Hijos perfectos, niños tristes: la presión de la exigencia

Un padre demasiado exigente esconde complejos e inseguridades. Pensemos en ello. Si atosigamos al niño intentando que consiga un estándar de perfección imposible y siempre inalcanzable, es porque nosotros no somos felices o no hemos llegado donde queríamos y pretendemos solucionarlo haciendo que nuestros hijos lo consigan. Pero no siempre pensamos que es a costa de su felicidad.

No tiene ningún sentido vivir frustrado y mucho menos hacer que nuestros hijos sean candidatos a la frustración y a la depresión. Relajémonos, la vida es mucho más que unas metas no alcanzadas, es también que a veces todo importe un comino y que la tarde se llene de risas y carreras sin rumbo rodeados de niños felices.

¿Quién no ha visto padres que agotan emocionalmente a sus hijos porque nunca es suficiente? Ni las notas, ni los logros, ni los objetivos. Quieren algo imposible y es que sea el mejor. Y eso, lamento decirles, no existe. Pueden ser muy buenos en algo: escuela, deporte, música, teatro… pero hay altibajos, hay épocas peores y otras mejores. Esto pasa por algo muy sencillo: los niños o adolescentes son personas como nosotros y tienen emociones como cualquiera. Y a veces no quieren lo mismo que no nosotros y es más, deben de elegir su vida según van creciendo. Nunca olvidemos que es su vida, no la nuestra. Son sus decisiones y su felicidad.

Un padre exigente que no tiene en cuenta la parte emocional, sino los números, tendrá un hijo infeliz y nervioso, temeroso y fracasado, porque resulta que haga lo que haga nunca verá al padre orgulloso. No importa como sea su personalidad o su carácter, aprende desde pequeño que sólo importa lo que consiga y, además, mantenga y supere.  La depresión en los adolescentes está muy relacionada con la presión constante de la exigencia. Nadie es perfecto, ni nosotros, ni nadie. No tenemos derecho a amargarles la vida a nuestros hijos. Debemos tener claro que la educación es diálogo, respeto y amor por encima de todo. Y lo hagamos como lo hagamos, si nuestros hijos son felices es que lo estamos haciendo bien.

 

Características de un niño presionado

Estas son las características que tiene un niño presionado por la exigencia:

  1. Son dependientes y pasivos, acostumbrados a que les organicen todo pierden la espontaneidad y viven esperando a que les den el siguiente movimiento. No tienen iniciativa por miedo al fracaso, y su día a día está lleno de miedo e inseguridad. No se relajan.
  2. Ocultan sus emociones, deben estar siempre alerta para no estar por debajo de lo que se espera de ellos, comparándose con los demás en todo momento, y eso deja poco o nada de espacio para ser ellos mismos y expresar su sentir. Sus emociones pasan a un segundo plano. A largo plazo esta represión emocional trae consecuencias muy graves.
  3. Su autoestima es muy baja, pues la imagen que tienen de sí mismos es pobre y sometida a una presión insufrible. Para sus padres nunca serán lo suficientemente buenos hagan lo que hagan y eso conduce a un nulo amor propio.
  4. No manejan bien la frustración, llegando a ser agresivos por el rencor acumulado.
  5. Padecen ansiedad, pues su inseguridad personal les lleva a estresarse por cualquier cambio o situación inesperada.

¿Las reconoces? ¡Evitémoslas!

Autor: Carolina Cuello

Escribo desde siempre, por trabajo y por placer. Creo que la palabra escrita puede cambiar el interior de las personas y es en lo que pienso cuando redacto un nuevo artículo. Más información

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1 Comentario

  1. Gracias por compartir sus conocimientos con todos y mas conmigo ya que aveces quisiera que mi hijo tenga todo bajo control se me es imposible, creo que se me ha pasado la mano exigiendo lo que yo nunca podré ser sin importar sentimientos o gustos de mi propio hijo.
    comennzaré a mejorar a dejarlo que tome decisiones y sea responsable y dejarlo que se ensucie. Gracias otra vez.

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