Los niños pequeños son un misterio que los padres poco a poco van conociendo. Sin embargo, existen situaciones incómodas para los papás cuando los más pequeños de la casa comienzan con sus rabietas. Por ejemplo, a medida que los niños crecen, comienzan a explorar el mundo, a expresar lo que sienten y a descubrir sus propios límites y, en ese camino, es normal que surjan momentos de tensión, frustración y emociones desbordadas.
No olvidemos que las rabietas forman parte del desarrollo emocional de cualquier niño, y aunque son completamente naturales, pueden poner a prueba la paciencia y las habilidades de los adultos que les rodean.
Muchos padres se sienten desbordados al no saber cómo actuar en esas situaciones. ¿Hay que intervenir? ¿Ignorar? ¿Castigar? Lo cierto es que no hay una única fórmula mágica, pero sí estrategias que pueden ayudarte a entender mejor lo que está ocurriendo y, sobre todo, a manejarlo de manera respetuosa y eficaz. Por ello, en el siguiente artículo, expondremos una serie de pasos recomendados para lidiar con estas situaciones y poder frenar las incómodas y desagradables rabietas.
Pasos recomendados para frenar las rabietas de los peques
- Paso 1: prevenir la rabieta
Como buen padre o madre, seguro que ya habrás identificado las causas más comunes de las rabietas de tus hijos. Entonces, llegado ese momento, es bueno evitar esos pequeños estímulos que sabes que tarde o temprano desencadenarán la crisis de tu hijo(a). También tienes que tener en cuenta que ante las necesidades fisiológicas de sueño o hambre están más irritables y son más propensos a sufrir una rabieta. Por ello, recuerda que no se trata de ir con pies de plomo, sino de ser inteligentes y evitar malos momentos en casa.
- Paso 2: desviar la atención
Sé inteligente y no caigas en la trampa, porque el objetivo de las rabietas de los niños es conseguir algo… para ello aprovecha que los peques se pueden distraer con otras cosas, es decir, trata de hacer otras actividades que al niño le puedan llamar la atención para despistarlo y hacerle olvidar la causa de su enfado.
- Paso 3: comprender y mantener la calma
Cuando un niño hace una rabieta, muchas veces nos sentimos tan airados que perdemos la calma. Sin embargo, aunque parezca difícil, tienes que mantener la calma. ¿Por qué? La respuesta es simple: porque el niño está aprendiendo a ser mayor y a vivir en sociedad, y como adulto tienes que enseñarle cómo debe tratar a las demás personas. ¿Cómo quieres que reaccione ante situaciones similares? ¿Agarrando fuerte del brazo y diciendo “¡Cállate!”, o manteniendo la calma y siendo inteligentes ante la situación? No olvides que, ante una rabieta, no se le debe prestar atención al niño, porque el momento de furia pasará y, como en el paso dos, desviar la atención es el mejor remedio.
- Paso 4: qué hacer tras el berrinche
Las rabietas no pueden tener consecuencias, por lo que no hay que reprocharles ni hacerles sentir mal por su mal comportamiento. Como padre tienes el trabajo de que el niño entienda que tiene oportunidades para hacer las cosas bien, así que recuerda que las palabras que le digas quedarán guardadas para siempre en su mente y su corazón.
Las rabietas, una forma natural de poder comunicarse
En definitiva, las rabietas no son más que una forma que tienen los niños de comunicar lo que aún no saben poner en palabras. Son una manifestación de su inmadurez emocional y, por eso, necesitan más que nunca la guía serena y firme de los adultos. No se trata de evitar que tengan emociones intensas, sino de acompañarles para que aprendan a gestionarlas con el tiempo.
Y es que, al final, cada rabieta es una oportunidad para enseñarles que sentirse mal no es tan malo, pero que hay formas adecuadas de expresar lo que les pasa. Así, con amor, paciencia y coherencia, podremos ayudarles a crecer emocionalmente y convertir esos momentos difíciles en aprendizajes valiosos. Porque detrás del llanto y del enojo, hay un niño que necesita comprensión, límites claros y, sobre todo, sentir que seguimos ahí, incluso cuando todo se desborde.