Muchos maestros entienden que el humor es inherente al ser humano y que por ello no solo es natural emplearlo en clase, sino que también es una buena idea para la vida, pues es algo muy sano. Además, el humor es por naturaleza contagioso y esto crea un sentido de comunidad fuerte muy beneficioso para el aula. La risa es la respuesta en ocasiones a los problemas, a los sinsabores de la vida…pero también puede ser una excelente aliada en nuestra forma de ver el mundo y de aprender.
El humor también activa nuestros sentidos, que es donde comienza el aprendizaje, por lo que parece lógico pensar que el humor también pueda ser efectivo a la hora de adquirir contenidos. Es decir, que puede resultar mucho más fácil aprenderse algo si se enseña con alguna dosis de humor, al igual que puede ser muy bueno que los niños aprendan a comer bien con recetas sanas pero también divertidas. Y es que el cuerpo humano recuerda mucho más todas aquellas situaciones o cosas que le han hecho reír que aquellas que no, como momentos divertidos en la escuela y en el instituto, o ciertos detalles de alguna película que hayamos visto en el pasado y que no conseguimos olvidar.
La investigación en neurociencia revela que el humor activa sistemáticamente el sistema de recompensa de dopamina de nuestro cerebro, y muchos estudios cognitivos muestran que la dopamina es importante tanto para la motivación orientada a objetivos como para potenciar la memoria a largo plazo. Así mismo, enfocado al terreno de la educación, también sabemos que cuando el humor utilizado correctamente se convierte en una táctica muy eficaz para mejorar la retentiva y para potenciar la capacidad de estudio desde que los niños son muy pequeñitos.
La utilización del humor como herramienta de estudio
Pero, ¿qué significa utilizar el humor correctamente como herramienta de estudio? Pues significa que no se trata simplemente de que un profesor suelte chistes entre explicación y explicación, sino que dicho humor debe ser apropiado, bien conducido y relacionado con el tema de estudio en cuestión, pues de lo contrario los alumnos solo percibirían el mensaje de que el profesor es gracioso, sin que ello repercuta de forma alguna en que lo que hayan escuchado sobre la lección se quede retenido en sus cabezas.
Otro aspecto importante es que el humor que se implemente sea adecuado para cada grupo de edad. Por ejemplo, si la idea es usar el humor frente a un aula llena de adolescentes no hay por qué ponerse nervioso/a, puesto que los adolescentes tienden a liberar más dopamina y tienen, por tanto, más receptores de dopamina que los adultos. Esto quiere decir que, debido a su sistema de recompensa de dopamina, los adolescentes pueden estar preparados para reaccionar positivamente al humor educativo mucho mejor que los alumnos más jóvenes. En este sentido, intentar contar una historia divertida o permitir que los estudiantes den sus propios ejemplos humorísticos en proyectos o discusiones, puede ser una muy buena idea.
Pero, ¿cómo puede hacerse humor con contenido educativo? Pues esto es algo que, aunque tiene sus claves, no alberga demasiados misterios y medios tan poco relacionados con una educación de calidad como la televisión lo han ejercido durante décadas, siendo tal vez uno de los mejores ejemplos el programa de Barrio Sésamo, en el que a través de bromas y escenas divertidas con personajes míticos, como el Monstruo de las galletas o Epi y Blas, los niños iban aprendiendo valores y tareas y habilidades cotidianas.
Pero dar con esa clave acertada tiene unas pautas y unas líneas que no se deberían sobrepasar. ¡Toma nota de todas ellas!
Pautas para usar el humor en beneficio del aprendizaje:
- Usa el humor para mejorar la alegría en el aula.
- Usa el humor para desarrollar un sentido de comunidad.
- Usar el humor relacionado con el contenido.
- Use el humor apropiado para su edad.
Cosas a evitar en beneficio del aprendizaje:
- Sarcasmo complejo.
- Humor cruel o inapropiado.
- Humor forzado o poco natural.
- Humor fuera de temas de aprendizaje.
En resumen, parece que el humor educativo aumenta la fuerza de las conexiones humanas, y que el humor apropiado, no agresivo, parece ser también una herramienta de aprendizaje útil. Eso sí, no olvidemos que esto no es una obligación del maestro/a y que se trata simplemente de una recomendación a seguir para mejorar el tono del aula y para hacer que los alumnos tengan mayor facilidad de retención de los contenidos a trabajar. Por eso es importante no forzarlo, pues eso podría llevar a experiencias desagradables y bastante incómodas que arruinarían por completo el objetivo a conseguir. Convertirlo en algo demasiado complejo tampoco tendría sentido, pues los niños (especialmente los más pequeños) pueden tener aún dificultades para entender recursos como el de la ironía o el sarcasmo.
Y tú, ¿haces uso del humor en tus clases?