Antes de alarmarnos y de pensar que nuestros hijos tienen déficits de atención, hiperactividad o cosas peores, sería bueno que recurriéramos a las cosas más comunes que nos suceden en la vida, como el cansancio. Y es que el cansancio es el causante de la mayoría de actitudes complejas o irritantes que puedan adoptar los más pequeños, como ocurre en el caso de las rabietas.
Esto quiere decir que cuando un niño o niña sufre una rabieta de esas que parece que van a acabar con nuestra paciencia, es simplemente porque suelen estar muy cansados. Nosotros como adultos entendemos que lo adecuado en este caso sería echar un rato la siesta para descansar y poder recargar las pilas, pero esto el niño no logra entenderlo bien y tiende a entenderlo además como un castigo. Los niños, en las primeras etapas, tienen problemas para relacionar la siesta con el descanso puesto que relacionan la idea de dormir con el hecho de que sea ya de noche y no de día, entre otras causas.
Si, además, a la hora de decirle que debería dormir un poco a la hora de la siesta, hacemos cosas como interrumpir sus juegos, de seguro que el niño no se tomará bien la orden ni la captará como algo positivo para él. Y por ello debemos diseñar sencillas estrategias que ayuden a “engañar” o persuadir, digamos, a los más pequeños para que puedan descansar las horas que necesitan y adelantarnos, de este modo, a las temidas rabietas.
Pasos y consejos prácticos
Algunos de los pasos que podemos seguir para que los niños descansen y no sufran berrinches ni rabietas por falta de sueño, es hacer cosas sencillas como preparar el baño un poco antes de la hora que consideremos adecuada para su descanso, o adoptar rutinas después de comer como la de bajar un poco las persianas de la casa o correr las cortinas y leer un buen cuento, puesto que con pautas así de sencillas los más pequeños irán comprendiendo que es hora de relajarse y de parar.
Que nosotros hagamos lo mismo es fundamental, puesto que cuando los niños son pequeños lo único que quieren es nuestra compañía y hacer lo que nosotros hacemos, de manera que poco recomendable sería decirle a un niño que debe parar de jugar o de pintar para irse a dormir, si nosotros estamos enganchados a la televisión, al ordenador o haciendo tareas domésticas a un ritmo desenfrenado.
Recordemos que, incluso a nosotros, el cansancio suele provocarnos irascibilidad y mal humor, al igual que les ocurre a ellos, con la gran diferencia de que aún no están preparados para canalizar este malestar. Ayudémosles, por tanto, en esta importante tarea y comprobemos como, con el tiempo, las rabietas van desapareciendo por sí solas.