Con solo tres años de edad, aproximadamente, un niño ya se siente alguien con autonomía para relacionarse por sus propios medios. Es en ese momento cuando comienza a disfrutar de verdad del juego con otros niños, porque lo normal es que antes de esa edad los niños disfruten más del juego en solitario o en familia. Cuando comienza a crecer esta necesidad de relacionarse en su interior, es importante que los padres permanezcan a su lado para apoyar dicho juego y dicha sociabilidad en todo momento.
Cosas que podemos hacer para fomentar su sociabilidad
- Ayuda a tu hijo a que se relacione con los demás, nunca lo frenes.
- Dile a tu hijo que puede compartir sus juguetes si lo cree conveniente, y así también podrá jugar con los de los demás. Establece turnos si es necesario.
- Háblale a tu hijo de sus amigos y preocúpate por sus respuestas e impresiones. De esta manera le estarás ayudando a conocerlos mejor y, sobre todo, a disfrutar aún más de su compañía y de sus juegos.
La importancia de una mirada
Sabemos que es bastante complicado darse la vuelta todo el rato para ver qué es lo que te desea decir tu hijo o qué está haciendo en el momento del juego, sin embargo, como padres, debemos tener claro que cuanta más atención se ponga más queridos se sentirán los niños, siendo conscientes de que son importantes para aquellos que les rodean. Del mismo modo, sentirán que sus padres se interesan por lo que dicen y/o hacen, lo que reforzará su autoestima y sus ganas de relacionarse con los demás.
Con una simple mirada estarás ayudando a que tus hijos se sientan satisfechos y felices, y a que aprendan a jugar por sí mismos con sus padres algo más en la distancia, signo inequívoco de madurez. Para conseguirlo ayúdate de gestos sencillos como los siguientes:
- Enseña a tu hijo la importancia que tiene una mirada. Si le miras directamente a los ojos, él también lo hará con los demás.
- Mantén siempre una buena comunicación. Si tu hijo te habla, mírale para escucharle y atenderle.
- Cuando hables con tu hijo, preocúpate de hacerlo a su altura y/o agáchate si fuera necesario.
El aprendizaje en base a experiencias
Cuando un niño es testigo de ciertas cosas que él también es capaz de hacer, como ver a otros niños que pueden ponerse solos los zapatos o que avisan cuando quieren ir al baño, se siente contento y satisfecho, y lo hace porque se da cuenta de que él ya tiene también esa habilidad. Del mismo modo, un niño puede captar el significado de las palabras porque ha tenido previamente experiencias relativas a las mismas.
Las experiencias en un niño se acumulan haciendo y viendo cosas, visitando diferentes lugares, conociendo a nuevas personas…, haciendo cosas, en definitiva, que contribuyan a su aprendizaje. Cuanto más vea, oiga y haga un niño, más conocerá y aprenderá y, por lo tanto, más contento se pondrá por sus logros.