Cómo explicar la pérdida de un padre/madre a un niño

La muerte, algo tan cercano a la vida y tan temido por todos. Pocas son las culturas en las que la muerte no signifique únicamente drama y dolor. Pero para que haya vida tiene que haber muerte y sería lógico que esto lo supiéramos desde niños. De esta forma se valoraría más el momento presente, nos esforzaríamos más en disfrutar y en hacer felices a los demás.

Por desgracia, esto no es así en general y lo habitual es que la muerte sea un tema tabú para los niños, que cuando se ven obligados a enfrentarla no saben que está  pasando, tienen miedo y nosotros no tenemos idea de por dónde empezar a ayudarlos.

Conviene que reflexionemos sobre esto para, quizás, enfocar la educación de nuestros hijos en este aspecto de otra manera, tal vez con más naturalidad, menos secretismo y haciéndoles ver que aunque duela, la muerte forma parte de la vida misma porque si no, esa vida tal y como la conocemos se acabaría.

Dejando a un lado las creencias espirituales de cada uno, que son muy personales, vamos a hablar de la pérdida más dolorosa por cercana, la del padre o madre, intentando dar una visión global y útil de esta compleja vivencia.

¿Cómo ayudar al pequeño cuando nosotros mismos estamos destrozados? No es nada fácil y cada vivencia es distinta al igual que cada niño es diferente, pero sí hay 3 formas de enfocarlo comunes a toda situación y son éstas:

Hablarle y no mentirle

Esto quizás es lo más importante. Que el pequeño sepa lo que pasa. Según su edad se le puede orientar de distinta manera, pero nunca aislarle ni ignorarle. Quizás pensamos que para no hacerle daño es mejor ocultarle información y, al contrario, para ellos lo más doloroso es precisamente no saber qué está pasando, porque se atormentan con la inquietud a la vez que notan que a su alrededor todo se transforma y mamá o papá no está.

Transmitirle serenidad

Por una parte tenemos que dejarle que exprese sus emociones: rabia, llanto o enfado. Es lógico que actúe así y conveniente que se desahogue porque es la clave para empezar a superarlo más adelante. Pero por otro lado debemos ser su faro de calma aunque nos cueste. Su mundo se ha roto y el caos se ha generalizado en la familia y en la casa, como es lógico cuando pasa algo así,  y lo más valioso que podemos hacer por él es intentar estar tranquilos y fuertes aunque nos vea también dolidos. Percibir nuestra serenidad le hará sentirse seguro. Y si necesita un abrazo en silencio qué mejor que nuestros brazos firmes que le harán creer que todo volverá a su sitio aunque parezca imposible.

Quererle sin límite

Se trata de consolar lo inconsolable y eso únicamente es posible desde el amor más profundo. Abrazarle, besarle, jugar con él, sonreírle, hacerle reír, escucharle, darle la mano, acariciarle, acompañarle, cantarle, saltar, correr, hablar de lo que quiera, leer juntos, pasear… Ha sentido de repente lo que es  el vacío y no sabe qué hacer para no sentir dolor. Nosotros no podemos llenar ese vacío del todo, pero podemos aliviar la horrible sensación con mucho amor.

En definitiva se trata de estar con el pequeño en el más amplio sentido de la palabra, que sienta el apoyo. Y créanme, no tengan miedo de decirle lo que ha pasado: por ejemplo, que mamá o papá ya no están aquí porque su ciclo de vida en la tierra acabó, pero que a partir de ahora vivirán en él y les sentirá siempre que quiera y los necesite. Los niños entienden las explicaciones si son claras, precisas y hechas desde el cariño. Recordar anécdotas y contarle cosas del padre o madre que ellos no sabían (de cuando eran jóvenes o cosas que no recuerden porque eran muy pequeños) para que normalicen la situación, no lo olviden y su memoria siga viva, ayudándoles a reubicar esa presencia en sus vidas.

Con paciencia todo irá encauzándose porque el mundo sigue su curso y todo pasa, por doloroso que sea. Mientras, nosotros creceremos como personas y el niño madurará en este delicado proceso.

Autor: Carolina Cuello

Escribo desde siempre, por trabajo y por placer. Creo que la palabra escrita puede cambiar el interior de las personas y es en lo que pienso cuando redacto un nuevo artículo. Más información

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