Marcos tiene tres años. Cada vez que su madre dice que está cansada, él pregunta: “¿Cansada? ¿Por qué estás cansada?”. Y siempre está su vocecita detrás si ella le dice que irán de paseo o que tiene sueño. La madre de Marcos ya no sabe qué contestar ante tantas preguntas de su hijo.
Realmente, cuando un niño pregunta por qué, no siempre está buscando una causa. A los tres años ya saben que las acciones siguen un cierto orden y son muy hábiles en saber cuándo y cómo hacer lo que desean. En la mayoría de los casos, los porqués no tienen una única lectura. A veces, se trata de un juego para ver cómo reacciona el adulto. En otras ocasiones, para poner en práctica sus habilidades lingüísticas o para comprobar si los padres le dicen algo parecido a lo que él piensa.
Así, si un niño pregunta por qué las montañas son tan altas, cualquier explicación que contradiga su idea de que las hizo un gigante tal vez ni la escuche, aunque lo haya preguntado cientos de veces. Claro que no hay que olvidar que, cuando pregunta tanto es porque considera que sus padres lo saben todo, por lo que con cada respuesta consiguen también una mayor dosis de seguridad.
LOS PORQUÉS PARA ALEJAR TEMORES
A veces, los niños hacen preguntas para ahuyentar temores. Si un pequeño pregunta: “¿Por qué muerde el perro? ¿Por qué mueve la cola? ¿Por qué ladra?”. Posiblemente tantos cuestionamientos no tengan que ver con la causa real, sino con el temor al animal. En esta etapa, sus miedos, a menudo giran en torno a lo que ve en la televisión y a lo que imagina con los cuentos.
También hay que tener en cuenta que la apertura al mundo conlleva, a menudo, temores relacionados con aquello que les impacta o los excita, como los sonidos fuertes, la oscuridad, la sirena de los bomberos o el ladrido de un perro. Un abrazo, una muestra de algo que han hecho bien con anterioridad suele calmarlos, pero ello no quita que estén durante horas con el “por qué” en la boca, en relación con el objeto que les da miedo.
Una de las ventajas de este entrenamiento verbal es que su vocabulario va en aumento (pueden utilizar correctamente hasta más de mil palabras) lo que también posibilita que usen los vocablos como nexo de unión entre el mundo que les rodea y sus necesidades.
LOS PORQUÉS COMO JUEGO Y LOS EXIGENTES
A veces, las preguntas, tanto como la repetición de palabras, a partir de los tres años, son más un juego social, una forma de ver hasta dónde despiertan interés en otras personas, hasta dónde son aceptados. Es por ello que no paran de preguntar el porqué de todas las cosas, con lo que pueden mostrarse incluso exigentes a la hora de conseguir respuestas. La exigencia, en este sentido, es más un: “Aquí estoy yo”. Cuando los niños repiten un mismo “por qué” no se trata, sin embargo, de que se hayan complotado contra nadie, sino que, a media que los repiten y escuchan una y otra vez la misma respuesta, van entendiendo alguna información que para ellos es aún muy compleja.
29 abril, 2017
Excelente pagina me gusta mucho edificante educativa, los artículos son muy buenos