Inconvenientes del uso de castigos en niños pequeños

¿Cómo conseguir que los niños más pequeños obedezcan? Esta es una de las muchas preguntas que nos hacemos los padres a menudo. Y es que lograr que tus hijos te hagan caso no es tan fácil.

Nosotros tratamos de poner límites a su conducta y ellos, ya desde que tienen dos o tres años de edad, intentan buscar hasta dónde llegan esos límites y, en muchas ocasiones, sobrepasarlos.

En esos momentos, creemos que un buen castigo nos ayudará a educarlos, a hacerles comprender lo que se puede y lo que no se puede hacer. Pero hay una corriente de pensamiento educativo que cree firmemente que los castigos no sirven para nada. Te contamos en qué se basa, para que tú puedas decidir cómo actuar.

¿Castigar o no castigar? Esa es la cuestión…

 

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Inconvenientes de los castigos en niños pequeños

Según esta tendencia educativa, la creencia de que los castigos son positivos reside en que resultan eficaces a corto plazo, y más para los padres que para los niños, ya que así nos parece que tenemos el control de la situación. Sin embargo, también hay inconvenientes en castigar.

Para empezar, un castigo erradica los síntomas del problema, no sus causas, por lo que éste se manifestará en otras conductas. Por ejemplo, el castigo impide que el niño tenga un sentimiento positivo de culpabilidad natural por su conducta, lo que puede llevarle a tener sentimientos negativos hacia el padre o madre castigador.

Además, el castigo avergüenza al niño, lo que le impide tomar conciencia de la acción realizada y sentirse culpable.

Cuando un niño es castigado, la ira y el estrés que eso conlleva no dejan que reflexione sobre lo que ha hecho mal, y es así cómo recordará esos sentimientos en lugar de la causa que propició el castigo.

Por eso, según esta teoría, el castigo enseña a los más pequeños a temer la autoridad y no a ser más responsables.

 

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Cómo deben ser los castigos para que resulten eficaces

Para ser eficaces, los castigos han de ser cada vez más contundentes, por lo que los padres van perdiendo autoridad, ya que los niños se protegen pensando “Me da igual que me castiguen”.

Los padres suelen castigar porque se sienten superados por la situación, y los niños lo perciben y van perdiendo la confianza en ellos. Estos son algunos de los argumentos que indicarían que los castigos son completamente ineficaces a la hora de educar.

Sin duda esto es un asunto importante cuyo debate está abierto, y que indica que padres y madres debemos reflexionar sobre ello antes de castigar o no castigar.

En definitiva, educar a los más pequeños no es una tarea sencilla, y no existen fórmulas mágicas que sirvan por igual en todas las familias. Sin embargo, cuestionar el uso del castigo como herramienta educativa nos invita a buscar alternativas más respetuosas y efectivas que fomenten la responsabilidad, la empatía y la confianza.

Así, reflexionar sobre nuestras decisiones como padres y madres es el primer paso para acompañar a nuestros hijos en su desarrollo de forma más consciente y amorosa.

Autor: Jesús Falcón

Cofundador del Proyecto educativo Bosque de Fantasías, programador y desarrollador por excelencia, dedicado al mundo educativo y a su evolución.

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