En el siglo XXI vamos siendo testigos de nuevas formas de concebir la enseñanza, y no solo a nivel teórico, sino también práctico. En muchos lugares del mundo ya se han puesto en marcha iniciativas que están revolucionando los tradicionales parámetros establecidos con respecto a la forma de enseñar y de aprender, y sin duda, parece que han llegado para quedarse. Un buen ejemplo es el de los arquitectos de la empresa Rosan Bosch, encargados de diseñar alrededor de unas treinta escuelas pertenecientes a la llamada organización Vittra School. En estas aulas se construyen apenas las paredes imprescindibles, puesto que de lo que se trata es de primar el espacio abierto frente al cerrado, el desorden frente a las filas encorsetadas de pupitres, o el aprendizaje colaborativo y creativo frente a la fría pizarra del aula. Los niños se dividen en grupos basados en diferentes tipos de formación: dibujo, lenguaje, laboratorio…, y esto es solo una parte del programa que proporciona atención individual a cada uno de los niños.
Una de estas escuelas situada en Estocolmo, Suecia, cuenta con una superficie de 1.900 metros cuadrados. En su interior se presentan amplias habitaciones con un diseño único. El interior, totalmente abierto, está lleno de color, y en él los niños pueden escalar una montaña, estar en una cueva, o hablar entre ellos subidos a un árbol.
La idea era traer elementos de la naturaleza al interior, donde los niños puedan hacer cosas como dar largos paseos. Este sistema de formación está basado en las tecnologías modernas, por lo que los ordenadores portátiles son también una de las partes fundamentales para que los niños estén conectados con la información.
La importancia del espacio que nos rodea
Este tipo de aprendizaje creativo ya está siendo introducido en lugares como Estados Unidos o Europa. Este sistema moderno de enseñanza, en el cual el diseño cobra un papel fundamental, se basa en la ineficacia de las clases tradicionales basadas en dar grandes lecciones y tomar apuntes. Clases consideradas monótonas y poco efectivas, puesto que en lugar de despertar la curiosidad y el interés de los más pequeños, despiertan más el aburrimiento y el cansancio. Y, ¿por qué cuenta tanto el diseño en este tipo de espacios? Porque este nuevo sistema considera que de todo se puede aprender algo, no solo del profesor, sino del espacio, de los objetos o paisajes que nos rodean…todo puede inspirarnos y enseñarnos cosas productivas para la vida.
Profesores, diseñadores y arquitectos han aunado sus esfuerzos en la construcción de este nuevo tipo de espacios escolares con la idea de que la escuela debe entretener y proporcionar inspiración y ganas de seguir aprendiendo y de hacer cosas nuevas. En este sentido, los expertos opinan que tenemos que aprender mucho de las escuelas y espacios de educación infantil, tradicionalmente denostados por las enseñanzas superiores, ya que en este nivel de enseñanza no se encorseta a los alumnos y se les permite interactuar y desenvolverse en el espacio con naturalidad y normalidad. Es preciso cambiar el foco del protagonismo en el aula del profesor a los alumnos, pues es a ellos a donde debe dirigirse el esfuerzo de la enseñanza y del aprendizaje, ellos son las piezas clave de nuestro futuro.
Desarrollar en estos nuevos espacios el aprendizaje colaborativo también resulta fundamental, ya que para el desarrollo efectivo de los niños en la sociedad del mañana es preciso que aprendan a convivir y a trabajar entre todos.