¿Qué tiene que ver el día de San Valentín con la crianza? Aunque, a priori, parezcan términos que no tienen que ver el uno con el otro, lo cierto es que tienen en común algo tan importante como es el amor. Al igual que es la base de la crianza, el amor es también el propósito fundamental del día de San Valentín, donde se procura celebrar el amor de múltiples formas.
Pero muchas veces olvidamos esto y creemos que criar a los niños se trata más bien de “enseñarles” permanentemente. Después, la realidad hace que, a menudo, dichas enseñanzas terminen siendo mecanismos de control, en forma de luchas destinadas a que los hijos duerman toda la noche, usen el orinal, se cepillen los dientes, se coman su cena, dejen de molestar a sus hermanos…etc. Luchas que pueden terminar quitando toda la alegría de ser padres y haciendo que se nos olvide que la crianza es amor.
Pero no tiene que ser así. Es cierto que en realidad no tenemos control sobre nuestros hijos, quienes, después de todo, son seres humanos y tomarán sus propias decisiones. Y es cierto que nuestras ideas de lo que “deben” hacer nuestros niños/as, no van acordes muchas veces con las ideas de los más pequeños. Sin embargo, existen maneras de evitar muchas de las luchas que tenemos cada día.
6 sencillas claves para una crianza positiva y con amor
- Mantente siempre en equilibrio.
- Ve las cosas también desde la perspectiva de tus hijos y reconoce sus sentimientos.
- Mantente siempre tranquilo/a.
- Busca soluciones a los conflictos bien razonadas.
- Ayuda a los niños a manejar y comprender sus emociones.
- Disfruta al máximo del tiempo con tus hijos y aprende también con ellos.
Busca en la crianza el espíritu de San Valentín
Aunque a veces las rutinas y las normas hacen que los padres caigan en la angustia y en el resentimiento, existen una serie de pautas que se pueden aplicar con el fin de que la armonía y el amor familiar no terminen rompiéndose, y la salida siempre es el amor. Y por amor, en este caso, nos referimos a acción, a esa paciencia y firmeza que los padres demuestran ante sus hijos cuando se portan mal y permite que no caigan. A esa elección entre amor y miedo, cuando te enfrentas como padre o madre a esos momentos tan terribles que a veces da la cotidianidad y el ser guías del desarrollo de los más pequeños.
En esos momentos complicados, recuerda que el comportamiento de tus hijos no es un reflejo de ti, y que solo tu reacción a sus comportamientos es un reflejo de ti. Respira y suelta todos esos pensamientos temerosos sobre la educación que estás dando a tus peques y aprende que, cada momento, tienes una nueva opción de aprender y de actuar diferente.
Alguien fuera de control no puede escuchar ni razonar, por lo que tampoco puede aprender ni sacar lo bueno de cada momento. Mantener un estado de equilibrio emocional siempre será la clave. Y con respecto a tus hijos, ¿cómo puedes ayudarles a sentirse seguros y tranquilos? Pues con muchísimo amor.
Cuando un niño se porta mal, lo mejor es no hablar de ello hasta que el adulto y el niño sean capaces de razonar. Llegado ese momento, aprovecha para profundizar e ir más allá procurando hallar la causa del mal comportamiento. Vierte confianza y amor en tus hijos para que las lágrimas, la rabia y el espíritu de lucha cesen.
El amor nunca falla, y eso es algo que nos recuerda San Valentín, pues pocos sentimientos tienen un día señalado en el calendario para celebrar. El amor debe hacernos sentir fuertes para no sucumbir al miedo, a las regañinas innecesarias, a los castigos, a la mala comunicación entre padres e hijos…El amor es la clave para no perder el entusiasmo y para recuperar ese sentimiento de alegría y regocijo que da la crianza.
Porque la crianza, además de servir para educar y formar a personitas para el futuro, tiene un propósito secreto: transformarnos a nosotros, los padres. Porque amar a nuestros hijos nos ayuda a sanarnos a nosotros mismos también, para que podamos vivir más plenamente y mucho más felices.