Cuando los maestros aprenden de sus errores

Se espera que los maestros, al igual que otros profesionales como los médicos, estén libres completamente de errores. En el caso concreto de los maestros, otros profesionales (ya sea en forma de especialistas o de otros profesores) o incluso padres de familia, pueden llegar a juzgar muy severamente que un profesor se equivoque, pero no deberíamos olvidar que el hecho de que esto ocurra es absolutamente normal y humano. Quizá sería bueno por el bien de los estudiantes, en lugar de juzgar, darnos cuenta de que es un error no aceptar las equivocaciones como algo común y no usarlas como parte del proceso de aprendizaje de la vida.

Este concepto debería expandirse y practicarse más en las escuelas, pues normalizar los errores permite crear un ambiente generalizado de confianza y de debate, con relaciones sólidas entre compañeros que favorecen la conversación libre sobre los problemas que se creen, y la posibilidad de solicitar y recibir consejos mientras unos aprenden de los demás y viceversa. Esta forma de actuar permite el intercambio de ideas, y eso siempre es algo enriquecedor y mucho más para un espacio tan importante como es el de la escuela.

 

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Cómo los errores pueden cambiar el mundo

Un efecto secundario muy importante de discutir los errores es el de la posibilidad de que cambie la percepción personal sobre esos errores, lo que no solo beneficia a los maestros, sino también a los estudiantes. Y es que, cuando los maestros aprenden de sus errores, están mucho más cerca de conseguir que los alumnos puedan aprender de los suyos.

Cambiar la percepción sobre los errores de los estudiantes es lo siguiente en lo que cualquier maestro se debería centrar para la mejora del aprendizaje, una vez haya superado ese proceso propio. Pero esto no está ocurriendo, aunque parezca algo sencillo, y en la gran mayoría de las aulas los errores se evalúan como parte de un bajo rendimiento, lo que aleja a los estudiantes de la autoconfianza y de la motivación necesaria para mejorar y superarse cada día a sí mismos.

Por eso esta idea de asociar errores con falta de trabajo o rendimiento es absurda, pues no necesariamente se ajusta a la realidad y, en cualquier caso, nos aleja de ese aprendizaje que proporciona al ser humano el hecho de equivocarse. Los errores pueden deberse a muchas causas, y para comprenderlo mejor tan solo debemos recordar algunos de los errores más significativos que como adultos hayamos cometido a lo largo de nuestra vida. Suele ser habitual que cuanto más grande sea un error más permite a la persona aprender de ello y ganar experiencia de vida. ¿O es que acaso no se suele aprender más de los errores que de los éxitos?

Por eso el mayor problema de los estudiantes no es que cometan errores, sino que los maestros no usen dichos errores para permitir y promover aún más el aprendizaje. No olvidemos que la vergüenza está, lamentablemente, muy relacionada con el hecho de equivocarse o de fallar una prueba, y por ello los estudiantes tienen cada vez más miedo de correr riesgos, de explorar y de pensar por sí mismos.

Es un error pensar que las equivocaciones son algo malo, porque cuando los errores se convierten en oportunidades de aprendizaje todo puede cambiar a mejor. Los estudiantes tomarán más riesgos, pensarán de formas distintas, no buscarán esconderse entre la multitud y podrán enfrentarse a situaciones de las que puede que antes hubieran huido.

 

 

Cosas que podemos hacer para aprender de los errores

En primer lugar, lo más importante es cambiar esa forma de pensar que nos conduce a creer que equivocarse es algo malo y que seamos capaces de crear procesos de evaluación, formales e informales, que acepten los errores como una nueva forma de aprendizaje. En segundo lugar, podemos tomar nota de las siguientes consideraciones:

 

  • Da a los estudiantes la oportunidad de corregir sus errores y de rehacer su trabajo. Esto permitirá que los errores se conviertan en oportunidades de aprendizaje.
  • Mejorar debe convertirse en un factor significativo en el proceso de evaluación. Cuanto más mejore un estudiante mayor será su calificación, y es que nada nos muestra mejor la forma de aprender de los errores que mejorar.
  • Cuando un estudiante cometa un error en clase, no diga cosas como “No, mal, ¿alguien puede ayudarle?” No te limites a llamar a otra persona sin hacer más comentarios. En lugar de eso, que solo lleva a la ridiculización, pregúntale al alumno: “¿Por qué crees eso? ¿Puedes dar un ejemplo?” “Si pudieras hacer una pregunta sobre tu propia respuesta, ¿cuál sería?”
  • Deja de marcar errores en pruebas y documentos sin explicar por qué están mal. Da una explicación suficiente en cada prueba para ayudar a los estudiantes a entender qué salió mal y cómo solucionarlo. Una gran X roja es totalmente insuficiente.

 

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  • Si un estudiante necesita ayuda con una respuesta, permítele elegir a un compañero de clase para que lo ayude. Puedes establecer un nombre para esos ayudantes, como por ejemplo “consultores personales”.
  • En lugar de crear en el aula muros llenos de logros de estudiantes, ten un muro en el que todos los alumnos puedan presumir de sus mayores aciertos y errores, especificando, en este último caso, cuáles son las cosas buenas que han aprendido de ellos.
  • Organiza reuniones quincenales en las que los alumnos compartan el error más grave que crean haber cometido y analizad lo que sucedió después y lo que han aprendido de ello.
  • Asegúrate de contar tú también a la clase alguno de tus propios errores, especialmente si son divertidos, y todo lo que has aprendido de ellos. Es con esa sinceridad y con ese ejemplo con lo que más aprenderán los más jóvenes.

 

Sería bonito ver letreros a la entrada de las clases o de las escuelas en los que pongan cosas como “Todos los que entren aquí aprenderán cosas nuevas y positivas”. Pero no olvidemos como maestros que aprender significa también no tener miedo de examinar los errores y que es importante alentar a los alumnos a pensar de manera que puedan manejarlos y no evitarlos, pues evitarlos no les permitirá avanzar en el aprendizaje.  Aprende tú mismo/a de todo esto para que puedas enseñar también a los niños la forma de aprender de dichos posibles errores, así como la forma de mejorar, de no sentir vergüenza y de sentirse bien con el progreso individual.

 

 

Autor: Almudena Orellana

Cofundadora del Proyecto educativo Bosque de Fantasías, escritora creativa y redactora jefe. Leer más

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