Cosas que no ayudan a que tus hijos coman más y mejor

“Mi hijo no come nada” es una triste y cotidiana afirmación de miles de padres y madres que viven con suplicio y desesperación el momento de dar de comer a sus hijos, creándose una situación diaria de auténtico tormento. Y lo cierto es que este es un problema que crea verdadera angustia en los progenitores con más frecuencia de lo que se pueda pensar, primero porque realmente piensan que los niños no están tomando los nutrientes que necesitan para estar sanos, y segundo, porque vivir cada día una guerra en la mesa es agotador.

 

comer mal

 

 

La gran mayoría de los niños y niñas que comen mal  son solo eso, niños que no comen demasiado o que les gustan dos cosas contadas, pero no significa que no coman. En el caso de los niños que comen poco lo más probable es que el organismo de ese niño o niña en cuestión no necesite más alimento, lo cual no debe ser motivo de preocupación siempre y cuando lo que coman sea algo equilibrado y cumpla con los requerimientos de la pirámide nutricional. En cualquier caso, si el niño come demasiado poco, siempre es importante consultar todas las dudas con un pediatra para que pueda confirmarnos si hay peligro de leve desnutrición o no.

En el caso de que el niño esté perfectamente sano (repetimos: habiendo sido confirmado por el pediatra), existe la posibilidad de que se estén dando una serie de actitudes frecuentes que quizá, sin darte cuenta, puedas estar manteniendo en casa y que nunca benefician ni a los niños ni a los propios padres.

 

 

5 actitudes que pueden contribuir a que los niños coman poco y mal

 

  • ¿Quieres repetir, cariño?

Esta frase suele también repetirse mucho, y proviene de una falsa creencia antigua heredada generalmente por madres y abuelas, de que cuanto más come un niño más sano está. Sin embargo, nada hay más alejado de la verdad que esta idea de la sobrealimentación.

Cada niño y su correspondiente organismo es un universo aparte, y en consecuencia, también las necesidades relacionadas con la alimentación pueden cambiar de un niño a otro. Es como si pretendieses que tu hijo corriera igual de deprisa que el hijo de una amiga tuya que lo hace muy deprisa y muy bien. Hacer comer a un niño por encima de sus posibilidades solo le creará un sentimiento de rechazo a la hora de sentarse a la mesa, iniciándose un círculo vicioso que hará que cada vez que el niño tenga que enfrentarse a un plato se ponga a la defensiva y nervioso.

 

  • Lo hago por tu bien

Si tu deseo es que el momento de comer no solo no sea algo problemático, sino que además sea un momento agradable y feliz, está en tu mano el conseguirlo. Tienes que dar a tu hijo un voto de confianza, respetarle y conseguir que él también lo termine percibiendo así. Si el niño dice cosas como basta o no quiero más, no te empeñes en que se tome la última cucharada y menos aún en que se termine el plato entero. Imagínate que a ti te obligasen a comer más de lo que quieres en un momento dado…pues lo más probable es que, después de esa sensación, ya no quisieses probar esa misma comida u otra similar en mucho tiempo.

 

  • ¡Mira, viene el avión!

Aunque este tipo de frases son un recurso utilizado durante generaciones, lo cierto es que no es un buen recurso, pues supone engañar a los peques que aún no entienden demasiado bien las bromas ni las tácticas. Además, en el caso de que logren entender la mecánica del recurso, solo conseguiremos que piensen que, si necesitamos engañar, sea porque la comida está mala o no es buena en realidad. ¿Por qué habría que maquillar algo que en sí está bien y es bueno?

Tampoco es buena idea hacer que se coma un plato distrayéndole con la televisión, ni con una cucharada de yogur sobre otra cucharada de puré, ni corriendo detrás de él por toda la casa… Con estas actitudes no estarás avanzando para conseguir tu verdadera meta: que el niño coma mañana mejor, sin ayuda y sin problemas.

 

hacer el avión

 

 

  • Ponerse nervioso y contagiarlo

Si los nervios te pueden cuando tu hijo come mal, es mejor que le dé de comer otra persona. Si tu hijo percibe el estrés y la angustia asociará el momento de comer como algo negativo, se pondrá nervioso y llegarán las temidas rabietas y negativas en redondo. Si el niño dice “ya no quiero más” retírale el plato sin aspavientos y, por supuesto, sin ofrecerle otra comida que sabes que le gusta más.

Esto no quiere decir que le tengas que obligar a comer algo que realmente no le agrada. Ellos, al igual que tú, tienen su propio paladar y hay sabores que les disgustarán por más que lo intentes. Si sabes que las judías le ponen enfermo intenta sustituirlas por otra verdura, y si no hay manera de que coma verdura entera dásela en purés, introdúcela en salsas de carne o sustitúyela por fruta durante un tiempo. Ya le llegará el momento de disfrutar con una menestra o algo parecido cuando se haga más mayor, lo cual es probable que no ocurra nunca si se ha visto obligado en la infancia a comerla en contra de su voluntad o produciéndole arcadas.

 

  • Come porque te está viendo Papá Noel (o los Reyes Magos)

La comida no es un medio para lograr otras cosas, la comida es una necesidad, no un premio o un castigo. Si tu hijo se toma algo que no le apetece porque sabe que luego hay o no una recompensa, estará estableciendo los valores de la nutrición sobre creencias equivocadas. Esto puede llevar a los más pequeños a tener problemas en un futuro con su alimentación, tanto por defecto como por exceso.

 

Tener en cuenta estas frecuentes situaciones cotidianas puede hacernos reflexionar sobre lo que de verdad ocurre en casa. No te obsesiones demasiado ni te conviertas en un sargento. Si tu hijo está feliz y sigue corriendo y jugando con normalidad es probable que no esté teniendo problemas serios con su alimentación. No olvides que terminarse un plato enorme puede ser placentero para un adulto, pero no tiene por qué serlo para un niño y no le hará sentirse mejor. Cuando su cuerpo lo necesite, y siempre procurando que la comida que haya en casa sea lo más equilibrada posible, comerá, pues es la gasolina que necesita para mover el cuerpo y disfrutar.

 

 

 

Autor: Jesús Falcón

Cofundador del Proyecto educativo Bosque de Fantasías, programador y desarrollador por excelencia, dedicado al mundo educativo y a su evolución.

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