Normas de comportamiento y convivencia en el aula

Normas de comportamiento y de convivencia en el colegio

Cuando hablamos del establecimiento de normas, usualmente nos referimos a las normas en el hogar. Aunque en algunos casos suele ser un proceso algo complicado, si lo comparamos con el establecimiento de normas en el aula, este proceso nos resultará bastante sencillo. Sin duda alguna, aunque como padres o adultos pueda parecernos complicado (sobre todo a edades tempranas), no es lo mismo establecer normas de convivencia para uno, dos, o tres niños en casa, que para 20, 25, 30 o más niños en un aula. En la mayoría de las ocasiones, aunque los colegios o maestros tengan sus reglas de buen comportamiento en el colegio preestablecidas, estos se sienten abrumados, ya que no logran que todos los niños las sigan, o son más los que las rompen que los que las acatan, o simplemente ya son reglas obsoletas, por lo que se hace necesario hacer algunos ajustes.

Es común que en la mayoría de las aulas de clase encontremos carteleras o láminas con todo tipo de normas de convivencia, del buen hablante y el buen oyente, palabras mágicas como “por favor” y “gracias”, reglas sobre “cómo debo comportarme en clase”, etc. Sin embargo, ¿realmente les estamos enseñando a nuestros niños cómo deben comportarse? Como maestros, ¿estamos haciendo todo lo que está en nuestras manos para enseñarle a cada grupo de niños cómo es el “buen comportamiento” en el colegio?

 

Consejos y TIPS para el aula

  • En primer lugar, cuando deseamos establecer normas en el aula, lo más importante que debemos tener en cuenta es la edad de los niños a los que les estamos enseñando. La comprensión de un niño de 3 años no va a ser igual que la de un niño de 8 o 9 años. Igualmente, las necesidades de un niño en edad preescolar no serán las mismas que las de un niño de primaria o un adolescente de secundaria, y es por ello que debemos adaptar las reglas de comportamiento a la edad y al momento evolutivo del grupo de niños. Para niños más pequeños, las reglas de comportamiento deben ser cortas, claras y específicas; por ejemplo: en lugar de decirles que realicen todas las actividades que se plantean, podemos decirles que las trabajen poco a poco. Es además importante que, al establecer normas, tratemos de minimizar el uso del NO e intentar decir a los niños lo que SÍ pueden hacer. Por ejemplo, en lugar de decir “NO podéis levantaros de sus asientos”, podemos decir “Debéis manteneros sentados”.
  • En segundo lugar, es importante que al establecer normas de buen comportamiento en el aula, utilicemos todo tipo de recursos para lograr que los niños las comprendan. No basta con enseñarlas y hacer que los niños las reciten todos los días como un poema antes de iniciar la jornada escolar, ya que de esta forma solo estarán aprendiendo palabras de forma mecánica que no tendrán ningún significado para ellos. Utiliza recursos visuales, agrega colores, lee cuentos que hablen sobre las normas de convivencia, los valores, etc. De esta forma los niños estarán más atentos e interesados, y podrán motivarse ante las reglas de comportamiento establecidas.
  • En tercer lugar, y como uno de los puntos más importantes, debemos utilizar la motivación y el refuerzo. Muchas veces, como adultos (seamos padres o maestros), nos enfocamos demasiado en las conductas negativas de los niños, porque suelen ser las más llamativas y las que precisan de una corrección inmediata. De este modo tendemos a pasar por alto las conductas positivas y a caer en refuerzos negativos, castigos…provocando que los niños disminuyan sus conductas positivas, y que mantengan las negativas e incluso las aumenten. Es por ello que la motivación y el refuerzo son tan importantes. Si un alumno está cumpliendo con algunas de las normas que se han establecido, es importante reforzar su actitud. Sea cual sea el método que se utilice, la motivación y el refuerzo positivo son sumamente importantes.
  • Para finalizar, es interesante la involucración de los alumnos en las normas de la clase, pidiéndoles su opinión al respecto a través, por ejemplo, de una lluvia de ideas, que les hará sentirse partícipes del proceso. Haciéndoles partícipes del proceso será más fácil lograr que sigan las normas de convivencia, ya que sentirán que su opinión ha sido tomada en cuenta.

Autor: Jesús Falcón

Cofundador del Proyecto educativo Bosque de Fantasías, programador y desarrollador por excelencia, dedicado al mundo educativo y a su evolución.

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