Técnicas para estudiar en verano
¿Estudiar en verano es recomendable? ¿Se olvida lo aprendido si no se mantiene el hábito de estudio en vacaciones? ¿Se debe estudiar aún habiendo sacado buenas notas?
Las respuestas dependerán de cada niño y sus circunstancias, pero lo que sí es seguro es que el verano es un momento perfecto para cambiar el chip y comenzar a ver el aprendizaje como algo divertido, relajado, útil, sorprendente e imprescindible. Merece la pena marcar unas pautas de estudio según los intereses y carencias de cada niño y para ello es importante tener los siguientes aspectos en cuenta:
- Planificación
Primero, es fundamental un momento de pausa al terminar el colegio. Resetear y tener la mente en blanco para que el niño pueda sentarse con nosotros y opinar activamente sobre sus necesidades. Es importante fijar unos objetivos entre los cuales debería estar también “reír a carcajadas todos los días”, además de repasar geografía, de entender los aspectos de la física que se atragantan, de resolver problemas de mates, de aprender a resumir un texto o, simplemente, de leer un poco más. Si la materia que se va a estudiar se complica, en este caso lo ideal sería contar con un profesor particular.
- Horario
Una vez tengamos claro el propósito, buscaremos el mejor momento para hacerlo. El calor nos lo pone fácil: por las mañanas después de desayunar estaremos frescos y activos para las tareas que requieren más concentración, como son los ejercicios programados. De este modo tendremos el resto del día para, por ejemplo, leer algo entretenido, divertido o curioso. ¡Un libro acertado en vacaciones puede despertar un espíritu lector para toda la vida!
- Lugar
Nuestra recomendación es en un lugar común de la casa, como el salón, el comedor o la cocina, apoyado por nosotros, los padres, que estaremos cerca para resolver dudas o comentar un tema si fuera necesario. Ser partícipes de esta actividad de la manera que sea, hace que el niño no se sienta solo y, además, fomenta la confianza de compartir el proceso y los pequeños detalles que seguro darán pie a conversaciones y anécdotas divertidas.
- Actitud
Imprescindible olvidarnos del agobio y de la presión. Hay que ver el verano como la oportunidad de aprender de forma distinta y de transmitirle al niño el ánimo y la ilusión necesaria para que ponga empeño en cumplir los objetivos propuestos. Intercala dinámicas divertidas como, por ejemplo, escribir un cuento o relato dependiendo de la edad con diez palabras elegidas al azar, o ver una película que le haga pensar y comentarla en familia. Recuerda que no todo el aprendizaje son libros de texto.
- Tiempo libre
El niño debe sentir que está de vacaciones. Relajarse, jugar, dormir a pierna suelta, disfrutar de nosotros y nosotros de él serán aspectos a cumplir fundamentales. Podemos aprovechar también estos meses para fortalecer el aprendizaje colaborativo, la convivencia o desarrollar habilidades cotidianas que requieran de responsabilidad y de espíritu creativo, como pueda ser cocinar, ordenar y decorar una habitación o el jardín de la casa, planificar la semana…
En definitiva, ya sea por refuerzo, por recuperación, por la búsqueda de la motivación escolar, o por mantener el hábito de estudio, si le ponemos cariño y ganas haremos del verano un tiempo enriquecedor y productivo, emocional e intelectualmente, para nuestros hijos. Y de paso para nosotros… ¿por qué no?