La psicomotricidad se refiere a la relación existente entre el funcionamiento psicológico y los movimientos. Es a la vez una forma de recibir y una forma de expresar: es fuente de conocimientos y vivencias nuevas, así como de expresión de conocimientos ya adquiridos.
Gracias a la psicomotricidad somos capaces de sacar del cuerpo todas sus posibilidades de acción y de expresión.
Hay que distinguir dos componentes:
- Componente externo: la acción, el movimiento.
- Componente simbólico o interno: la representación del cuerpo.
Para el niño la representación del cuerpo, en su mente, es un proceso complejo que se va construyendo lentamente como consecuencia de las experiencias que realizan con él y de las vivencias que él tiene. Con la adquisición de dicha representación corporal somos capaces de conocer nuestro cuerpo y alcanzamos la capacidad de ajustar nuestros movimientos a nuestros propósitos (por ejemplo, pensemos en la coordinación que hace falta si se nos cae un papel al suelo y lo queremos coger).
Durante el proceso de desarrollo el niño va adquiriendo cierto control de su cuerpo: se controlan antes las partes del cuerpo que están más próximas a la cabeza, extendiéndose luego el control hacia abajo.
Se controlan antes los músculos del cuello y los movimientos que con él se pueden realizar (a lo largo del primer mes) que los músculos del tronco (alrededor de los 3-4 meses es capaz de sujetar la cabeza con el tronco).
Los niños mueven antes los brazos que las piernas: a los 8-9 meses es capaz de gatear, a los 10 meses es capaz de sostenerse de pie con ayuda. Alrededor del año ya es capaz de sostenerse él solo. Una vez conseguido esto ya puede ponerse a andar, primero con ayuda y después solo (12-14 meses).
Controlamos antes los movimientos de las partes del cuerpo que están más cerca del eje corporal (línea imaginaria vertical que divide el cuerpo en dos mitades simétricas) que aquellas que están más alejadas de dicho eje.
Se mueven primero los hombros, luego los codos, luego las muñecas y finalmente los dedos.
Gracias a este dominio sectorial del cuerpo el niño va siendo progresivamente capaz de integrar y controlar voluntariamente un mayor número de grupos musculares, así como los movimientos que con estos puede realizar.
Proceso de independencia motriz y de coordinación
Como culmen del control corporal hay dos procesos que son aparentemente contradictorios, pero realmente complementarios:
- Proceso de independencia motriz: que es la capacidad de mover por separado cada parte del cuerpo que puede moverse por sí misma (segmento motor). Por ejemplo, los movimientos que es capaz de realizar cada dedo independientemente de los otros cuatro.
- Proceso de coordinación: es la capacidad de encadenar y asociar distintos movimientos, de modo que en su conjunto formen un movimiento más complejo que los movimientos particulares. Por ejemplo, la independencia de los movimientos de los cinco dedos y de cada una de las dos manos no impide que haya movimientos coordinados y aparezca un movimiento superior, como puede ser la escritura.
Este proceso es muy importante, ya que la secuencia de movimientos se va automatizando, de modo que llega un momento en el que la escritura se ejecuta sin que la persona tenga que estar atendiendo a su realización. Así la atención se libera y puede centrarse en otras tareas. Por ejemplo, pensar en lo que vamos a escribir.
La complementariedad de ambos procesos hace que la organización psicomotriz sea eficaz. Alcanza su desarrollo pleno en los años en los que se empieza la escolarización obligatoria, es decir, alrededor de los seis años.