Generalmente, existen señales que nos muestran cuándo nuestros hijos crecen bien y son súper felices. Son señales que nos indican que se desarrollan de manera equilibrada y que les permitirán desempeñarse bien en todos los ámbitos de la vida. Muchas veces, en este sentido, buscamos información acerca de si los niños son inteligentes, superdotados, exitosos…pero, ¿significa eso que son felices también? ¿Cómo saber esto último?
No importa desde qué punto de vista se mire, pues la infancia debe ser siempre la mejor y la más feliz de las etapas en la vida de un ser humano. Pero ojo, porque esto no siempre es así, y los niños nunca nos van a dar una respuesta concreta y definitiva sobre si son felices o no, pues en realidad ellos no tienen mucha idea de lo que es la verdadera felicidad o no sabrían explicarla.
Sin duda, el cuidado diario y la provisión económica son las responsabilidades básicas que todo padre tiene con respecto a un hijo, pero existen otras igual de importantes y principales. Así, por ejemplo, los padres también son responsables de manera directa de la felicidad y del bienestar emocional de sus hijos, siendo los modelos a seguir de los mismos. De esta manera, y gracias a la observación, los padres deben estar pendientes e interpretar las emociones de los más pequeños, así como todas las señales que puedan enviar. Además, cuando esta observación se complementa con acciones, hábitos y expresiones, tendremos suficientes indicadores para hacernos una idea sobre el nivel de felicidad real de un niño. Pero, ¿cuáles pueden ser esos indicadores? ¿Cuáles son las señales de comportamiento que nos indiquen que un niño es súper feliz?
Niños más sensibles y abiertos a los consejos de sus padres
Los niños, al principio, quieren ser llevados en brazos de sus padres y ser siempre el centro de atención de los demás. Disfrutan mucho jugando y caminando y también conversando con ellos y escuchando sus consejos. A su vez, los niños casi siempre respetan a sus mayores y a sus modelos de referencia y saben ceder en situaciones que pueden ser discutibles. También se van volviendo más exigentes, de la misma forma que lo van haciendo sus padres.
¿Pero cómo se vuelven más exigentes los niños? Por ejemplo, un niño pequeño muy exigente a una edad temprana puede revelarnos que se trata de un niño que mantiene una alta “comodidad psicológica”, y el sentirse cómodos a nivel psicológico es señal de una buena autoestima. Por el contrario, los niños que son poco felices y experimentan falta de amor, cuidado y atención por parte de los padres, suelen ser por lo general temerosos de expresar sus deseos y necesidades, y esto es un indicativo claro de que el nivel de confianza y comprensión mutua dentro de la familia es bajo.
Niños que imitan todo lo que hacen sus padres o demás adultos
Los niños son maestros de la imitación, soliendo imitar las palabras, los hábitos y el comportamiento de los padres y de los hermanos mayores, pero un niño feliz imitará mejor y más veces que nadie el comportamiento y las acciones positivas de sus padres, a lo que además sumará indicadores como los siguientes:
- Rara vez hace rabietas
Los niños pequeños suelen tener rabietas, tanto cuando están en casa como cuando están en público. Quieren lo que quieren cuando lo quieren, y si no lo obtienen hacen rabietas que no solo son difíciles de manejar para ti, sino también vergonzosas si estás en público. Esto, a menudo sucede cuando los padres han sido demasiado permisivos. Por el contrario, si tu hijo no tiene rabietas con frecuencia y tiene un buen sentido del razonamiento, sin duda estarás en el camino correcto de crianza y en la senda de la felicidad.
- No trata de llamar la atención
A la mayoría de los niños pequeños les gusta llamar la atención y quieren que el mundo se centre en ellos. Sin embargo, como padres, es posible que también se deban atender otras necesidades y que no siempre se puedan cumplir los caprichos y evitar las rabietas. En cualquier caso, un niño feliz es comprensivo y no tratará de llamar la atención de mala manera, evitando poner en aprietos a sus padres y no llevando las situaciones al límite.
- Es difícil lograr que se duerman
Dormir bien por la noche es algo preciado por casi todos los adultos, y esto es algo que a los niños súper felices les cuesta hacer. Los niños activos y felices tienen muchos sueños y anhelos, y esto hace que les cueste aferrarse a las reglas y rutinas del descanso marcadas por los adultos. Los niños que son súper felices siempre piensan que se van a perder algo, por lo que no acostumbran a acostarse a tiempo. Y es que, sus habilidades para soñar e imaginar, hacen que conciliar el sueño sea más difícil, pero a la vez más colorido e interesante.
- Está satisfecho con lo que tiene
Los niños, cuando son muy caprichosos, nunca suelen sentirse satisfechos con lo que tienen, y esto es algo que los niños que se muestran súper felices no hacen tanto (lo que no quiere decir que nunca) porque suelen sentirse tranquilos. A menudo, los niños más inconformistas quieren algo que otra persona o niño tiene y de nuevo recurren a las rabietas para conseguirlo. Un niño feliz, por el contrario, se sentirá casi siempre a gusto con sus propias cosas, e incluso tenderán a ofrecérselas a los demás motu proprio.
- Está dispuesto a compartir
Como decíamos, compartir puede ser difícil para algunos niños, pero un niño feliz está dispuesto a compartir sus juguetes, su comida y demás con otras personas, o con sus hermanos y amigos. Y esta es una de las mejores muestras de que alguien es súper feliz y alegre, puesto que nada puede hacer más feliz a uno mismo que invitar a los demás a esa nube de felicidad y a esa sensación de bienestar. Afortunadamente, con la orientación y el estilo de crianza adecuados, todos los niños pueden dominar este concepto de la generosidad, lo que de paso también les será de utilidad para ser más felices en la vida.
Crecer bien y desarrollarse de forma plena es vital y es la principal responsabilidad de los padres, pero también es muy importante crecer felices y permanecer atentos a esas señales. Desde luego que en la felicidad de un niño pueden intervenir muchos factores, y no solo lo que hagan o dejen de hacer los progenitores y demás familiares cercanos, pero sí que se pueden asentar las bases de la alegría en una familia e influir para que las conductas y el día a día se recuerden en el mañana como el sueño y el pasado más feliz.