Estudiar para aprender no es lo mismo que estudiar para aprobar

Los sistemas de evaluación que se preocupan, en primer lugar, por demostrar que el alumno aprobó, necesitan contar con métricas como los números para poder comprobarlo. Sin embargo, a la hora de darnos cuenta de si el alumno aprendió verdaderamente la lección, el maestro/a debe enfocarse en tres elementos que nada tienen que ver con los números, que son: detectar los problemas del alumno, tratar de entenderlos y buscar soluciones que permitan la mejora de su aprendizaje.

Como se puede comprobar, el sistema que aplica un profesor que desea que el alumno aprenda de verdad es muy distinto de aquél que busca el aprobado en una prueba de examen.

Si entrásemos en una discusión entre maestros y profesionales de la educación, es probable que ganase la idea de que la estrategia que se centra en el aprendizaje es la más adecuada para capacitar a los estudiantes, sin embargo, lo cierto es que sigue predominando como método de evaluación el examen. Reconocer esto como cierto vendría a decir que los sistemas tradicionales de evaluación se han quedado algo obsoletos, y tal vez el sistema académico no esté preparado aún para afrontar ese nuevo reto del cambio. ¿O quizá sí?

 

MÉTODOS DE EVALUACIÓN

 

 

No es lo mismo no tener conocimiento que no tener hábito

 El sistema de calificación en España tampoco se ha mantenido estático siempre y, por ejemplo, hace bastante tiempo que en muchos colegios se apostó por el paso de los números a las letras (o mejor dicho palabras) en forma de “sobresaliente”, “notable”, “aprobado”, etc. Esta forma de calificar dejaba un abanico más amplio entre nota y nota, lo que muchas veces constituía un respiro para el alumno. Sin embargo, este tipo de calificaciones, tampoco clarifican el verdadero nivel de aprendizaje alcanzado.

Por eso el docente debe ser muy descriptivo a la hora de evaluar con este nuevo parámetro, pues incluso los padres quieren tener más información acerca de si sus hijos aprobaron o no. Por ejemplo, un alumno que tiene una nota de “aprobado” es posible que requiera mejorar el conocimiento, pero otro alumno con la misma calificación es posible que ya tenga el conocimiento pero deba mejorar sus hábitos de estudio o su forma de organizar y plasmar las ideas en un papel.

 

 

Corregir solo lo puede hacer quien se ha equivocado

 Otra de las metas que debe plantearse todo docente es enseñar a sus alumnos a autocorregirse, ya que es la única forma de que el alumno/a aprenda realmente. Cuando el profesor se lleva los exámenes para su casa con la intención de corregirlos, lo que en realidad está haciendo es detectar las fallas que su alumno tiene, pero no está realmente corrigiéndolo. La corrección es darse cuenta de la falla, entenderla y aceptarla como error para, finalmente, poder hacer los cambios oportunos.

Es decir, que debemos procurar alejarnos (y alejar a los alumnos) de la obsesión por las notas y las calificaciones a final de curso, y centrarnos más en esa importancia del aprendizaje, en ese poso que debe quedar después de haber estudiado una materia. Así mismo, los profesores deben poder evaluar de tal forma que los resultados no solo arrojen puntuaciones, sino también la información necesaria acerca de aquello en lo que se debería mejorar. Dicho de otra manera, necesitamos mejorar los sistemas de evaluación tradicionales y caminar hacia otros tipos de experiencias, capaces de capacitar a los estudiantes en el aprendizaje, y no tanto en calificar su capacidad para aprender algo de memoria.

Es necesario, por tanto, que seamos capaces de identificar las verdaderas dificultades a las que se enfrenta el alumnado a la hora de estudiar y encontrar la forma de ayudarles a superarlas, lo que nos lleva a la necesidad también de individualizar los sistemas de evaluación, pues no todos los estudiantes se enfrentarán a los mismos problemas ni precisarán de las mismas soluciones.

 

ESTUDIAR DE MEMORIA

 

 

También es importante que no solo se dedique el profesor a corregir y que se ayude al alumnado a ser capaz de identificar sus errores y a aprender a poner soluciones a los mismos, pues en la vida solo el que se ha equivocado puede ser capaz de sobreponerse al error y superarlo. Ensayo, experiencia y error…es uno de los mensajes que más deberían transmitir los profesores a los alumnos. Esto no quiere decir que los exámenes no sean un buen sistema, pues son muy útiles para hacer recuento de los contenidos y de la capacidad de los alumnos para recordar y expresar sus ideas y conclusiones al respecto, pero debemos tener en cuenta que el verdadero aprendizaje va mucho más allá de lo memorístico, y que por eso, si no se enfrenta el gran reto que supone mejorar los sistemas de evaluación, la capacidad de aprendizaje siempre estará mermada y presentará carencias, muy probablemente, difíciles de superar conforme pase el tiempo.

 

 

Autor: Almudena Orellana

Cofundadora del Proyecto educativo Bosque de Fantasías, escritora creativa y redactora jefe. Leer más

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