Terrores nocturnos en la infancia. Como atajarlos en 5 pasos

¿QUÉ SON LOS TERRORES NOCTURNOS? 

Lo primero que debemos saber es que no hay que confundir terrores nocturnos con pesadillas. Las fases del sueño son tres: sueño ligero, sueño profundo y fase REM. Las pesadillas se producen en la tercera fase y normalmente se recuerdan los detalles. En cambio, los terrores suceden en el final del sueño profundo casi entrando en la fase REM, que usualmente suele manifestarse como una suave transición, pero en este caso lo que se produce es una súbita sensación de miedo en la cual el niño se incorpora con los ojos abiertos chillando, asustado, sudoroso, con la respiración agitada, el ritmo cardiaco acelerado y una expresión de pánico. Dura unos minutos y seguidamente el niño se duerme como si no hubiera pasado nada.

La reacción es muy espectacular pero realmente no deja recuerdo de ningún tipo.  Al día siguiente el niño no sabrá qué ha pasado. Sin embargo, si se repiten los episodios podrían tener consecuencias en su vida cotidiana, ya que el descanso se ve muy afectado. En este caso es conveniente consultar a un especialista.

Los terrores pueden aparecer entre los 4 y los 12 años de edad, aunque se conocen casos aislados en bebés desde los 18 meses. Generalmente se da en niños que están sufriendo estrés, ansiedad, cansancio, que no duermen en su casa, que están enfermos, con fiebre o que han cambiado de medicamento.

En caso de que ocurra un episodio hay que mantener la calma, no despertar al menor, alejar de él objetos y cuidar de que no se lastime con ellos o con la pared. Transmitirle paz y esperar que pase. En unos instantes dormirá de nuevo plácidamente. No debemos preocuparnos de más, porque no tendrán ninguna consecuencia física o emocional en su vida y por el contrario, el niño puede percibir nuestra preocupación excesiva y ponerse más nervioso.

Para prevenir y evitar los terrores nocturnos podemos seguir estos 5 pasos:

 

Mantener una rutina antes de dormir

Un baño caliente, leer un cuento, irse a la cama a la misma hora a diario (y se entiende que temprano para asegurar las horas necesarias de descanso)… Todo esto hace que el niño se sienta seguro dentro de la cotidianidad y se relaje más rápido logrando un sueño reparador.

Cenar ligero

Evitar atiborrar de comida al niño justo antes de acostarse. Suprimir excitantes como refrescos y azúcares. También alimentos ricos en grasas o pesados. Una cena liviana le ayudará a descansar mejor.

Procurar que comunique sus preocupaciones

Conversar con él para que nos cuente sus dudas y experiencias diarias. Así evitaremos que se duerma preocupado. Escucharle, charlar de sus cosas y quitarle importancia a los problemas reduce el estrés considerablemente.

No cansarse en exceso

Un niño tiene que tener actividad, por supuesto, pero no agotarse hasta tarde es importante para dormir bien. Mejor realizar un pasatiempo relajante como leer, hablar o jugar a algo tranquilo. Nada de videojuegos o televisión a última hora de la tarde.

Planificar el día siguiente

A medida que vaya creciendo le podemos inculcar el buen hábito de anotar lo que tiene que hacer al día siguiente, para que no se agobie pensando que va a olvidar algo o que no va a llegar a algún sitio. Organización es calma y calma es sueño tranquilo.

¡Buenas y dulces noches!

qué son los terrores nocturnos

Autor: Carolina Cuello

Escribo desde siempre, por trabajo y por placer. Creo que la palabra escrita puede cambiar el interior de las personas y es en lo que pienso cuando redacto un nuevo artículo. Más información

Comparte este artículo en

Envía un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *