¿Cómo piensan nuestros hijos?

Los adultos tendemos a analizarlo todo y a observarlo desde nuestro propio punto de vista, pero esto, lógicamente, suele entrar en conflicto y en contradicción con la forma de ver el mundo de nuestros hijos.

Tendemos a reprochar conductas de los más pequeños porque desde nuestro conocimiento, nos resultan descabelladas, absurdas o inadecuadas. Sin embargo, esta forma de discernir no es la que tienen los niños, y por eso tenemos que procurar pensar como lo harían ellos, no solo para no herirles innecesariamente, sino también para no confundirles.

Dentro de que pueden ser muchos los aspectos sobre los cuales entremos en discusión con nuestros hijos, son tres los que destacan por encima de otros.

 

ASPECTOS POR LOS QUE PODEMOS ENTRAR EN DISCUSIÓN

  • Conciencia del tiempo: los niños cuando son pequeños, aún no han desarrollado una conciencia real del tiempo como la que tenemos cuando ya somos adultos. Los niños pequeños responden generalmente a impulsos, y por eso es muy difícil que reconozcan como algo evidente aquello que nosotros sí logramos reconocer. Procura no ser tan explícito a la hora de decir frases como “porque sí”, “porque lo digo yo” o “ahora mismo”, porque en modo alguno sonarán de forma coherente para tus hijos.
  • El lenguaje: la forma en la que hablamos tampoco es igual para nuestros hijos que para nosotros cuando nos relacionamos con otros adultos. Debemos tener en cuenta que los niños, al no tener aún un desarrollo avanzado del lenguaje, la semántica o la gramática, no entienden las palabras como ya lo hacemos nosotros, lo que puede generar confusiones a cada momento, propias de situaciones del todo cotidianas. Si le dices a tu hijo que hay que esperar para hacer algo, procura que tu mensaje sea concreto, porque los niños no pueden situar una situación o acción muy a largo plazo. “Iremos al parque un día de estos” no será lo mismo para él que, “en cuanto comamos bajamos al parque”. O, “hay que ordenar los juguetes” no es lo mismo que “para que sigamos haciendo eso que me pides, hay que guardar antes los juguetes”. 

Del mismo modo, decir a los niños “no” o “porque no”, son formas que solo llevarán a la confusión y a crear situaciones difusas en sus mentes, salvo que vayan acompañadas de una verdadera y breve explicación.

  • Vivir en presente: los niños no pueden ver el mundo a muy largo plazo como lo hacemos nosotros, y por ello emplazar planes a futuro no tiene mucho sentido cuando nos dirigimos a ellos. A esto se suma que los niños no tienen desarrollada la habilidad de la paciencia, ya que es algo que irán adquiriendo (o no), en función del paso del tiempo, con lo que se explica que cuando quieren algo lo quieran en ese preciso momento y de formas a veces aforadas y atosigantes. No olvides esto a la hora de hablar con ellos, para evitar así malentendidos o disgustos por tu parte.

Que los niños no piensen como nosotros no debe ser un lamento ni una angustia por nuestra parte, puesto que es algo normal y así debemos asumirlo aunque pueda resultar frustrante en algunas situaciones. Para eso está la educación que les otorguemos y el ejercicio de la paciencia, la nuestra, para dejar pasar el tiempo y dárselo también a ellos. Aprender a expresarnos con los niños con habilidad, teniendo en cuenta todas estas circunstancias, nos asegurará a la larga grandes triunfos, así como un ambiente mucho más agradable y plácido en casa.

Autor: Jesús Falcón

Cofundador del Proyecto educativo Bosque de Fantasías, programador y desarrollador por excelencia, dedicado al mundo educativo y a su evolución.

Comparte este artículo en

Envía un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *