Cuando somos padres en seguida comenzamos a pensar en el establecimiento de rutinas para nuestros hijos, sin embargo, un recién nacido no está todavía preparado para llevar a rajatabla una lista de rutinas predeterminadas, si lo que esperamos es que las comprenda. Los bebés comienzan a recordar cosas en torno al tercer mes de vida, y ese es un momento bueno para comenzar a introducir dinámicas que queramos establecer en el tiempo.
La ausencia del concepto de tiempo
Al igual que ocurría entre los primeros habitantes de nuestro planeta les sucede a los bebés con respecto al concepto del tiempo. Nuestros antepasados no tenían conciencia de la hora, ni por supuesto del reloj, ni de los días, ni de los meses; pero rápidamente supieron cuando era el mejor momento para cazar o para sembrar cosechas, y esto lo podían llevar a cabo gracias a la repetición. En función de las veces que se repetía la salida del sol, la caída de la lluvia o la llegada de un nuevo recién nacido a una comunidad.
En este sentido, los bebés van aprendiendo poco a poco cosas relacionadas con su alimentación, con quienes son sus padres y familiares o con cuando es momento de relajarse en el baño o de dormir. Pero para que de verdad comprendan los que esto significa es necesario que antes hayan experimentado la repetición de dichas rutinas durante un tiempo, para lo cual es muy importante procurar seguir dichas dinámicas en los mismos espacios siempre o mientras sea posible.
El comienzo de los recuerdos conscientes
En torno a los 8 meses de edad, aproximadamente, es cuando los bebés comienzan a almacenar recuerdos de manera más consciente. De este modo los niños van desarrollando habilidades y acciones, entre las que están incluidas la capacidad de enfadarse, la aversión por las cosas o las comidas, el cariño y la antipatía o el entusiasmo y la alegría. Este podría ser, por tanto, un buen momento para establecer tablas de rutinas diarias y que comiencen a ser conscientes de su importancia. Y es que a esta edad los niños ya van teniendo juicio en torno a cosas tan importantes como si es de día o de noche o si sus padres se muestran contentos, tristes o enfadados, con todo lo que ello conlleva.
La realización de rutinas como comer, bañarse, o dormir, es fundamental para un correcto desarrollo en los más pequeños y para que comiencen a aprender a organizar su tiempo y a parcelarlo mentalmente. Dichas rutinas les servirán para comprender el mundo y para sentirse seguros y partes de un “todo” en su entorno familiar y social.