¿Cómo equilibra un padre la línea fina de motivar, ayudar y apoyar a su hijo sin involucrarse demasiado? Y, sobre todo, ¿cuál es la diferencia entre tratar de controlar las decisiones y los comportamientos de los hijos en lugar de guiarlos y darles las herramientas para tomar sus propias decisiones?
La mayoría de las personas están familiarizadas con el término codependiente, pero ¿puede un padre ser codependiente? Una persona codependiente puede ser descrita como alguien que permite que el comportamiento de otra persona le afecte demasiado y cuyo enfoque es estar involucrado permanentemente, controlando o intentando alterar el comportamiento de dicha persona.
Un ejemplo de una madre o de un padre muy involucrado puede ser el de aquel que llega a límites como querer elegir la universidad o la carrera para su hijo, aunque este se muestre completamente contrario a la idea. Si el padre o madre se enfada, se pone a la defensiva o está demasiado insistente en el hecho de que su hijo debe cambiar de opinión, hablamos de padres con una conducta codependiente.
Es importante que los padres se preocupen por el futuro, la educación y los éxitos de sus hijos, pero hay un equilibrio entre guiar y controlar y es preciso conocerlo.
No evites la codependencia siendo un padre colega
Todos estamos de acuerdo en que la relación entre padres e hijos ha cambiado mucho en muy pocos años. Los padres de hoy en día están por lo general más cercanos a sus hijos, y la figura paterna o materna distante y autoritaria ha cambiado en muchos casos por una de mayor camaradería, comprensión y amistad.
Hasta aquí la evolución ha sido favorable y ha traído una relación mucho más plena para todos. El problema empieza cuando un padre, lejos de ser codependiente, pone por delante su plano de amigo y se olvida de que la función de padre conlleva unos deberes imposibles de convivir con los de un amigo. Si un padre deja de lado dichos deberes, a la larga solo conseguirá dañar la seguridad de sus hijos y tener dificultades en su educación, por lo que cuando tenga que basarse en ella para dar consejos o pedir responsabilidades, no podrá hacerlo.
El ser humano nace absolutamente desvalido, no solo en el plano físico, sino también en el emocional, por lo que es función de los padres dar cuidados, protección y experiencia hasta que maduren. Un amigo da un trato de igual a igual y no trasmite la confianza plena que un hijo debe tener en un padre para sentirse seguro.
Los niños no tienen control de sus reacciones, no saben de relaciones sociales, ni de convivencia, ni de esfuerzo personal. Por eso, hasta que su propia fuerza de voluntad les indique qué deben hacer, sus padres tendrán la obligación de educarlos con disciplina para que en el futuro puedan desarrollarse por sí mismos.
Pero esto no quiere decir que los padres no puedan tener plena confianza con sus hijos y que no pasen ratos de verdadera camaradería. Lo importante es estar cuando se tiene que estar, ayudar por muy cansado que se esté, dar ejemplo de lo que se pide, escuchar lo que quieran contar, no menospreciar sus problemas y ser cariñosos sin coacciones ni dependencias, pues esas son solo algunas de las cosas que marcarán la educación de un hijo y el verdadero papel de un padre y de una madre.
Claves para educar sin ser un padre codependiente ni amigo
- Comportamiento. Los padres a menudo gritan o se quejan en lugar de permitir que sus hijos cosechen las consecuencias naturales de sus comportamientos. Si un padre elige ser padre con amor y límites, calidez y consecuencias, sus hijos tenderán a tener confianza con un mayor sentido de control sobre sus vidas.
- Renunciar al control. Es importante aprender a reconocer y lidiar con los sentimientos de control para poder combatirlos y cambiarlos por la ayuda y la guía.
- Confianza. Confía en ti mismo como padre, en tus decisiones y sentimientos, y permite que los niños tomen decisiones, experimenten las consecuencias naturales y aprendan a confiar en sí mismos.
Todos hemos experimentado las frustraciones y decepciones de nuestros hijos al elegir opciones diferentes de las que hemos elegido para ellos. Experimentar estas emociones es natural, pero no debe conducirnos a querer asumir la responsabilidad de las decisiones de los hijos como propias.
Establecer límites y brindar orientación influirá en los niños en cosas como el desarrollo de sus propios valores, el desarrollo académico, o la interacción con el resto de la sociedad. Esto quiere decir que la forma en que uno se acerque a la crianza y al establecimiento de límites tendrá un impacto enorme en el carácter de sus hijos, y por ello es tan importante buscar y encontrar un equilibrio.