Si hay algo que preocupe a un padre o a una madre con respecto a sus hijos, es el hecho de que aprendan y se desarrollen con normalidad y con éxito en la vida, algo que no suele concordar con lo que preocupa por encima de todas las cosas a un niño, que no es otra cosa que el juego. Sin embargo, ambas formas de ver y de entender la vida y la infancia están más relacionadas de lo que a priori pudiéramos pensar, y es que el juego es uno de los principales sistemas y canales de aprendizaje educativo que un niño pueda experimentar.
El juego permite que los niños puedan expresarse y comunicarse con su entorno desde su más tierna infancia, proporcionando situaciones de simulación y comprensión del entorno que les rodea, permitiendo el establecimiento de relaciones con los otros gracias al juego en grupo, adquiriendo habilidades sin duda útiles para el futuro, potenciando su capacidad de crear y de imaginar, y haciendo que todo ello ocurra con altas dosis de magia y de diversión, lo cual otros estilos de aprendizaje y de enseñanza más tradicionales no contemplan. Porque no hay ninguna duda con respecto a si los niños desean aprender o no, solo que es vital que dicho aprendizaje pueda establecerse a través de mecanismos que motiven, proporcionen placer a los sentidos y no pongan demasiadas barreras o limiten la libertad creativa.
En este sentido, cuanto más complejo sea un juguete menos posibilidades tendrá el niño de que lo use dando rienda suelta a su imaginación o de conseguir potenciar sus habilidades tan necesarias para la vida. Por eso los juguetes, al igual que las materias de aprendizaje o que las responsabilidades o las tareas, deben estar creados y pensados para cada etapa de forma bien reflexionada o no tanto a modas determinadas y a menudo pasajeras. Un niño necesita ver que la sociedad los contempla y los tiene en cuenta, porque eso hará que crezcan y que se desarrollen con confianza y con seguridad en sí mismos.
La importancia de ser libres para aprender
María Montessori, educadora y pedagoga de referencia del siglo XIX, afirmaba que la libertad y la autonomía eran esenciales para que un niño o una niña pudiesen descubrir y fomentar sus destrezas, sus habilidades y su talento natural. Dicha autonomía permite que los niños crean en sí mismos y sean conscientes de que pueden lograr lo que se propongan, sin demasiadas directrices ni sobreprotecciones. Una pedagogía que han asumido muchas escuelas y espacios de ocio y recreación infantil, como es el caso de Imaginarium, y que evidencia muy bien su famosa mini puerta hecha específicamente para el uso y disfrute de los más pequeños, invitándoles a la diversión y a la experimentación de forma directa y adaptada a su diminuta y a la vez gigantesca realidad. Invitar a los niños a descubrir sus habilidades de forma lúdica y hacerlo a través de un espacio adaptado, hace que padres e hijos puedan encontrar ese consenso necesario entre educarse y pasarlo bien, que no es otro que aprender jugando.
Que el juego pueda servir de vehículo para la educación y el aprendizaje, debe ser además una realidad al alcance de todas las personas, pues todos los niños formarán parte del futuro y del mañana gozando por ello del mismo derecho a aprender de forma relajada, divertida y absolutamente única. Y para que esto sea posible, Imaginarium cuenta también con interesantes descuentos que permiten a las familias buscar los recursos y los juegos más adecuados para sus hijos a precios súper competitivos, con el fin de que el precio nunca sea un obstáculo para aprender felices y crecer jugando.