Todos los padres quieren que sus hijos obtengan buenas calificaciones en la escuela, pero, ¿es importante convertirse en un buen estudiante? A priori podríamos pensar que lo verdaderamente importante es tener salud, calidad de vida y felicidad, pero no es menos cierto que una adecuada formación académica puede influir también en esos mismos aspectos.
Y es que los estudios sirven para una gran cantidad de acciones y de situaciones diarias, más y menos complejas, como hacer cálculos matemáticos para manejar hipotecas e impuestos, comprender la economía y las fuerzas financieras y políticas que afectan a la vida personal, saber datos y conocer los mundos naturales y científicos, observar y aprender sobre el legado humano en el arte y en la literatura…son cosas que se aprenden estudiando, que son sencillas, y que dan sentido a la vida. Esto quiere decir que estudiar ayuda notablemente a tener la posibilidad de vivir vidas más ricas y felices, pues la formación permite una mejor toma de decisiones y crea un importante sentido de la responsabilidad.
¿Significa eso que un niño que no va a la universidad no puede llevar una vida satisfactoria? Por supuesto que no, pero además de las posibles ventajas que pueda tener de cara al futuro, no hay duda de que ayudar a nuestros niños a desarrollar su intelecto lo mejor que puedan es un gran regalo que les será útil toda la vida y les hará crecer como personas.
Pero el éxito escolar no se da porque sí, ni es posible solo por el hecho de estudiar y trabajar duro, sino que es necesario el cariño y el amor hacia la idea de aprender cosas nuevas y culturizarse, responsabilidad que depende en gran medida de los padres.
Claves para conseguir que los niños tengan motivación
- La exploración intelectual comienza con la exploración física
Un niño/a al que se le dice “NO” mientras explora su mundo aprende a no cuestionar. Un niño pequeño que se ve constantemente regañado por escalar más alto no se convertirá en un explorador, ni física ni mentalmente. Cuanto más digamos “no” a un niño, más se llenará de limitaciones su mundo interior y más bajo será su coeficiente intelectual.
- Juguetes siempre apropiados para cada edad
Piensa en juguetes que se puedan usar creativamente de muchas maneras, en lugar de juegos predeterminados. Los clásicos siguen siendo los mejores: bloques, pinturas, arcilla, títeres, muñecas, peluches, vehículos…Debemos ser capaces de fomentar el juego libre, que ejerce la mente y la imaginación, permitiendo a los peques establecer nuevos caminos neuronales.
- La importancia de fomentar la experimentación
Los niños son científicos naturales y aprenden haciendo y descubriendo. Ellos experimentan solo para ver qué pasa y no saben, como sabemos nosotros, que el huevo se romperá si lo tiran al suelo. Sin embargo, siempre es importante poder probar (aunque sea una cosa tan sencilla) por uno mismo. Por eso, sé paciente y tolera una cierta cantidad de desorden, ya que solo trastocando las cosas los niños pequeños pueden comprender el mundo que les rodea (por supuesto, siempre con seguridad).
- Desarrollo emocional y entusiasmo por el aprendizaje
El desarrollo emocional y el entusiasmo por el aprendizaje es más importantes que el académico para los niños pequeños, y es que al final, la capacidad de los niños para desempeñarse bien en la escuela dependerá menos de cuándo memoricen el abecedario y más de su desarrollo emocional, como por ejemplo su capacidad para manejar la frustración y enfrentar nuevos desafíos. El trabajo principal de los niños en el preescolar debe ser desarrollar una vida emocional saludable y mucha curiosidad sobre el mundo.
- Inspirar preguntas en lugar de sobrecargar con hechos
Es cierto que cada interacción con un niño es un momento en el que se puede enseñar, pero piensa siempre dos veces lo que estás enseñando. Por ejemplo, en un paseo por la naturaleza aprovecha para señalar sus maravillas y todas las cosas bonitas que tiene, pero no caigas en etiquetar a todos los seres vivos o en reducir todo el paseo a una lección de ciencias. Descubrir el mundo debe ser algo alegre y provechoso, que merezca la pena repetir. En el mejor de los casos los hechos son a veces algo secundario, y en el peor de los casos son una completa distracción de esa auténtica magia de la vida. No olvides que es precisamente esa magia la que permitirá que un niño quiera aprender más cosas.
- Ayudar a llevar a cabo las tareas, no hacerlas por ellos
El trabajo de los padres es proporcionar estructura, no respuestas. Tú no eres el maestro de tus hijos, así que no evalúes el trabajo ni corrijas. Tu verdadero objetivo debe ser ayudar a tus peques a internalizar buenos hábitos de estudio. “¿Cómo debería ir aprendiendo las palabras de ortografía? ¿Cómo debería escribir un borrador y revisarlo?…” Ayuda a los niños a descubrir las respuestas a sus problemas, y cuanto más interés muestres mejor.
- Fomentar la lectura
Leer a tus hijos es lo más importante que puedes hacer para aumentar su coeficiente intelectual. Esto significa leerles incluso una vez que puedan hacerlo por sí mismos, porque así leerás historias más interesantes de las que ellos puedan llegar a descifrar.
- Aprender a buscar y descubrir cosas
Los niños desarrollan curiosidad sobre el mundo, y hacerlo crea adultos capaces de seguir sintiendo curiosidad por las cosas y de seguir teniendo ganas de aprender. Es más importante para los niños saber cómo encontrar y evaluar respuestas, que saber muchos hechos. Si estás enseñando a tus hijos a buscar cosas, acude a la biblioteca o apúntales a clases de informática e instala buscadores en el ordenador con control parental. Además de la seguridad básica en la web, los niños deben saber que algunos sitios no son fuentes confiables de datos, por lo que es importante que aprendan también a evaluar la calidad de una fuente.