La ira es una emoción secundaria que suele derivar de la vergüenza, la frustración, la culpa y otras muchas emociones consideradas negativas. Si reconocemos esto y buscamos y examinamos la fuente de la emoción, podremos controlar mejor nuestra ira y la de los más pequeños. Sin embargo, trabajar y procurar controlar la ira de los niños puede ser una tarea aún más complicada, pues carecen de recursos aún para reconocer e identificar sus emociones. Por eso, como adultos, debemos reflexionar y averiguar si nuestro comportamiento puede haber sido el desencadenante de dicha ira por problemas de comunicación, por ejemplo, ya que esto ocurre más veces de las que pensamos.
Por ejemplo, si un niño llena de jabón la bañera de forma exagerada y nada más verlo le regañamos, estaremos siendo crueles e ignorando que, tal vez, sus intenciones solo eran poder disfrutar de las pompitas durante el baño, si saber que vaciar medio bote iba a generar tales cantidades de espuma. Es decir, que cuando reprendemos una actitud por sus consecuencias, cuando la intención era inocente y bienintencionada, estaremos desencadenando muy probablemente un sentimiento de ira absolutamente innecesario. Por eso la comunicación y la forma de expresarnos son tan importantes en la vida cotidiana con respecto a nuestras emociones y sentimientos.
Además, el sentimiento de la ira es bastante contagioso, por lo que muchas veces los niños la sufren solo como consecuencia de escuchar las formas, el tono, las reflexiones, o las palabras de sus padres.
Cómo controlar la ira con abrazos y un buen ejemplo
Algunos niños son más sensibles y se dejan llevar más por la ira y por la actitud de los padres que otros, por lo que deberíamos ser especialmente cuidadosos con estos niños. Debemos enseñarles a reconocer sus emociones negativas y a trabajar en ellas para poder controlarlas y combatirlas, cuando sea necesario, y para ello necesitaremos tener como adultos y padres un comportamiento coherente.
Los temperamentos fuertes y las educaciones de tipo autoritario son causa frecuente del mal genio y del mal comportamiento de muchos niños. No se trata de no ser férreo y de no mantener una disciplina cuando resulte conveniente, sino de que la educación y la disciplina no nacen de los enfados y de las malas palabras, y esto es importante que lo comprendamos.
Habla con los niños sobre la violencia que ven en la televisión y en otros medios y ayúdales a diferenciar lo que es aceptable o lo que solo forma parte de la ficción, con lo que es o no aceptable en la vida. También establece diferencias y compartimentos entre lo de la televisión y las normas y los comportamientos tolerados en casa y fomenta y potencia el amor y la empatía entre todos.
Los abrazos, junto a la comunicación, pueden ser la mejor forma de combatir, controlar y atenuar la ira. Ten a tus niños siempre cerca cuando se aturdan y permíteles que se calmen y que puedan pensar con claridad.