Sorprendentemente, a día de hoy, hay aún demasiada gente que sentencia y comenta a quien lo quiera oír que un buen cachete a tiempo es fundamental para educar. Ya sea usando la zapatilla o dando una nalgada, reivindican el golpe y el miedo como recursos fabulosos para hacerle entender al niño de una vez por todas quien manda aquí y que las normas están para respetarlas.
No deja de ser curioso, por contradictorio, que se pretenda enseñar el respeto sin respetar. Concretando más, sin respetar el cuerpo ajeno ni su dolor, porque la violencia física es una falta de respeto absoluta y además se perpetúa en bucle sin fin. Si pegas a un niño únicamente le estás enseñando a pegar. Nada más. A pegar a quien sea para no tener miedo (ese miedo que justamente siente cuando le pegas), a maltratar para imponerse y para zanjar el problema, sea cual sea, radicalmente. Para dejar claro que los golpes por pequeños que parezcan (si es que hay golpes pequeños, que lo dudo) son infinitamente mejores que las palabras, las razones, la calma, la paciencia y, sobre todo, que el respeto.
En la sociedad hemos pasado de educar rígidamente como antaño, a dejar que la TV y hoy en día las redes sociales e internet enseñen y acompañen a nuestros hijos. Unos niños que cada vez están más solos y menos atendidos, y por esa falta de cercanía que nos hace sentir culpables es que los mimamos y consentimos para compensar, sin tener en cuenta que darles todo y dejarles hacer lo que quieran sin control no es ni de lejos la solución. Aun así, un cachete no va a arreglar nada, muy al contrario.
¿No eres capaz de explicarle a tu hijo por qué no debe hacer algo sin pegarle o amedrentarlo?
Pues déjame decirte que si le corriges con firmeza y tranquilidad, no haciendo caso de sus llantos o pataleos a la vez que respiras con calma y le explicas de forma clara el por qué no puede comportarse así o por qué nos vamos o que ahora no es hora de comer golosinas o lo que sea… pues sí costará un poco (depende de lo acostumbrado que esté a hacer lo que le da la gana), pero acabará entendiendo y mucho mejor que si usaras la violencia física. Seguro. Porque te verá y percibirá sereno, calmado, en tu sitio y convencido de que las cosas son como dices.
Abrázalo cuando comience a tranquilizarse, a darse cuenta de que tienes razón y que no está bien que sea caprichoso, ni que grite ni que se emperre en algo que no se puede hacer. Usa tu sexto sentido, tu capacidad de negociar y de convencer. Un niño nos pone a prueba todos los días y es sencillísimo perder los nervios. Cuando esto pase respira hondo, piensa que el adulto eres tú y que en su rabieta lo que está pidiendo a gritos es orden, normas y más que nada, atención.
Vuelvo a insistir en que negocies con él, dialogues, le expliques los porqués, te mantengas firme en lo que no se puede o no se debe, escuches sus argumentos y llegues a un entendimiento mutuo, le enseñes a respetar las normas y principalmente a los demás.
Si está muy nervioso, permite que se calme solo, no pasa nada porque llore o patalee un poco, deja que libere su frustración y su enojo y dile que cuando se calme habláis, pero tú no pierdas la calma, por favor. Sé su ejemplo, piensa si quieres que tu hijo sea un adulto paciente y dialogante o, por el contrario, una persona violenta y sin control, y actúa justo como quieras que él se comporte.
No es fácil, pero si estás leyendo esto es que te interesa y te preocupas por su formación y desarrollo como persona, así que estás en el camino correcto. Ahora solo es cuestión de respetarlo a él para que aprenda a respetar; de escucharlo y observarlo; de que el tiempo que pases con el niño sea de calidad, sin teléfonos de por medio; de creerte capaz y de tener un poquito de paciencia.
El premio es “fabricar” una personita pacífica y fuerte que, me apuesto lo que quieras, te va a regalar muchos, muchos abrazos… ¡igual más de los que piensas!
22 julio, 2017
Buenas Noches, muchas gracias por sus artículos.
18 mayo, 2018
Francamente hay que investigar más del tema, y revisar más opciones, hay un libro muy interesante del Dr. James Dobson donde argumenta perfectamente esta situación en todos los aspectos posibles, entre ellos que no es lo mismo la corrección a violentar a un pequeño, y que no se debe ignorar el comportamiento esperando que algún día maduren solos, como padres es lo que nos toca su formación, también el aspecto de rebeldía premeditada (el pequeño lo hace a propósito) e irresponsabilidad infantil ( es parte de la torpeza del pequeño) y como actuar en esto. Me gustaría se apliara el tema ya que la disciplina y la corrección son necesarias y sanas para los límites y seguridad de nuestros hijos.