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Padres tóxicos. Te contamos cómo son y por qué hacen daño

El término de “padres tóxicos” (referido a padre o madre de manera indistinta) alude a esas personas que, debido a las características de su personalidad y vivencias pasadas, dañan la vida de los demás, y en este caso también la de sus hijos, a los que educan de manera poco o nada aconsejable.

Es probable que todos hayamos conocido alguna vez a alguien así; alguien que nos haya hecho sentir mal sin razón y a veces de forma sutil o sibilina. De hecho, esto es lo más peligroso, pues en este caso las cosas parece que se hacen sin ninguna mala intención aparentemente, y claro, aún puede llegar a ser más confusa la sensación de quien lo sufre. Porque cuando alguien te daña de frente te defiendes, pero cuando ese alguien es tu madre o tu padre y se supone que te quiere por encima de todas las cosas pero te hace sentir mal… ¿qué sucede entonces?

 

 

Lo que sucede normalmente es que todo continúa pasando igual, puesto que un niño pequeño no suele ser consciente de una situación tóxica, anómala, o en el peor de los casos de maltrato. Cuando crecemos, sin embargo, comenzamos a sentirlo todo de forma consciente, por lo que lo más habitual es que quien haya sufrido a un padre o a una madre tóxica durante mucho tiempo, finalmente en la edad adulta termine poniendo tierra de por medio para estar lo más lejos posible de esa persona que nos anula. Un día, de repente, nos damos cuenta de que podemos vivir sin ella y que somos adultos para irnos donde queramos. Aunque si la personalidad del progenitor es lo suficientemente dominante como para mantener anulado “a su polluelo”, podría también darse el caso contrario, el de no ser capaces de abandonar jamás el nido por haber perdido toda la autoestima en los primeros años de la vida o por un gran sentimiento de culpa fruto de una educación autoritaria o manipulada.

Evidentemente, nadie deseará tener que reflejarse en una familia así o bajo el paraguas de un padre tóxico, pero la realidad es que muchas personas lo terminarán haciendo. La buena noticia es que ser conscientes de ello es la antesala de la reflexión madura, de la rectificación, de la resolución de problemas o del cambio de destino, es decir, que ser adultos y conscientes nos da las riendas de nuestra vida para atajar los problemas y hacer frente al fin a ellos, lejos de la inseguridad de la infancia. Del mismo modo, si somos testigos como abuelos de cómo un hijo se convierte en un padre tóxico con los nietos, o de cómo un amigo o cualquier otro familiar tiene actitudes de este tipo, podemos procurar recurrir al diálogo para aliviar la situación, haciendo que los adultos se den cuenta del error y consiguiendo que los más pequeños puedan sentirse también más seguros y felices. No olvidemos que no se trata tanto de meterse en las vidas “ajenas”, como de evitar las heridas de muchos niños y sus traumas del futuro.

 

 Señales de que podrías tener unos padres tóxicos

Aunque desgraciadamente no hay ninguna alarma que salte de manera literal cuando nos encontramos ante una madre o un padre tóxicos, lo que sin duda podría evitar muchos traumas y sobresaltos, lo cierto es que sí que hay ciertas señales que pueden ayudarnos a identificar si tenemos un padre tóxico o una situación nada saludable para un ambiente familiar y para el desarrollo de unos hijos (aunque no tienen por qué darse todas a la vez), y a continuación te señalamos algunas de ellas:

 

Tipos de madres y padres tóxicos: conoce a los principales

 

Sí, porque es posible competir con tus hijos aunque nos parezca una aberración. Hay madres que ven en sus hijas rivales y hay padres que ridiculizan a sus hijos para sobresalir. Si has tenido hijos sin ser muy consciente de lo que estabas haciendo, es posible que descargues tu frustración en ellos y que te niegues a darles cariño y comprensión, a la vez que les culpas de todo lo malo que te pasa.

 

“Nadie te va a querer como yo” es la frase que puede resumir este punto que esconde una autoestima inexistente en el padre o la madre, que pretende llenar su propia vida siendo el eje principal de la vida del hijo. Nadie te amará, cocinará, cuidará, vestirá como yo. Nadie te conoce igual ni te entiende ni sabe lo que necesitas. Y si no hay una persona cerca que neutralice esto, ese niño o niña crecerá aislado de la gente porque, según su progenitor, el resto del mundo en su totalidad no le querrá bien.

 

El niño debe poco a poco ir haciendo su vida y descubriendo el mundo, pero esto los padres tóxicos no lo entienden. Los quieren muy cerca y para ello impiden cualquier atisbo de independencia haciéndoles sentir culpables simplemente por querer convivir con otras personas. En la adolescencia esta situación se agrava cuando aparecen amigos, novios, actividades en grupo fuera de casa…

 

Hay veces que no es el control excesivo lo que hace mal, sino la falta absoluta de él. Por desgana o desinterés, se acaba dejando que el niño haga y decida su vida sin estar capacitado del todo para ello, lo que da como resultado niños con poca o ninguna tolerancia a la frustración, caprichosos y egoístas.

 

No brindan afecto ni valoran el que reciben de sus hijos. Probablemente así crecieron y repiten este triste comportamiento con sus pequeños. Éstos crecen sin recibir amor y acaban por no darlo tampoco, ya que son rechazados. Cualquier muestra de atención que tengan hacia sus padres puede ser recibida con un “es lo que debes hacer, es tu obligación”. Este vacío emocional es muy perjudicial para el niño pues en la etapa adulta desembocará en dificultades para relacionarse y en una sensación de culpa en los momentos en que se sienta feliz, ya que lo han criado haciéndole creer que no tiene derecho a serlo.

 

 

Perpetúan los roles de género hasta el extremo, educando niñas sumisas, delicadas, femeninas e híper responsables, así como varones que no deben mostrar sus sentimientos y sí ser agresivos y despreocupados. Lo malo no es ser así por tu propia naturaleza, lo nefasto es que tu sexo defina tu forma de ser desde que naces limitando tu vida y tus deseos. Estamos en el 2022, por favor, dejemos que cada niño sea persona ante todo y desarrolle su personalidad de forma natural.

 

Cambian la realidad a su antojo, se inventan lo que ha pasado. Estos padres son realmente dañinos pues “venden” a sus hijos una realidad que no existe más que en su cabeza. La que a ellos les viene mejor. Y claro, son tus padres y eres pequeño: ¿a quién vas a creer?

 

Su afán por llamar la atención no tiene límite: llegan incluso a “enfermarse” si se les lleva la contraria. Para conseguir que los niños hagan lo que ellos quieren aún cuando no sea sano, usan el chantaje emocional de forma deliberada, siendo peligrosísimo, pues la culpa que les hacen sentir anula el carácter y la voluntad del niño, convirtiéndole en una marioneta sin decisión.

 

Existen muchos más tipos de padres tóxicos, por desgracia, y ojalá entendiéramos todos que es una responsabilidad muy grande tener hijos y educarlos bien. Que nuestra influencia es brutal en su desarrollo como personas y que, si no podemos con ello o nos desborda, debemos pedir ayuda familiar o profesional.

 

*NOTA: Aunque este artículo es solo de tipo informativo y no pretende otra cosa, desde el Bosque de Fantasías queremos dar las gracias a todos los que os habéis puesto en contacto con nosotros poniendo el alma en cada uno de vuestros comentarios para “denunciar” y alzar la voz sobre esta situación de vivir con un padre o una madre tóxica. Cada uno de vuestros testimonios nos sacude y nos confirma que no solo es algo real, sino que debemos seguir trabajando para hacerlo visible y para no sentir miedo, consiguiendo que un futuro cada vez menos niños tengan que pasar por una situación así. Desgraciadamente, no podemos publicar cada una de vuestras denuncias, pues algunas contienen temas demasiado delicados y sensibles (somos un portal destinado a todos los públicos), y a los autores de las mismas les recomendaremos siempre, y más allá de la información, la ayuda psicológica y profesional. Os queremos.