Aunque parezca mentira, los sistemas de evaluación que imperan en la mayoría de comunidades educativas son responsables de las malas notas de muchos niños. Y es que los más pequeños crecen en un mundo escolar que prima por encima de todo los resultados, añadiendo un nivel de presión y de exigencia que no todos pueden soportar de la misma forma. Por eso es tan importante adaptar las técnicas de aprendizaje a los diferentes tipos de alumnos que existen, con el fin de subir la autoestima de los estudiantes que tengan menos tolerancia al miedo y a la frustración y permitiendo con ello que todos se encuentren al mismo nivel de condiciones a la hora de demostrar resultados.
Cosas que podemos hacer para favorecer las técnicas de aprendizaje
Lo ideal para establecer un sistema de aprendizaje y de estudio que realmente funcione es conocer a los niños, y desde luego no hay sitio mejor para hacerlo que en el propio hogar. Es cierto que cada vez los padres disponen de menos tiempo para disfrutar y compartir en casa con sus hijos, pero no es menos cierto que la educación de un niño es un pilar fundamental que no debe aplazarse en el tiempo por ninguna causa, ni siquiera por dificultades de agenda. Por eso, para poder ir diseñando el método que mejor se adapte a las capacidades de cada niño, como padres podemos hacer hincapié en los siguientes puntos básicos:
- Vigilar y observar de qué forma el niño/a se enfrenta a un examen de contenidos.
- Establecer sistemas para resumir y dar prioridad a los elementos más importantes a la hora de estudiar.
- Establecer un horario de apoyo y de resolución de dudas diario para que el niño pueda ir adquiriendo confianza y destreza.
- Adecuar las cargas de trabajo a las posibilidades reales del niño/a.
- Establecer una rutina de trabajo y poner recompensas positivas al trabajo realizado, para aquellos que presenten más problemas de atención.
- Dotar al niño/a de autoconfianza y de mecanismos de tolerancia ante la frustración.
Todas estas medidas deberían ser consultadas y puestas en común con el profesorado, que también conoce en profundidad las debilidades y fortalezas de cada alumno. Pero lo fundamental es depositar confianza en los más pequeños, y hacerles ver que errar no es un fracaso en la educación, sino un camino hacia el éxito. En este sentido, establecer dinámicas de dramatización y de trabajo en grupo puede ser muy positivo para que los niños sean conscientes de que hacer algo mal no debe ser un motivo de ridículo ni de vergüenza (puesto que todos nos equivocamos), sino un punto de partida para la superación y el esfuerzo.
El teatro y las dinámicas de equipo harán un papel muy importante en la pérdida de la vergüenza de los alumnos y en la adquisición de la confianza y la autoestima, valores fundamentales para que los niños pierdan esa sensación de miedo y fracaso que producen las malas notas. Asimismo, aplicar otros sistemas de evaluación que no se centren tanto en las notas numéricas, sino también en otras habilidades que puedan irse adquiriendo a lo largo del proceso de estudio y aprendizaje (como pueda ser el empeño, el esfuerzo o aprender a resumir y a discriminar la información de manera efectiva), puede ser muy eficaz y positivo para los estudiantes y la mejora de los procesos formativos.