Cómo trabajar la disciplina positiva con la «Teoría del Iceberg»

La Teoría del Iceberg es una excelente forma de entender el comportamiento infantil y puede ser fundamental al aplicar la disciplina positiva. Esta perspectiva invita a los padres a mirar más allá de la conducta visible de los niños y a explorar las emociones y necesidades ocultas que suelen estar detrás de esos comportamientos. Veamos entonces cómo trabajar la disciplina positiva con la «Teoría del Iceberg».

 

¿Qué es la Teoría del Iceberg?

Un iceberg es una masa de hielo que flota en el océano, y aunque se ve una parte grande en la superficie, la mayor parte de su volumen está sumergido; es decir, la mayor parte del iceberg no lo podemos ver. De la misma manera, se puede decir que el comportamiento de los niños es solo la «punta del iceberg», pues es solo la parte visible de un conjunto de emociones, necesidades y pensamientos que a menudo no se expresan de manera clara.

 

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Por lo tanto, cuando los padres se enfocan únicamente en lo que ven, como una rabieta o una conducta desafiante por parte del niño, es fácil caer en la tentación de responder con castigos o correcciones inmediatas. Sin embargo, si no se profundiza en lo que realmente está ocurriendo bajo la superficie, que es muchísimo más de lo que solo se puede ver, estas correcciones pueden ser ineficaces y frustrantes para ambos, padres e hijos.

 

La Teoría del Iceberg y la disciplina positiva

La disciplina positiva es una teoría educativa que se basa en el respeto mutuo, la empatía y la comprensión, a diferencia del sistema que muchos padres suelen aplicar basado únicamente en el castigo. En este caso, en lugar de recurrir al castigo, se busca entender la raíz de los comportamientos y, mediante el acompañamiento, enseñar a los niños a gestionar sus emociones de manera adecuada. Aquí es donde la teoría del iceberg resulta de gran ayuda: porque enseña a los padres a mirar más allá del comportamiento visible y a identificar qué puede estar motivando a sus hijos.

Por ejemplo, si un niño tiene rabietas frecuentes, es fácil pensar que lo hace para molestar o desafiar a sus padres. Pero, si aplicamos la teoría del iceberg, podemos preguntarnos qué emociones o necesidades no están siendo satisfechas; tal vez el niño se siente frustrado, cansado, o necesita más atención y no sabe cómo expresarlo de otra manera; y en lugar de castigar, la clave es indagar en las emociones subyacentes para ofrecer una solución más efectiva y empática.

 

¿Cómo trabajar la disciplina positiva con la «Teoría del Iceberg»?

El objetivo de la disciplina positiva no es tener niños «perfectos», sino formar a niños que comprendan sus emociones y las gestionen de forma saludable. Aplicar la teoría del iceberg en la educación de los peques requiere una mayor conciencia por parte de los padres, quienes deben prestar atención a las señales detrás de los comportamientos y reaccionar con empatía en lugar de con autoridad o permisividad excesiva.

A continuación, te mostramos algunas claves para aplicar la teoría del iceberg en la disciplina positiva:

 

  • Conectar antes de corregir: Antes de corregir el comportamiento, es fundamental conectar emocionalmente con el niño. Si perciben que nos interesamos genuinamente por lo que sienten, estarán más abiertos a escuchar y aprender.
  • Mostrar respeto y colaboración: Es importante transmitir una figura de respeto y confianza en lugar de imponer autoridad. Los niños que se sienten respetados responden mejor y son más receptivos a las correcciones.
  • Explorar las emociones detrás del comportamiento: Si un niño se comporta de manera inapropiada, pregúntate qué emociones están impulsando esa conducta, como por ejemplo si se encuentra solo o desatendido, pues esto ayudará al abordaje integral del problema.
  • Dar opciones dentro de límites: Ofrecer pequeñas decisiones dentro de un marco de límites claros puede ayudar a los niños a sentirse en control y valorados, lo que a su vez reduce la resistencia y mejora la colaboración.
  • Evitar las etiquetas: Etiquetar a un niño como «malo», «desobediente» o «caprichoso» puede influir negativamente en su autopercepción. No etiquetes nunca y céntrate mejor en el análisis de la conducta y en las soluciones que no comprometan el autoestima.
  • Fomentar la responsabilidad: Permitir que los niños tomen pequeñas decisiones en el hogar les enseña responsabilidad y les ayuda a sentirse parte activa de la familia. Este sentimiento de pertenencia es fundamental para su desarrollo emocional.

 

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Aplicando la Teoría del Iceberg

Un ejemplo claro de cómo aplicar la teoría del iceberg en la disciplina positiva es cuando un niño reclama atención en un momento en que no puedes dársela. Si simplemente lo ignoras o le das una respuesta brusca, puede sentirse excluido o no valorado, lo que aumenta su frustración y puede agravar su comportamiento; en cambio, si te tomas un momento para explicarle con calma que lo atenderás en cuanto termines lo que estás haciendo, el niño sentirá que lo tienes en cuenta, lo cual reduce la necesidad de comportarse de manera disruptiva.

En conclusión, la teoría del iceberg es una herramienta poderosa en la disciplina positiva, ya que permite a los padres mirar más allá de la conducta externa y enfocarse en las emociones y necesidades subyacentes de sus hijos. Al aplicar esta teoría en la educación, los padres pueden promover un ambiente de respeto, empatía y colaboración, ayudando a sus hijos a desarrollar habilidades emocionales y sociales que les serán útiles toda la vida.

Autor: Jesús Falcón

Cofundador del Proyecto educativo Bosque de Fantasías, programador y desarrollador por excelencia, dedicado al mundo educativo y a su evolución.

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