Amar, valorar y respetar la naturaleza es algo que todos los niños deberían aprender y es nuestro deber inculcarles estos valores desde pequeños. El misterio y la magia que esconde la naturaleza les fascinará si se lo ponemos a su alcance siempre que podamos.
De este modo, estaremos forjando personas más conscientes de su entorno, respetuosas con el medio ambiente y además felices, porque el contacto con la naturaleza es sano, relaja y nos ayuda a reencontrarnos con nuestros orígenes y a entender la vida.
Qué podemos hacer para que los niños amen la naturaleza
Si quieres que tus hijos crezcan rodeados de naturaleza y que desarrollen interés y amor por ella, aquí te damos ocho ideas interesantes que puedes poner en práctica:
- Hacer excursiones al campo periódicamente e ir a visitar los parques más cercanos siempre que se pueda.
- Tener plantas en casa. Si tenemos un jardín pues ideal, pero si no, intentemos que haya macetas en casa donde el niño pueda observar cómo crecen las plantas, sus hojas y flores. Que sea consciente de los cambios que experimentan y además de sus cuidados: riegos, trasplantes, fertilización y poda.
- Tener mascotas les hará querer a los animales y, por ende, a la naturaleza. Respetarlos, cuidarlos y compartir el espacio les convertirá en mejores seres humanos, más compasivos y cariñosos. De paso hay que enseñarles que los animales de compañía se adoptan, no se compran, porque ese negocio significa que mucha gente los puede explotar para ganar dinero. Y si además se adoptan en refugios o albergues, mucho mejor. Así se ayuda a los animales desprotegidos y abandonados.
- Haciéndole observar lo que le rodea, enseñándole a mirar con otros ojos. Aunque vivamos en la ciudad, hagamos que observe los pájaros, los árboles, las nubes y los insectos. Esta manera de mirar las cosas, le hará sentir vivo, pues se dará cuenta de que todo está en constante movimiento, incluido él. Fijarse en los cambios de temperatura y las estaciones también puede hacerles conscientes de cómo nos afecta la naturaleza.
- Aprovechemos esta conciencia para sensibilizarlo ante el impacto medioambiental del ser humano en el planeta, comparando la belleza y tranquilidad de la naturaleza con el humo, los ruidos, la basura, el cemento, la falta de respeto hacia los animales…
- Visitando un jardín botánico conocerá otros ecosistemas que no son habituales en su entorno, lo cual le enriquecerá al observar ejemplares exóticos y diferentes. También es positivo conocer el Museo de Ciencias Naturales de la ciudad.
- Tener un huerto es la forma perfecta de que vean de primera mano cómo crecen las distintas verduras y frutas. No hace falta que tengamos mucho espacio. Se puede organizar en la azotea del edificio o en un balcón. En Internet encontraremos muchos tips para plantar en casa. Y si aun así contamos con el mínimo espacio, podemos plantar tomates que ocupan solo una maceta o hierbas aromáticas en pequeños recipientes.
- También es bueno que sean conscientes del trabajo que hacen muchas personas, como los jardineros, barrenderos y/o gente encargada de limpiar y retirar la basura de las calles en la ciudad. Podemos hablar con ellos, haciéndoles pensar gracias a la experiencia de personas mayores, qué pasaría si dichas personas no hiciesen este trabajo y de cómo afecta a nuestras calles el que no nos concienciemos sobre el cuidado del medioambiente.