Todos los padres quieren que sus hijos obtengan buenas calificaciones en la escuela. Pero, ¿por qué es importante ser un buen estudiante cuando lo más importante es estar sanos y ser felices?
Son muchos los beneficios que aporta estudiar y formarse académica y profesionalmente, pero aunque parezcan evidentes, parece que dichos valores y beneficios se están disolviendo en una sociedad que premia, por encima de todo, el dinero rápido o la fama conseguida en medios de comunicación o determinados deportes como el fútbol. Y debemos reflexionar con respecto a esto, pues los niños necesitan seguir recibiendo por parte de los adultos ese mensaje que advertía de que para progresar en la vida era necesario estudiar.
Es cierto que hoy en día son muchas las dificultades que encuentran los estudiantes altamente formados para encontrar empleos y trabajos bien remunerados, pero estas dificultades no deberían abstraernos de la importancia que tiene el aprender y adquirir nuevos conocimientos.
Estudios y calidad de vida
En realidad, pensar que estudiar puede alejarnos de la felicidad o de otros deseos habituales de vida es un error, pues no solo no nos aleja, sino que pone a nuestro alcance mayores mecanismos para conseguir ese reto de la felicidad y de prosperar en la vida. Como todo, nadie nos garantiza el éxito al término de una carrera académica, pero digamos que llevaremos más billetes en la rifa.
Es cierto que las buenas notas no serán la única clave en dicha formación, ya que también entran en juego otros factores como el empeño y el esfuerzo, pero que unos padres aspiren a que sus hijos tengan buenas calificaciones no implica que no se preocupen por su felicidad, sino todo lo contrario.
¿Eso significa que un niño que no vaya a la universidad no podrá llevar una vida plena? Por supuesto que no, pero los títulos formativos de grado superior y universitarios, facilitan el acceso en nuestra sociedad a mayores oportunidades y mejor pagadas. Eso sí, sería bueno que desterremos por fin la idea de que trabajos aparentemente peor cualificados, como pueda ser el de un mecánico o un carpintero, no requieren de preparación y de profesionalidad, pues es evidente que sí y que merecen el mismo respeto que cualquier otro puesto u oficio.
En resumen, ayudar a nuestros hijos a desarrollar su intelecto de la mejor manera posible no lo es todo, pero sí que es muy importante para sus vidas y para que el día de mañana no tengan que renunciar a oportunidades, puedan tomar grandes decisiones y ser personas responsables y comprometidas con un futuro de calidad.
Pautas para inculcar el amor por el aprendizaje
- Deja que tu hijo/a investigue y explore
Un niño/a al que se le dice “no” continuamente mientras explora su mundo, aprende a no preguntar. Un niño pequeño al que constantemente se le obligue a ir más alto solo porque sí, no se convertirá nunca en un explorador, ni física ni mentalmente. Por eso debemos reflexionar cuando queramos decir esos “noes” a los más pequeños, y pensar si en realidad no podríamos sustituirlos por otra palabra u otra frase mejor. Cuanto más decimos “no” a los niños, más se verán llenos de limitaciones en su mundo interior.
Los peques son científicos naturales y aprenden haciendo cosas, ensayo y error. Como padre o madre, tú sabes muy bien que si cogen y observan un huevo probablemente se caerá y romperá, pero ellos no lo saben aún mientras experimentan con las cosas, de modo que busca tu lado más paciente y permite que aprendan y que se ensucien si es necesario.
- Busca juguetes creativos y artesanos
Selecciona siempre los juguetes de acuerdo a la edad de cada niño, pero sobre todo, busca formas de elaborarlos artesanalmente y de favorecer la creatividad de los peques con bonitas y prácticas manualidades.
Si optas finalmente por comprar, busca juguetes que puedan utilizarse para varios fines y para realizar juegos simbólicos, muy buenos para el desarrollo de la personalidad, o aquellos que permitan dar rienda suelta a la imaginación y al lado más creativo de los niños. Algunas de las mejores opciones son: bloques, pinturas, arena cinética, títeres, plastilina, cocinitas, supermercados, muñecas, animales de peluche, vehículos… En lugar de jugar de manera estructurada con personajes o líneas argumentales específicas, como los protagonistas de alguna película de animación, es bueno que alentemos el juego libre, capaz de ejercitar la mente y la imaginación mucho más que cualquier otro.
- Potencia su desarrollo emocional
Si un niño o niña acude al colegio con nervios, con temores o con ansiedad, es probable que termine fracasando en los estudios o encontrando barreras demasiado grandes en su aprendizaje. Por eso es importante motivar a los más pequeños y hacerles entender que ir al colegio es algo bonito y muy importante.
Recuerda que el éxito en los estudios no vendrá principalmente del hecho de memorizar conceptos y materias, sino de la capacidad de enfrentarse a las cosas y de superarse.
- No presiones ni adoctrines
No realices cuestionarios a tus hijos sobre las lecciones o sobre aquello que crees que deberían saber o no a su edad, y es que, si no saben responder a tus preguntas, se sentirán decepcionados y frustrados consigo mismos.
Disfruta de cada momento junto a tus hijos y no te conviertas en un padre pedante que quiera convertir a sus hijos en una enciclopedia. Por ejemplo, si vas con tu familia a dar un paseo por el campo, disfruta de esa paz y de las maravillas que os rodean y contemplad juntos a los pájaros y a los seres vivos que os encontréis, sin necesidad de enumerar cada tipo de especie y su nombre común y científico. Permite que los peques vayan haciendo sus propias preguntas y que se expresen con naturalidad conforme les nazca, y evita convertir los días de esparcimiento en días de colegio.
Y es que, al fin y al cabo, sin amor, respeto y cariño, pocos aprendizajes serán exitosos ni habrán merecido verdaderamente la pena.