El estrés de los docentes: una realidad que mata

El estrés de los docentes es un hecho que aumenta a nivel mundial y que al grueso de la sociedad no parece importarle, lamentablemente. Sin embargo, es una triste realidad que no solo afecta al estado emocional del docente, sino que también influye de manera evidente en sus alumnos y muy probablemente también en el propio entorno familiar del maestro/a. Además, el sistema educativo a nivel general se ve afectado cuando se produce agotamiento profesional por parte de sus docentes, disminuyendo de esta forma la calidad educativa y el horizonte de aprendizaje positivo.

 

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Por eso creemos que el llamado “Síndrome de Burnout”, como también se conoce al agotamiento profesional sobre todo a nivel de enseñanza básica, es una realidad que convendría debatir con el fin de poner soluciones y mejorar con ello el entorno educativo de maestros y aprendices.  Por eso, en el artículo de hoy, nos proponemos analizar los posibles factores que hacen que este agotamiento profesional esté tan presente en nuestra sociedad.

 

 

Factores que producen mayor agotamiento profesional en los docentes

 

  • Una carga laboral excesiva

Además de las actividades propias que un educador tiene en el aula, no se nos debe olvidar que el docente se lleva trabajo siempre para su casa. La corrección de exámenes y de trabajos o las planificaciones de clase, entre otras actividades, son responsabilidades que el día a día no permite realizar en el centro escolar y que los maestros deben, irremediablemente, llevarse a casa a costa de su tiempo de descanso personal.

 

  • Clima organizacional conflictivo

Los docentes nuevos, o aquellos con pocas habilidades interpersonales, pueden sentirse rechazados dentro de grupos de docentes ya establecidos, lo que puede ocasionar un clima de desconfianza y de falta de apoyo que no es bueno para una clase. Esto es una realidad que viven los colectivos laborales de cualquier índole en el día a día, y la docencia no se escapa de ello. Es fundamental desarrollar la empatía también en los entornos profesionales, pues la confianza abre el camino a la motivación y al esfuerzo diario.

 

  • Ambigüedad de roles

En algunos casos los maestros se ven sobrecargados por la cantidad de roles que les toca hacer en la escuela, lo que podría suceder por una mala gerencia educativa. Tristemente es habitual encontrar a maestros que tienen que dar varias clases, sean o no de su especialización, con el fin de economizar algo de dinero por parte de las escuelas que debería ir destinado a la contratación del personal necesario.

 

  • Alto número de estudiantes por aula

La masificación de las aulas con más de 30 niños ocasiona que los maestros se agobien dentro del salón de clase y que los niños tampoco puedan concentrarse convenientemente ni recibir la atención merecida. Es decir, que las aulas superpobladas son negativas tanto para los profesores como para los alumnos, ya que el estrés es un enemigo principal del buen ambiente de trabajo y de aprendizaje de cualquiera. Es imposible, en esta situación tan cotidiana, el  ayudar a los niños de manera personalizada a desarrollar sus propias habilidades, por eso los maestros se encuentran en la necesidad de atenderlos a todos por igual sin poder aplicar estrategias personalizadas.

 

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Las peligrosas consecuencias del estrés profesional

 

Ante este tipo de situaciones, y algunas más, los docentes tienen dificultades muchas veces para sentirse valorados como personas con una gran responsabilidad en la formación y educación de la sociedad. Esta falta de reconocimiento lleva a las sobrecargas de trabajo, o a las sobrecargas de las aulas, provocando un malestar personal de culpa y de desilusión muy alejado de las perspectivas que se tenían durante la carrera académica.

Este malestar afecta al estado anímico diario provocando dolores de cabeza, fatiga, dolores musculares, problemas de alimentación o problemas para conciliar el sueño. Pero esto son solo los síntomas físicos que un estado depresivo o de desmotivación profesional puede causar, y a esto habría que añadir las consecuencias psicológicas y sociales, pues como decíamos no son solo los profesores los que se ven perjudicados por el estrés, sino que también se ven afectados los alumnos en diferentes aspectos.

Todo esto provoca conflictos en las relaciones familiares e interpersonales de maestros y alumnos que se combinan de nuevo cada mañana con los problemas del aula, creándose un círculo vicioso difícil de romper si no hay una colaboración del medio escolar. Las peores consecuencias pueden derivar en el absentismo laboral del profesor, lo que indudablemente disminuye a la larga también el desempeño y el esfuerzo de los alumnos, así como el prestigio y en el avance de los colegios y demás instituciones educativas.

¿Se está haciendo todo lo posible para solucionar este problema tan grave del estrés de los docentes? ¿Has vivido alguna vez esta situación?

¡Cuéntanos tu experiencia en comentarios!

Autor: Almudena Orellana

Cofundadora del Proyecto educativo Bosque de Fantasías, escritora creativa y redactora jefe. Leer más

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