Luis se enfrenta hoy a su primer día de colegio. Tiene casi tres años, pero sólo se quita el chupete de la boca para comer o cuando quiere decir algo. Y la verdad es que no habla demasiado. Las profesoras habían informado a su madre de que en el colegio no podría llevarlo y que intentase su retirada antes del comienzo del curso, pero ninguno de los trucos que ha utilizado le han servido: ha sucumbido a sus gritos, lloros y rabietas. Y la verdad es que éste es el peor momento para intentarlo, pues bastante tiene el niño con afrontar sus primeros días en el cole.
Tal vez, su maestra consiga que, al ver que sus compañeros no lo usan, acceda a quitárselo en clase. Y, muy despacito, en coordinación con los padres, logre que Luis prescinda total y definitivamente de él.
No es frecuente ver a niños de tres o más años llevando chupete por la calle, pero seguro que alguna vez nos hemos sorprendido ante la imagen de un niño ya mayorcito con él en la boca. La verdad es que son casos aislados, detrás de los cuales puede haber muchas causas: padres realmente convencidos de que no es malo, porque tranquiliza y relaja al niño; otros sobreprotectores incapaces de dar un disgusto a su hijo; algunos que se han acostumbrado a darle el chupete cada vez que lloraba o demandaba su atención… En cualquier caso, en algún momento tendremos que tomar la decisión de que nuestro hijo prescinda de él.
CHUPETE ¿SÍ O NO?
Aunque hace unos años comenzó a cuestionarse el uso del chupete, basándose sobre todo en algunas evidencias de tipo médico, lo cierto es que, hoy día, se han matizado y corregido muchas de ellas.
El niño tiene un reflejo de succión innato que le prepara para la nutrición, pero que va más allá: produce una liberación de endorfinas que le producen placer y lo tranquilizan. Por ello, la mayoría de los niños intentará satisfacer esa necesidad de succionar de una forma u otra.
Si no les damos chupete, recurrirán a su dedo, a la manga de su pijama, a su sábana…
¿Debemos ofrecer, por tanto, el chupete a nuestro hijo? Depende. Si no somos partidarios, podemos observar qué formas utiliza para tranquilizarse o calmar su ansiedad cuando, por ejemplo, le duele algo, tiene sueño, o hambre. Si recurre a chuparse el dedo, quizá deberíamos plantearnos que este hábito es más perjudicial para su dentadura y su paladar e, incluso, para su dedo, y que será más difícil eliminarlo, porque el dedo siempre está con él. Pero también se da el caso de niños que no quieren chupete y tampoco se chupan el dedo.
USO RACIONAL DEL CHUPETE
En el caso de optar por usar chupete, debemos seguir unas pautas para evitar que su utilización interfiera en la satisfacción de necesidades importantes del niño y una dependencia excesiva que dificulte más adelante su retirada:
- Si optas por la lactancia materna, no debes ofrecer el chupete al niño hasta que ésta no esté bien instaurada (entre 2 y 4 semanas) porque el tipo de succión que aprende con el chupete no es el que necesita para agarrarse a tu pecho y porque, si satisface parte de sus necesidades de succión con el chupete, recurrirá menos a la lactancia, con la consiguiente disminución de la leche, una menor ganancia de peso, etc.
- No recurras únicamente al chupete para calmar a tu hijo cuando llora o está inquieto. Puedes mecerlo, acariciarlo, cantarle una nana, alimentarlo… El niño puede tener una necesidad real que atender. No utilices el chupete para retrasar la toma de alimento. A veces no es bueno ser tan rígida. ¿Por qué hacerle esperar? El niño debe alimentarse a demanda durante los primeros meses. Él solo irá regulándose.
- Reserva su uso para momentos concretos: cuando se va a dormir, mientras le preparas el biberón si tiene hambre, cuando está intranquilo. Éstas son situaciones en las que el chupete puede calmarlo. El resto del tiempo, te aconsejamos que juegues con él, dale algún objeto que pueda agarrar, tocar, llevárselo a la boca. Ésa es la forma que, durante muchos meses, tiene de explorar el mundo. Muchos niños que abusan del chupete presentan retrasos en el habla.