Niños con amigos imaginarios: cómo actuar

Muchos niños de entre tres y siete años, mayoritariamente, tienen amigos imaginarios pero, ¿es esto preocupante? La presencia de amigos imaginarios responde a un aluvión de imaginación e ingenio fruto de la progresiva compresión de un mundo lleno de novedades para los más pequeños. La presencia de estos amigos imaginarios y etéreos es, en consecuencia, un juego más, como pueda ser convertir a un peluche en un amigo infatigable o hablar con los muñecos. No debemos olvidar que los niños aprenden, a través de juegos, a entender las relaciones sociales y todo lo que ocurre a su alrededor.

 

niños imaginación

 

Si encuentras a tu hijo/a en largas conversaciones, jugando y/o riendo con alguien a quien tú no ves, no es que el niño se haya vuelto loco ni que tenga alucinaciones, sino que probablemente se trate de algún amigo imaginario, una persona creada por su imaginación con nombre y con una personalidad propia. Sin embargo, lejos de preocuparte, es bueno que sepas que esta etapa solo suele durar meses o un par de años a lo sumo en la mayoría de los casos.

Esta creatividad incipiente y arrebatadora es un símbolo inequívoco de que un niño abandona su mundo interior para abrirse a la socialización y comprensión de un entorno enorme y fascinante.

 

¿Por qué hay niños que tienen amigos imaginarios?

Los amigos imaginarios aparecen como una forma de expresión que se manifiesta principalmente en niños preescolares. En bibliografía especializada sobre el tema ya está descrito esto como un fenómeno que se da con más frecuencia entre los tres y los cuatro años de edad, aunque hay quienes lo manifiestan en edades más avanzadas.

Los amigos imaginarios pueden ser de distinta naturaleza: personas, objetos o personajes inventados, y normalmente son creados para jugar, para conversar y para compartir de forma simbólica.

En general se supone que los amigos imaginarios tienen una función positiva para los niños en momentos en los que no son capaces de expresar bien sus sentimientos, por lo que nunca debe ser relacionado con problemas psicológicos o actitudes extrañas, salvo que al hecho de tener un amigo imaginario se acompañen otras conductas o comportamientos más alejados de lo normal. Por ejemplo, hay ocasiones en las que los propios sentimientos negativos de un niño se pueden llegar a atribuir a su amigo imaginario con el fin de evitar regañinas o castigos, pero esto también respondería a la normalidad y a esa escasa capacidad que tienen los más pequeños de canalizar y manejar sus emociones. Los amigos imaginarios también pueden aparecer como respuesta a idealizaciones y esperanzas o para satisfacer los anhelos y deseos más internos.

Entre la fantasía y la realidad

Los niños establecen los límites entre la fantasía y realidad alrededor de los seis o siete años de edad. Antes de eso, necesitan espacio para dar alas a su imaginación, para vivenciar sus fantasías. Muchos niños describen a estos invisibles amiguitos con muchos detalles, hasta de su ropa, y los convierten en parte ineludible de sus juegos llegando a afirmar que realmente existen, pero este comportamiento es normal. Hemos podido observar que este fenómeno se da con más frecuencia en niños que son hijos únicos, que conviven solos con el mundo adulto o que no han ido todavía a una escuela de primera infancia. Esto evidencia que los amigos imaginarios surgen muchas veces para satisfacer algunas necesidades de vacío o que no les brinda su medio, y en este sentido sí sería más recomendable actuar.

 

niños soledad

 

No se trata de regañar al niño o niña que tenga un amigo imaginario diciendo que no invente cosas o que se comporte como “un niño normal”, sino de respetar sus necesidades y su capacidad imaginativa y de juego simbólico, así como de trabajar en los aspectos que pueden influir en esa creación y que no dependen tanto de los peques, como la presencia de los padres en el día a día o la soledad por cualquier otra causa. Por ejemplo, debemos tener mucho cuidado con las promesas que hacemos a los más pequeños y que después no cumplimos, como la de pasar más tiempo con ellos o de compartir más momentos de juegos y de tiempo libre en familia. El tiempo no se detiene para un niño, y cada día constituye para ellos una ocasión nueva de aventuras y de alegrías.

Como padre o madre, no olvides que a nadie se le cae dos veces su primer diente, que la victoria de un equipo de fútbol del colegio puede marcar más que la de un equipo adulto, que el primer enfado con un amigo puede dejar grandes heridas…Es decir, que es esa falta de presencia en los momentos importantes de la vida de un niño/a la que puede hacer que se creen mundos y seres imaginarios capaces de evadir de la realidad, unos seres que no serían creados, con casi toda seguridad, de no existir dichos vacíos.

No estar presentes en el crecimiento de los hijos crea ese vacío entre pequeños y mayores que es muy difícil de salvar, por lo que no deberíamos ver a los amigos imaginarios como un problema, sino como una solución momentánea a problemas que sí son serios y que sí deberíamos saber atajar cuanto antes.

Autor: Jesús Falcón

Cofundador del Proyecto educativo Bosque de Fantasías, programador y desarrollador por excelencia, dedicado al mundo educativo y a su evolución.

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