comprensión de aquellas situaciones en las que los esfuerzos no ofrecen los resultados esperados.
Ley del esfuerzo invertido y Ley de atracción
Como se mencionaba anteriormente, la Ley de atracción nos dice que con pensamientos positivos los resultados serán igualmente positivos, y en ciertas situaciones este tipo de ley puede ser válida, pero lo cierto es que hay distintos contextos en los que esa teoría no funciona.
Por lo tanto, frente a la teoría de la “Ley de atracción” se encuentra la “Ley del esfuerzo invertido”, que hace énfasis en aquellas situaciones en las que, cuando queremos algo con mayor intensidad, terminamos causando el alejarlo de nosotros mismos. Por eso, en algunos casos, la mejor opción para atraer aquello que deseamos es la distancia, aunque pueda resultar algo contradictorio.
No confundir el esfuerzo invertido con la resignación
El filósofo Alan Watts plasmó en su escritura uno de los ejemplos más acertados, que es el que indica que si no sabemos nadar, por ejemplo, y desgraciadamente nos caemos al agua e intentamos aguantar a flote de manera angustiosa y desesperada, esto no solo hará que no flotemos, sino que nos hundamos más rápido y más deprisa. Es decir, que cuando nos angustiamos mucho hasta la desesperación por no conseguir algo, según Alan Watts, por más que nos movamos nos hundiremos.
Ahora bien, del mismo modo el filósofo estableció una solución, y es la de relajarse, intentar mantener la mente calmada y tranquila y llenar los pulmones de aire, pues con los pulmones llenos no puedes hundirte y consigues flotar. Evidentemente, y a través de esa teoría del esfuerzo invertido, Watts nos invitó a serenarnos y a tranquilizarnos para que las cosas salgan bien, a hacer una pausa siempre que sea necesario y a tomar distancia de aquello que nos angustia y comprender poco a poco la situación, algo que podría resultar muy interesante y motivador para los estudiantes, que muchas veces se alejan de los buenos resultados por sus miedos y por sus inseguridades o se frustran por no conseguir ciertas cosas.
Pero ojo, que esto no quiere decir que en ningún momento Watts promoviese la resignación, sino que simplemente proporcionó otras formas de conseguir lo que queremos a través de la serenidad y de la quietud dejando claro que hay que entender que algunas cosas no se pueden conseguir, por más que lo intentemos, y que es necesario dejarlas para abrir paso a otras nuevas oportunidades.
