¿Por qué los bebés gritan?

Ante la imposibilidad de comunicarse con la palabra hablada, los bebés acuden muy a menudo a los gritos para poder expresar sus sentimientos y deseos al mundo que les rodea.

Si es tu caso y tu hijo se encuentra en una etapa en la que se vale de su lenguaje corporal para dar a conocer lo que siente y necesita, recuerda siempre que es algo absolutamente normal. Que los bebés griten con cierta frecuencia forma parte de su desarrollo y de su primario sistema de comunicación, volviéndose más exagerado en momentos en los que necesitan expresar emociones más fuertes, como la rabia, la frustración de no tener lo que se desea o la alegría y la felicidad de estar junto a la familia.

Conforme se va desarrollando el lenguaje, los bebés alternan los gritos con palabras apenas esbozadas o mal pronunciadas, por lo que seguirán sintiendo que el grito es más efectivo para llamar la atención del receptor.

Se trata de un mecanismo muy sencillo consistente en buscar de forma rápida la atención de quien tengan enfrente o de quien deseen para, por ejemplo, satisfacer sus peticiones o deseos o buscar la atención o los mimos de papá o mamá. Cuando consiguen dicha atención, reciben el mensaje de que su sistema de comunicación a base de gritos funciona.

Eso sí, cuando los gritos se vuelvan un episodio constante o asociado siempre al enfado y al mal humor, reflexiona y piensa si el ambiente en casa es el adecuado, pues cabe la posibilidad también de que los bebés muchas veces adquieran este comportamiento de tipo imitativo. Es decir, que debe evitarse por encima de todas las cosas un tipo de educación basado en el autoritarismo y las regañinas, puesto que solo servirán para transmitir el mensaje equivocado en los más pequeños, en una etapa crucial de su desarrollo.

 

¿Debemos atender siempre a los gritos?

No todos los niños son iguales y siempre habrá unos con más genio que otros. Si notas que tu hijo es más ‘intenso’ a la hora de expresar sus emociones que la media, deberás aprender a distinguir cuándo su desesperación es justificada o si realmente se comunica a gritos para llamar la atención y conseguir caprichos. Mientras tanto, procura ayudarle a distinguir las emociones y a hacerle entender que no hace falta gritar para comunicarse con estas sencillas pautas:

  • Sustituir los gritos por las palabras. La idea es que el niño/a aprenda a diferenciar situaciones y, poco a poco, a utilizar las palabras adecuadas para cada una.
  • Tonos sosegados. Cada vez que grite háblale bajito, casi en susurro. Con este gesto el niño se sorprenderá y seguro procurará imitarte.
  • Fuera nervios. Evita que los nervios se apoderen de ti, ya que pueden derivar en gritos innecesarios e inadecuados para el proceso de enseñanza que buscamos.
  • Tiempo de desahogo. Si sabes que no le está pasando nada grave, es oportuno que dejes que se desahogue un rato antes de intentar calmarlo.
  • Comunicación activa. Pon palabras a sus sentimientos y explícale qué le pasa en cada situación, por ejemplo: “Ya sé que te enfadas porque no te dejo bajar solito las escaleras, pero es peligroso”.

Autor: Jesús Falcón

Cofundador del Proyecto educativo Bosque de Fantasías, programador y desarrollador por excelencia, dedicado al mundo educativo y a su evolución.

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