El papel de los padres en la educación de sus hijos es irremplazable, pero eso no significa que los padres siempre tengan la razón, pues a menudo se pueden cometer errores cuando llega el momento de prestar ayuda a los hijos, como ocurre a la hora de hacer los deberes. Dichos errores pueden generar estrés, tanto para los niños como para los adultos, y afectar negativamente al rendimiento académico de los pequeños, y por ello queremos analizar cuáles son los más comunes y reflexionar acerca de cómo se pueden evitar.
El error de hacer los deberes a los hijos
Uno de los errores más comunes es que los padres terminen haciendo los deberes de sus hijos, creyendo que de esa forma les ayudan más, por ejemplo, a terminar antes. Pero lo cierto es que los deberes están diseñados para que los niños repasen y asimilen mejor el contenido académico, y si los padres lo hacen por ellos, los niños no lograrán la asimilación del contenido que se busca.
Por eso es muy importante permitir que los pequeños hagan los deberes por sí mismos. Si necesitan ayuda, lógicamente se les puede ayudar, pero los padres solo deben servir de guías, no ocuparse de la tarea completa por ellos.
La importancia del entorno y el lenguaje al hacer los deberes
El entorno en el que los niños realizan sus deberes es crucial. En algunos lugares, los niños pueden concentrarse mejor en sus deberes, encontrando en otros distracciones que perjudicarán el resultado de la tarea, como pueda ser la cocina o el salón, lugares muy poco recomendables para una buena concentración. Por ello es muy importante designar un lugar específico y adecuado para que los hijos hagan sus deberes, estando en la medida de lo posible bien ventilado, con buena iluminación y libre de distracciones. Una silla ergonómica y un escritorio adecuado también serán de gran utilidad para ganar en concentración y motivación.
Pero también hay que tener mucho cuidado con las palabras que utilizamos, porque los efectos del lenguaje pueden ser muy poderosos. En este sentido, es común que algunos padres digan a sus hijos que no saben hacer los deberes correctamente, y esto puede tener un efecto muy negativo en la autoestima del niño y en la percepción de sus propias capacidades. Por lo tanto, es aconsejable que, en lugar de decirles que no saben hacer algo, les ofrezcamos orientación para que puedan abordar los deberes de una forma más realista y asequible para ellos. Ayudar a los niños a entender que con paciencia y esfuerzo podrán superar cualquier desafío, es la verdadera clave.
Cuidado con las críticas a los profesores y a la escuela
Muchos padres sienten que los deberes asignados a sus hijos son excesivos, sobre todo los fines de semana, y este pensamiento puede llevar a que se exprese esa frustración y ese desacuerdo delante de los propios niños, llegando incluso a ser irrespetuosos con los profesores o con el centro escolar. Pero, por más que los fines de semana busquemos desconectar, debemos tener en cuenta que este tipo de comentarios negativos pueden influir negativamente en la actitud del niño hacia los deberes y la escuela, ya que los padres son el primer modelo de conducta que tienen los niños. Así, si los padres no respetan a los profesores o se quejan abiertamente de la forma de educación de los profesores, esto podrá afectar el comportamiento de los niños en el aula a larga, provocando su desmotivación y su nivel de respeto.
Por el contrario, es aconsejable que, si se considera que la carga de deberes para los niños es excesiva, se hable directamente con los profesores en privado y, en caso de no tener una respuesta satisfactoria, los padres se dirijan, en todo caso, a los directores de la institución. Es decir, hablar de ello entre adultos, pero no delante de los niños de manera abierta, pues corremos el riesgo de socavar el respeto que puedan sentir por sus figuras de autoridad.
En definitiva, es importante saber reconocer que no siempre tenemos razón y que a veces cometemos errores cuando se trata de la educación de nuestros hijos. No obstante, y una vez que se haya reconocido, podremos seguir proporcionando a nuestros hijos el apoyo que necesiten y que les ayude a desarrollarse de la mejor forma, pero nunca haciendo las cosas por ellos.