Siempre han existido niños cuyas habilidades no parecían estar hechas para la comprensión y la práctica de las matemáticas, y esto venía auspiciado muchas veces por la confirmación de esa misma falta de habilidad por parte de alguno de sus progenitores. Ciertamente, muchas personas sienten dificultades a la hora de enfrentarse a las matemáticas, y esto causa muchos problemas a los estudiantes relacionados con los nervios, con la rabia y con la angustia. De hecho, se trata de un problema tan habitual y tan permanente en el tiempo, que en torno a él existe un término conocido como “ansiedad matemática”.
Pero, ¿por qué este problema no se ataja de una manera más efectiva? Por ejemplo, con campañas de dinamización y animación a la práctica de las matemáticas, al igual que se hace con las campañas creadas para el fomento de la lectura. De hecho, si lo pensamos bien, ambas actividades tienen mucho que ver, puesto que no es posible que un alumno pueda enfrentarse con éxito a las matemáticas si no comprende lo que lee y lo que tienen ante sus ojos. Los niños necesitan aprender y tener vocabulario académico para poder leer de manera competente y comprender contenidos complejos.
En este sentido, son muchos los profesores de matemáticas que son conscientes de que existe un problema y ese problema no es “que existan niños negados para las matemáticas”, sino más bien que existen tópicos que es preciso desterrar cuanto antes y ponerse en marcha en la búsqueda de nuevas estrategias y didácticas de enseñanza matemática. La brecha entre las habilidades matemáticas que poseen los niños y lo que demuestran en un examen es solo una de las pruebas de la escasa o nula efectividad que tienen los métodos de enseñanza actuales. Además, desafortunadamente, muchos profesores son reacios a abandonar las formas tradicionales de enseñanza en las que hay un enfoque y una solución a un problema que debe adquirirse de memoria.
Es decir, que las matemáticas se están enseñando de forma incorrecta y queda aún mucho por hacer para que las escuelas reaccionen a este problema y pongan las debidas soluciones. Tal vez, una buena manera de comenzar sería desterrando ideas tan falaces como la de que existen niños buenos y malos en matemáticas o que solo existe una forma de aprender matemáticas y que algunos niños se muestran reacios a seguirla o son menos válidos.
Paciencia y empatía, claves para una nueva enseñanza matemática
Muchos niños que han tenido problemas con las matemáticas, y que incluso habían sido “dados por perdidos” por parte de sus maestros, lo único que necesitaban era sentarse y echarle tiempo (lo que ocurría a menudo en compañía de sus padres) para poder aprender y avanzar. Y esto tiene sentido, puesto que al ser la memoria lo que más se suele trabajar a la hora de enseñar fórmulas matemáticas, a la mínima que alguien se salte un paso ya no entenderá nada.
La didáctica de la enseñanza a través del ejercicio de la memoria obvia que el cerebro de todas las personas no funciona de la misma forma, y por ello un mismo método de estudio no puede ser válido para todo un alumnado. Desgraciadamente, la escasez de profesores y la falta de tiempo hacen muy difícil que se puedan adaptar diversos métodos en función de las capacidades de cada uno, y eso también es una realidad. Sin embargo, sí que existen muchas cosas que se pueden hacer para mejorar, como impulsar la autoestima de los estudiantes haciéndoles ver que puede enfrentarse a las operaciones con éxito, en lugar de llamarles a la pizarra sabiendo que aún no lo tienen claro, a pasarlo mal y a fracasar en la batalla.
Es muy importante ser conscientes de que el aprendizaje de memoria no puede funcionar con las matemáticas, y que lo que de verdad necesita esta disciplina es creatividad, gimnasia y confianza con un largo camino por recorrer con diferentes vertientes. ¿Por qué no involucrar a los alumnos en la resolución de los problemas en lugar de obligarles a aprender y a seguir unas determinadas reglas? Es decir, no simplemente enseñar a seguir las reglas para lograr una buena calificación, sino trabajar en que las matemáticas se vean como ese camino que nos conduce a la resolución efectiva de los problemas de una forma divertida. En definitiva, buscar nuevas estrategias y realidades que de verdad se centren y luchen por conseguir que los niños amen los números, al igual que se hace para que amen las letras.
El método “Jump Math” de John Mighton
John Mighton, un matemático, escritor y dramaturgo canadiense, es conocido a día de hoy por su ferviente lucha por una nueva enseñanza de las matemáticas. En este sentido, Mighton ha diseñado un programa de enseñanza dirigido especialmente a aquellos alumnos que no logran tener buenos resultados en la materia, y ha conseguido que dichos alumnos lleguen a disfrutar de verdad de esta asignatura tan importante, tengan la habilidad que tengan.
Mighton identificó dos problemas principales en la enseñanza de las matemáticas: el primero es la sobrecarga del cerebro de los niños con estrategias que se mueven demasiado rápido entre lo concreto y lo abstracto, lo que conduce a usar de forma casi obligatoria la memoria; el segundo, que las clases se suelen terminar dividiendo por habilidad, creándose jerarquías que inhabilitan a los estudiantes más débiles sin que ello beneficie en realidad a los considerados mejores.
Según Mighton, acabar con este problema y esta forma tradicional de enseñar las matemáticas pasa por el llamado “aprendizaje basado en problemas”, que indica que el verdadero papel de los maestros no debe ser proporcionar una instrucción directa, sino permitir que los niños colaboren para encontrar soluciones a problemas complejos y realistas que tengan múltiples enfoques y respuestas. Como muchos niños no tienen a priori los componentes básicos necesarios para descubrir las respuestas, debe trabajarse poco a poco a través de “un descubrimiento guiado” capaz de hacer que se comprenda cada paso que se da. Por eso la clave del programa “Jump” comienza de una manera progresiva en un tiempo relativamente corto, aumentando la confianza de los más pequeños y motivándoles a seguir y a confiar en sí mismos y en su capacidad.
Como vemos, el método de Mighton no es nada nuevo, pero sí que es un empuje muy necesario hoy en día para enfrentarnos a nuestra realidad, que no es otra que la de que las matemáticas se están enseñando mal, poniendo soluciones urgentes y creativas. Solo con ejercicios y dinámicas en las cuales todos los estudiantes puedan participar con éxito, a un mayor o menor ritmo, podrá despertarse la pasión por los números en todo tipo de niñas y niños.
8 febrero, 2021
En el colegio de mis hijos se implantó JumpMath hace 4 años y los resultados obtenidos han sido un fracaso: el nivel de los escolares es muy inferior al de otros centros del municipio, no se expresan correctamente en el lenguaje matemático, no aprenden los conceptos ni las definiciones por lo que en los exámenes obtienen peores resultados ya que deben deducir esos conceptos que otros niños aprenden y memorizan.
No dudo en que sea un método que evite el desenganche de muchos niños con dificultades para las matemáticas, pero también hace que el nivel del resto de la clase sea muy inferior al de alumnos de la misma edad que aprenden por los métodos tradicionales.