Perdona si me ensucio mucho, pero solo quiero explorar y aprender

Tener hijos pequeños sin duda es un reto, y sobre todo con nuestra propia paciencia. Es cierto que vivir con niños y observar cómo crecen es una de las experiencias más maravillosas y enriquecedoras que existen, pero no es menos cierto que no es algo exento de malos ratos y sobresaltos, aunque más que por la infancia y el comportamiento de los niños en sí, por el hecho de que cuando somos adultos nos cuesta mucho recordar que fuimos pequeños, algo que Antoine de Saint-Exupéry (autor de “El Principito”) ya nos avisó de que sucedía y de que no era nada bueno.

Los adultos observamos muchas veces a los niños pequeños como a seres “incapaces de obrar por sí mismos” y, sin embargo, experimentar y hacer las cosas con autonomía es algo casi innato que en la infancia se suele despertar muy pronto, pero que implica ciertas acciones y ensayos de “prueba y error” poco compatibles con la forma de hacer las cosas que tienen ya, por regla general, todos los adultos.

 

los niños se ensucian aprendiendo

 

Los niños crecen, experimentan y aprenden

Pongamos algunos ejemplos: ¿dejas que tus hijos jueguen en el suelo, en el barro o en la tierra, y que se ensucien o se manchen las manos? Si la respuesta a una o a todas estas cosas es NO, es que estás actuando siempre como un adulto, sin permitirte ni un minuto de relax, y no consigues ver que los niños no solo no son un completo desastre cuando se manchan, sino que están aprendiendo y experimentando con la vida de forma plena, lo que implica no saber de primeras las consecuencias de determinados actos.

De hecho, pocas cosas definen la infancia tanto como jugar, explorar, mancharse y divertirse, y todo sucede como práctica de todas aquellas cosas que implican vivir y estar en el mundo de manera plena, sin esas reticencias y censuras que van llegando cuando somos mayores. La infancia es, dicho de otro modo, ese corto período de tiempo en el que llegamos a “ser” experimentando y saboreando cada momento por primera vez y como si ya fuese a ser la última…sin duda, una lección muy valiosa que tal vez no deberíamos olvidar cuando crecemos.

 

Crecer en libertad y de forma plena requiere confianza

Los niños son curiosos por naturaleza, unos grandes exploradores y científicos naturales que solo quieren conocer el mondo que les rodea y comprenderlo, y nuestra actitud frente a ello será fundamental, pues coartar la libertad que precisa el aprendizaje, puede ser el caldo de cultivo perfecto para futuros problemas relacionados con los problemas de sociabilidad, de espontaneidad o de timidez que van surgiendo en muchas personas conforme van cumpliendo años.

Dicha curiosidad y creatividad natural, desafortunadamente, se suele ir perdiendo con el tiempo, lo que conduce (junto a las prisas y a la falta de tiempo) a que muchos padres se pongan nerviosos con la idea de que los niños jueguen en el barro o en los charcos y puedan ensuciarse esa ropa limpia y planchada con la que se ha empezado el día. Por el contrario, lo que para un adulto puede significar un auténtico horror o desastre, como es el ensuciarse de barro la ropa limpia, para los más pequeños supone un enfoque práctico y divertido para el aprendizaje continuo que llena de color su pequeño mundo y lo enriquece a más no poder, y que requiere de confianza.

Siendo realistas, a ningún adulto le parecerá gracioso tener que lidiar constantemente con manchas difíciles, pero, ¿realmente merece la pena consentirlo o relajarnos un poco si ello supone un aprendizaje enormemente rico para los niños y para su felicidad? La respuesta parece evidente, pero si aún no la tenemos clara podemos añadir una pregunta más: ¿cuánto tiempo podría pasar de verdad un niño sin ensuciarse la ropa o mancharse las manos, si está explorando y divirtiéndose de manera completamente libre al hacerlo?

 

explorar, ensuciarse y aprender

 

Tal vez, el autor de “El Principito”, de lo que de verdad quería avisarnos es de que perder la espontaneidad cuando crecemos no solo es malo para nosotros, sino también para aquellos que nos suceden y que aún son capaces de ver magia en cualquier pequeño poso…aquellos capaces de ver lo importante en lo que es invisible a los ojos. Por nuestra parte, y conscientes de que crecer implica renunciar a muchas cosas, quizá deberíamos reflexionar y replantearnos de nuevo lo que es importante y lo que en realidad no lo es, y alentar a los peques a crecer a través de actividades o tiempos menos estructurados. Explorar, practicar y aprender requiere de tiempo y de ensayo, y ningún científico logra un gran hallazgo sin haberse manchado o haber fallado primero en algo.

Autor: Almudena Orellana

Cofundadora del Proyecto educativo Bosque de Fantasías, escritora creativa y redactora jefe. Leer más

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1 Comentario

  1. Excelente artículo! Gracias por compartirlo. Trabajo con niñxs de 2 años y es tan real todo…”lo esencial es invisible a los ojos”

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