La forma más efectiva de evitar que los niños sufran acoso, o de que ellos mismos puedan llegar a convertirse en acosadores, es asegurarnos de que crezcan en relaciones amorosas y respetuosas, en lugar de en relaciones que usen el poder o la fuerza como mecanismo de control.
Debemos tener presente que los niños aprenden como esponjas, ya sea malo o bueno el modelo de crianza con el que convivan, por lo que también podrán actuar de diferentes maneras, según el caso, conforme pase el tiempo. Esto quiere decir que, si un padre recurre a la violencia física a la hora de castigar con una bofetada, por ejemplo, es probable que el niño/a aprenda que la violencia física es la forma de responder a los problemas interpersonales. Si los niños perciben que el castigo por parte de los adultos es un medio para salirse con la suya, esto les enseñará que la intimidación está bien.
Cómo ayudar a los niños a enfrentarse al acoso
Para ayudar a un niño a enfrentarse al acoso, primero deberemos corroborar que sufre ese tipo de situación, y una buena forma de controlar y de saber si un niño puede estar sufriendo algún tipo de acoso, es escuchar lo que nos diga cada día sobre las relaciones con sus compañeros. De esta forma podremos ayudar y poner nuestra propia experiencia y sabiduría a cada situación, si fuera necesario, ofreciendo nuevas formas de relación y manejo de situaciones complicadas.
Finalmente, si tras hablar y observar averiguamos que un niño sufre algún tipo de acoso, podremos intentar ayudar ofreciendo determinadas pautas que sirvan para desarrollar habilidades efectivas, capaces de controlar y/o de evitar dichas situaciones:
- Enseña a tus hijos a contar hasta diez en situaciones complejas con el objetivo de mantener la calma, así como a mirar a los demás siempre a los ojos, sin miedos. Puedes practicar en casa hasta que tus peques consigan un tono fuerte y seguro a la hora de comunicarse.
- Crea en tu casa y con vuestro entorno relaciones compasivas y respetuosas, y tus hijos aprenderán de ellas.
- Mantente conectado con tus hijos en las buenas y en las malas, ya que el hecho de que un niño se sienta solo o incomprendido puede ser perjudicial con respecto al acoso. Además, si un niño es muy tímido y no hay buena comunicación en casa, es probable que no comente que sufre problemas fuera del hogar.
- Trabaja la timidez y la falta de confianza en casa. Experimenta situaciones o busca cuentos e historias en las que los protagonistas se hagan valer y defiendan sus derechos.
- Enseña a los niños la importancia de la autoafirmación respetuosa. Los niños necesitan saber que pueden satisfacer sus necesidades mientras son respetuosos con otras personas.
- Ofréceles recursos y palabras para defenderse desde bien pequeñitos: “es mi turno”, “oye, para”, “no está bien molestar ni hacer daño”, “no me gusta que me llamen así. Quiero que me llames por mi nombre”…etc.
- Enseña siempre a tus hijos habilidades sociales básicas. Esto es vital porque los acosadores suelen aprovecharse de las vulnerabilidades. Haz juegos en los que se trabaje con habilidades sociales y practica mucho en casa situaciones como la de participar en un juego en el patio de recreo, presentarse a otro niño en una fiesta o iniciar una tarde de juegos.
- Practica juegos de roles con el fin de que los niños se sientan cómodos respondiendo a las provocaciones y a las burlas. Interprete con su hijo cómo puede enfrentarse a un acosador. Explica bien a los más pequeños que, si bien no se puede controlar a un acosador ni sus acciones, siempre podemos controlar nuestras propias respuestas.
- Enseña a los niños a alejarse y pedir ayuda cuando sea necesario. Y enseña también que no hay que tener vergüenza ni asustarse por un acosador, sino alejarse o decirle a un adulto que necesitamos ayuda.
- No dudes en intervenir tú cuando lo creas oportuno, puesto que el trabajo de los padres siempre debe ser proteger a los hijos. Esto significa que, además de enseñar a los niños a defenderse, también somos responsables de comunicar lo que sea necesario a profesores o directores.
Debemos enseñar a los niños, en definitiva, a respetarse a ellos mismos y a los demás, a respetar el mundo. Y es que si todos los niños fuesen educados así desde un principio, sería mucho menos probable que se diesen continuas faltas de respeto que puedan intensificarse, incluso, convirtiéndose después en acoso. Si un niño aprende que las faltas de respeto son negativas y no deben permitirse, tarde o temprano se rebelará con un mundo (o micro-mundo) que lo permita.