Cómo fomentar la colaboración y el sentido de ayuda en los niños

Los niños deben aprender a participar activamente en el colegio y en el propio hogar a través de pequeñas y diversas tareas, pues esto les dota de habilidades, pero también ayuda a su desarrollo emocional, personal y social.

La infancia es una etapa de plena observación y esto hace que ellos quieran hacer cosas como los adultos, lo que incluye cooperar y ayudar a los demás. Una disposición innata que los padres pueden y deben aprovechar con estrategias adecuadas para fomentar una autoestima sana en sus hijos y una actitud positiva ante la vida.

 

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La mágica relación entre colaboración y bienestar

Es muy importante que los niños se sientan útiles y valorados a la hora de hacer cosas, pues eso permite que su seguridad emocional sea también mayor. Y es que los niños también necesitan saber que son parte activa de su mundo para que se consolide así su identidad. Por eso la conexión entre bienestar y colaboración de todo el núcleo familiar, incluso escolar, es tan crucial.

Sentir que forman parte de algo, de una comunidad en la que sus tareas también cuentan, es fundamental para que los niños desarrollen su confianza y el concepto de sí mismos. Todos necesitamos sentir que somos capaces de contribuir a algo y de que dicha contribución se nos reconozca, pero especialmente en la época de crecimiento.

El cultivo de la empatía y la responsabilidad para convivir

Cultivar la empatía es otra de las claves que padres y educadores pueden tener en cuenta a la hora de enseñar a los niños a ayudar y a potenciar otras habilidades. Al colaborar con otros, los niños pueden comenzar a aprender lo que es necesario y cómo es de importante que los demás también se sientan bien, lo que fomentará también el que puedan tener relaciones sociales sanas y saludables.

Se trata de hacer entender a los más pequeños, desde edades muy tempranas, la importancia de la responsabilidad, de la motivación, y de implicarse de manera activa en la vida. Cuando los niños aprenden que cada miembro de la familia o del grupo tiene un rol y lo valiosa que puede ser su contribución, tienden a implicarse más y a tener una mayor seguridad, lo que también será fundamental para su futuro, académico, profesional y personal.

Eso sí, debemos tener en cuenta que, todas las responsabilidades que asuman, deberán ajustarse a su nivel de comprensión y a su edad y desarrollo, sin que se trate de obligar o abrumar. Es decir, que de lo que se trata realmente es de que vean por sí mismos el valor de la ayuda, y no de que sea una imposición. A medida que crezcan, se les podrán ir encomendando tareas más complejas o responsabilidades de mayor calado, pero con tiempo y paciencia.

El refuerzo positivo a través del juego

Todos estos refuerzos positivos tendrán mucho más efecto si se realizan de manera lúdica o a través del juego, porque así los niños mostrarán una mayor predisposición. Por ejemplo, educando a través de retos, canciones o pequeñas competencias amistosas, ideas que harán posible el ver las cosas como una dinámica natural y positiva y no como cargas.

Además, un verdadero refuerzo positivo debe enfocarse en reconocer y valorar el esfuerzo de los niños, independientemente de que el resultado sea perfecto o no, pues así les estaremos enseñando que lo importante en la intención y el ser comprometidos. Reforzar su ayuda a través de frases positivas, como “¡Gracias por ayudar!” o “Me encanta que colabores conmigo” reforzarán esa asociación necesaria entre satisfacción y ayuda. ¡Cada gesto cuenta y es valioso por sí mismo!

 

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Observación, cooperación y ayuda

Los niños aprenden principalmente a través de la observación, por lo que es muy importante predicar en todo momento con el ejemplo, pues es el mejor estímulo que un niño puede tener. Mostrar como adultos entusiasmo ayudando, por ejemplo, les ofrecerá un modelo claro y coherente a seguir en su vida, lo que es fundamental para su desarrollo, y contribuirá a que interioricen el valor de la cooperación.

Por eso fomentar la colaboración y el sentido de ayuda en los niños es mucho más que enseñarles a realizar tareas domésticas o escolares, es hacerles comprender que hacerse mayores es también volverse más y más responsables y conscientes de cada acto y decisión. Es, en definitiva, sembrar en ellos valores esenciales como la empatía, la responsabilidad y la gratitud, y prepararles para que sean personas capaces de convivir, de colaborar y de construir entornos pacíficos y armoniosos. ¡Sin duda merece la pena!

Autor: Almudena Orellana

Cofundadora del Proyecto educativo Bosque de Fantasías, escritora creativa y redactora jefe. Leer más

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