Cómo mejorar la autoestima del niño disléxico

Al pensar en la dislexia, nos centramos en la resolución de los problemas académicos, pero si no somos capaces de solucionar los problemas emocionales, nunca conseguiremos unos buenos resultados académicos estables.

Recordemos que las dificultades escolásticas quedan relegadas a un segundo plano cuando los padres constatan que los hijos se ven menos felices.

Si su hijo tiene un problema grave de baja autoestima o autoconcepto, inseguridad etc, por causa de su síndrome, y nos centramos exclusivamente en la mejora académica, en vez de ambas a la vez, los avances serán muy difíciles y poco consistentes, normalmente.

 

Círculo vicioso difícil de romper

  • El niño no alcanza las metas que sí realizan sus iguales, por tanto se siente menos capaz y valorado.
  • A continuación, intenta esforzarse de más para llegar al mismo nivel, pero consigue pocos avances.
  • Ante su escaso rendimiento a pesar de sus esfuerzos, se crea una sensación de impotencia que degenera en frustración.
  • Debido a tal frustración, se crea recelo y rechazo ante el estudio, y la situación empeora poco a poco que se alarga en el tiempo.
  • El niño pierde el interés en el superar las dificultades de la dislexia.

He aquí el mayor impedimento, tanto en niños como en adultos: un rechazo (deseo fuerte, razonado y continuado) ante el complejo proceso de mejora, es una garantía para el fracaso, independientemente de lo adecuado de las técnicas reeducativas y el esfuerzo de adultos.

En la escuela, usualmente son los llamados niños “deprimidos” o “invisibles”, ya que en el aula muchas veces intentan pasar lo más desapercibidos posible, ocultando en lo posible sus dificultades.

Por tanto, es imperativo tener en cuenta ambas partes (académica y emocional) en el Plan Psicopedagógico Individualizado, para ayudar al niño y obtener todo el potencial que hay en él.

Llegados a este punto, ¿qué hacer?, te damos unos cuantos consejos:

educación expandida niños

Consejos útiles para aplicar

  • Evitar actividades contraproducentes: No leer en voz alta en clase ni participar en grupos de trabajo (que normalmente es muy positivo) de forma equivocada: cuando deben hacer uso de la lectoescritura para generar el trabajo, es mejor que sean parte útil mediante sus capacidades creativas).
  • Cambiar la unidad de medida del éxito: ya que el niño no puede, en igualdad de condiciones, llegar a una determinada nota o afrontar una carga lectiva como sus iguales, es necesario ponerle objetivos que pueda cumplir y de los que se sienta satisfecho y, especialmente, capaz.
  • Obtener responsabilidades: siempre adaptadas a su edad, le permiten desarrollar seguridad interior, aumentando su autoestima.
  • Encontrar los puntos fuertes del niño y modos de utilizarlos activamente en actividades de cierta dificultad, que obtengan reconocimiento de sus padres e iguales.
  • Explicar a profesores y alumnos que la dislexia no es una falta de inteligencia.

 

¿Cómo se materializa en concreto cada una de estas estrategias?

Depende de las características del niño, edad, dificultades, entorno, tratamiento… pero siempre es necesario empezar con pequeños pasos.

Es conveniente recordar que es necesario recordar que las presentes estrategias tiene una efectividad que varía según las características de cada persona, y deben ser integradas coherentemente con el Plan de Intervención individual en dislexia.

Autor: Jesús Falcón

Cofundador del Proyecto educativo Bosque de Fantasías, programador y desarrollador por excelencia, dedicado al mundo educativo y a su evolución.

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