El método de la rosa y la espina para trabajar emociones

Como padres siempre queremos saber qué tal están nuestros hijos o cómo les está yendo en el colegio, etc., sin embargo, esto no siempre es fácil, pues no todos los niños tienen la misma facilidad para expresarse y manifestar sus sentimientos.

Aprender a reconocer los sentimientos para enfrentarse, vivir y lidiar con ellos, no es una tarea sencilla y puede representar un auténtico quebradero de cabeza para los padres cuando de los sentimientos de sus hijos se trata, pero existen determinados mecanismos que podemos aplicar para que los más pequeños se sientan más seguros y con mayores ganas de expresarse. Y en este sentido nació el denominado método de la rosa y la espina.

 

La importancia de identificar los sentimientos

El crecimiento personal y el desarrollo de la llamada inteligencia emocional son muy importantes para la vida, pues nos permiten saber identificar las cosas que nos suceden, reflexionar sobre sus causas y consecuencias y prepararnos para no sufrir más de la cuenta cuando las cosas se tuerzan o desarrollar empoderamiento y fuerza para poder salir de los problemas sin demasiada dificultad y sin que nuestra salud se vea afectada.

Los niños son todavía más vulnerables a los problemas, pues aún no han desarrollado capacidades para identificarlos, analizarlos y/o protegerse de determinadas situaciones que les puedan afectar física o emocionalmente. Por eso es tan importante que les dotemos de herramientas para que puedan ir aprendiendo a distinguir cuándo están tristes, cuándo están cansados, cuándo decepcionados…así como para poder evitar, cuando sea posible, que todas esas emociones (consideradas negativas) sucedan, y cómo afrontarlas sanamente cuando no se puedan evitar.

 

El juego de la rosa y la espina

El método de la rosa y la espina puede aplicarse de diversas formas, pero lo más interesante para los niños pequeños es aplicarlo como un juego didáctico consistente en relacionar la rosa con las emociones positivas y las cosas buenas, y la espina con las emociones más desagradables o las situaciones más negativas que nos puedan suceder en el día a día.

La mecánica puede establecerse con una periodicidad más breve o menos, es decir, podemos aplicar el método cada noche o el último día de cada semana, para hacer recuento de las rosas y las espinas que hayamos tenido al término del plazo que nos hayamos puesto.

Esta mecánica, además de ser muy útil para mejorar la comunicación con la familia o con los compañeros de clase, servirá para que los adultos puedan ser partícipes de los problemas de sus hijos y guiarles en los procesos de reconocimiento, reflexión y solución de los mismos.

Cada vez que se ponga en práctica el método, cada participante deberá describir cuáles han sido las rosas y las espinas de su día, y cómo les han hecho sentir, sobre todo cuando de hablar de las espinas se trate. ¿Qué nos ha producido esa espina? ¿Qué nos ha hecho sentir? ¿Dolor? ¿Tristeza? ¿Angustia?

A base de hablar y de utilizar este método, los más pequeños irán sintiendo confianza y se sentirán más cercanos a los sentimientos y a las emociones, aprendiendo a distinguirlas y a enfrentarse a ellas con mayor nivel de inteligencia emocional.

Al final de la semana se pueden preparar jarrones en los que cada cual ponga las flores con todas las espinas que haya contabilizado. Este símbolo servirá para comprender que las espinas forman parte de la vida, y que no le restan ni un ápice de belleza a las flores, si aprenden a convivir con ellas.

Autor: Jesús Falcón

Cofundador del Proyecto educativo Bosque de Fantasías, programador y desarrollador por excelencia, dedicado al mundo educativo y a su evolución.

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