Si te has preguntado si una carrera en educación podría ser una buena opción para ti y no estás seguro/a, o si ya te dedicas a ello y necesitas confirmar que es el trabajo de tu vida…este artículo es para ti. Aunque siempre es algo aterrador el tener que decidirse por una profesión, existen determinadas acciones que se pueden tomar para reducir el riesgo y aumentar la confianza y el porcentaje de acierto en la elección. Las pruebas de aptitud profesional y la investigación de resultados potenciales son una excelente manera de hacerlo. Otro de los mejores métodos de investigación es escuchar a las personas que caminan en la misma dirección, pues saben de primera mano lo que implica el trabajo y lo que necesitarás para tener éxito.
Si ya eres maestro o maestra de primera infancia y sigues teniendo dudas acerca de si es el trabajo que mejor se ajusta a tu personalidad, o si destacas haciendo lo que haces cada mañana, no te pierdas los siguientes rasgos que profesionales experimentados en educación de la primera infancia dicen que debe tener cualquier persona que se dedique a este mundo si desea una carrera de éxito.
Eres (o podrías ser) un gran maestro/a de infantil si…
- Manejas bien el estrés
La vida como maestro de preescolar puede ser un poco agitada. Entre enormes cantidades de papeleo, cambios constantes en el plan de estudios y comunicación con los padres, además de las responsabilidades diarias y las cambiantes necesidades de los estudiantes…, siempre estarás alerta. Por eso, para no flaquear, es vital manejar con eficacia el propio estrés. No olvides que los educadores son modelos a seguir y necesitan dominar su tono de voz, sus expresiones faciales y elegir sus palabras con sumo cuidado.
Cuando te sientas estresado, asegúrate de que los niños estén seguros y de que estén sentados tranquilamente cerca. Si se comportan mal y esperan una reacción, tu silencio puede motivarles a que dejen de hacer lo que están haciendo y ver qué está pasando. ¿Quién sabe? Tal vez tu actitud calmada tenga un efecto también calmante en los niños.
- Eres un buen comunicador
Trabajar con niños es un ejercicio de colaboración y una buena comunicación es clave entre los maestros, los padres y otros profesionales de la educación. Por tanto, ser un comunicador fuerte es fundamental y requiere de altas dosis de empatía. La empatía es fundamental para poder entender cómo se sienten los niños cuando están molestos y luchando por expresarse. Dado que el estado de ánimo de un niño puede cambiar de un momento a otro, un comportamiento empático te ayudará a tratar al niño de manera efectiva para su edad. Un sentido fuerte de empatía también será útil cuando te comuniques con los padres.
- Eres de mente abierta
Dado que cada niño es único, los mejores maestros hacen un esfuerzo para conocer a cada alumno como individuo, ya se trate de estudiantes extrovertidos o más reservados. Ser de mente abierta a las diferentes fortalezas y oportunidades para cada niño es vital, ya que cada niño es diferente y responderá de diferentes maneras. Si un enfoque no funciona, mantente abierto a nuevas ideas.
Además de las diferencias de personalidad, es importante reconocer cómo las prácticas y tradiciones culturales de los estudiantes pueden ser diferentes a las demás para crear aulas culturalmente sensibles. No dudes en buscar información sobre las diferentes culturas y tradiciones de las propias familias de los estudiantes, pues esto ayudará a evitar malentendidos y suposiciones. Tu interés en las culturas y tradiciones de otros puede ser una gran fortaleza propia, y hará de tu salón de clases un espacio rico y multicultural, lleno de tolerancia, respeto y confianza.
- Eres extraordinariamente paciente
¿Puedes mantener la calma en situaciones estresantes? ¿Entiendes cuando un niño tiene problemas para abrocharse el abrigo en invierno y se atasca la cremallera? Ya sea que eres una persona naturalmente paciente o que has aprendido y te has ejercitado durante años para mejorar, recuerda siempre que la paciencia es esencial para los educadores de primera infancia. Tu paciencia te permitirá manejar los momentos impredecibles con más facilidad. Usa cada momento frustrante como una oportunidad para practicar tu paciencia.
- Te encantan los niños
Te encanta estar rodeado de niños y los entiendes, lo cual es muy importante para un educador de primera infancia. Parte de entender a los niños significa entender también cómo ayudarles a aprender comportamientos apropiados o a distinguir y reconocer los inapropiados. Por eso, y como los entiendes tan bien, no esperas que un niño de tres años actúe como un adulto y sabes cómo usar estrategias positivas que le ayuden a crecer.
- Eres una persona creativa
La enseñanza puede ser caótica y el día no siempre salir como esperabas. Por eso, cuando las cosas no salen según lo planeado, es importante ser optimista e ingenioso (cualidades muy importantes para un maestro), pensar creativamente y utilizar los materiales y recursos disponibles. Por ejemplo, si un niño quiere jugar con acuarelas pero no hay o las tiene otro compañero, puedes convencerle de que los lápices de colores pueden ser igual de divertidos para un proyecto de arte.
- Eres una persona ingeniosa
Cada día para ti puede ser una lluvia de ideas creativas, y siempre encuentras una manera de hacerlas realidad. Los maestros no siempre tienen mucho control sobre el presupuesto de la escuela y lo que pueden comprar, por eso, los maestros que aman la profesión están continuamente reciclando y recolectando objetos para darles una segunda vida, buscan tiendas con importantes ofertas…Están atentos, en definitiva, a todo lo que el mundo pueda ofrecer para ayudar y motivar a sus alumnos.
- Tienes facilidad para las relaciones
En el mundo de la educación infantil hay que trabajar con una amplia variedad de personas: niños, familiares, compañeros de trabajo, supervisores, miembros de la comunidad y entidades legales…lo que constituye un verdadero esfuerzo diario. Por eso es fundamental la conexión y la sociabilidad, pues será necesario que encuentres un terreno común válido para tratar problemas con colectivos tan distintos y poder colaborar, trabajar y comprometerte a trabajar en equipo con todos por el bien de los niños.
Además, las relaciones dentro de un salón de clases son la base para el aprendizaje de los estudiantes, por lo que ser capaz de establecer relaciones sólidas entre estudiantes y maestros puede ayudar también a crear un ambiente de aprendizaje seguro.
Si ves en ti muchas de estas cualidades… ¡enhorabuena! Porque son una señal casi inequívoca de que tu entusiasmo por la profesión hará que sean los alumnos los que gocen del verdadero éxito, que no es otro que crecer y hacerlo felices. Querer lo mejor para los alumnos es tener el potencial que todo gran maestro debería tener.