Cuando hay niños que no aman a sus padres

¿Te ha pasado observar y ver que hay niños que se muestran indiferentes a ciertas actitudes con sus padres? Aunque pueda resultar algo sorprendente, lo cierto es que la historia ha dado muestras de la existencia de niños que no aman a sus padres, y las razones pueden ser varias. Cuando hay niños que no quieren a sus progenitores, a menudo sucede que existen también ciertos problemas en el comportamiento de dicho niño o niña y en su vida en general. Sea como sea, lo cierto es que es un hecho sumamente grave, tanto para los hijos como para sus padres, que se debería estudiar más en profundidad.

Este comportamiento indeseado puede deberse, en general, a determinados problemas desde el punto de vista afectivo, que traigan como consecuencia nefastas actitudes del niño al crecer, y no solo con sus padres, sino también con las demás personas que les rodean. Pero, ¿cuáles pueden ser las causas?

 

Por qué pueden existir niños que no amen a sus padres

 

  • El llamado efecto espejo

Un aspecto importante que se debe considerar en este asunto es el de los motivos que pueden existir para que un hijo no ame a sus padres, y uno de los principales es el que recibe el nombre de “efecto espejo”, que no es más que lo que ocurre cuando los padres no son capaces de demostrar afecto a sus hijos tampoco.

 

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Cuando esto ocurre, vemos padres que son incapaces de generar de forma consciente o inconsciente un afecto hacia sus hijos, es decir, que se produce un “corte” en el contacto físico y emocional, acarreando serias consecuencias, en especial de comportamiento del menor, que a la larga podrían derivar en una completa indiferencia mutua.

 

  • Diversos niveles de abandono

Otra de las razones que influye en que se genere la ausencia de amor hacia los padres, es la de ser abandonado por parte de los mismos. Al darse un abandono total muchas veces se crea una falta de afecto absoluta hacia los mismos, pues el amor hacia los progenitores no viene dado, sino que debe trabajarse. Es decir, que este tipo de causa se refiere generalmente a la inexistencia de vínculo entre las partes.

Pero una forma de abandono no solo se refiere al hecho de que los padres no se encuentren físicamente, sino que también se da cuando, a pesar de encontrarse viviendo juntos, no se tienen en cuenta o no existe interés, transfiriéndole la crianza a otras personas, tales como los abuelos, los tíos o cualquier otra persona. Se podría decir que la distancia o brecha entre ambos es lo que generaría a la larga la desconfianza, el desamor y muchos otros sentimientos negativos.

 

  • Situaciones de peligro o violencia

El ser víctima de los padres por situaciones de peligro o violencia, genera muy a menudo que los hijos no sientan ningún afecto por ellos, y esto puede deberse a varios factores complejos, como por ejemplo los abusos físicos, emocionales, etc.

Estas son actitudes que obviamente logran causar serias consecuencias en los niños, y que desde luego causan un daño muy grande y huellas imborrables, por lo que estaríamos hablando de los casos más extremos. Así, algunos de esos sentimientos generados suelen ser el odio, el rencor, la indiferencia, la apatía, la rabia…, sentimientos todos de rechazo para con los padres, pues sienten que son culpables en todo momento de lo que haya sucedido y de las consecuencias que haya tenido a nivel personal y social para el niño.

 

Que podemos hacer cuando los niños ya no aman a sus padres

Cuando un padre o madre llega a pensar que no es capaz de generar ningún tipo de sentimiento de amor en su hijo, debe pararse a reflexionar sobre las actitudes tomadas o episodios sucedidos, puesto que siempre suele deberse a alguna razón. Hacer autocrítica es parte fundamental, así como optar por una crianza positiva desde el principio, que afiance los lazos y los afectos y elimine las carencias y los problemas.

Cuando sucede al revés, es decir, cuando hay padres que tienen dudas de si están desarrollando sentimientos afectivos fuertes hacia sus hijos, es importante hacer un trabajo y esfuerzo de internalización, de cambio de etapa, y ser conscientes de que somos capaces de generar amor por nuestros hijos, pues puede desarrollarse con la convivencia y la experiencia, si es que no se desarrolla desde un inicio. También puede uno preguntarse: “¿Cómo se sentirán mis hijos con este comportamiento o manera de tratarles que tengo? ¿Tienen mis hijos algún problema y yo puedo ayudarles a resolverlo?”

La reflexión es siempre una manera de entrar en razón, de dejar de lado las corazas que algunos padres pueden ponerse en algún momento y que son las que hacen que los niños no puedan acercarse y dejar fluir sus sentimientos. Además, si aprendemos a valorarnos más a nosotros mismos y a querernos, será mucho más sencilla la tarea de que los demás nos amen y nos devuelvan lo dado, pues seremos más capaces de establecer vínculos afectivos y estables para los demás.

 

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Y es que el amor es el sentimiento más poderoso que existe en el mundo, y la manera adecuada de demostrárselo a los hijos y a cualquier miembro de la familia es la de las acciones, es decir, a través del cariño, del apoyo, del abrazo, de la conversación…Cada una de estas acciones será capaz de ir generando en los más pequeños la misma conducta recíproca y el mismo amor que se les profese, casi con toda seguridad.

Los sentimientos negativos hacia los padres que puedan ir generándose en los hijos tendrán consecuencias en el futuro, y marcarán la vida de los mismos influyendo incluso en su vida cotidiana. Por eso es tan importante el ser conscientes de nuestros actos y dar siempre lo mejor de nosotros mismos a los demás, para que nuestro lado negativo no termine siendo un espejo en el que puedan verse reflejados nuestros seres queridos.

Autor: Jesús Falcón

Cofundador del Proyecto educativo Bosque de Fantasías, programador y desarrollador por excelencia, dedicado al mundo educativo y a su evolución.

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