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Gestión de conflictos en el aula: 5 propuestas de intervención

Los conflictos en el aula son un tema muy serio que hay que tratar con prudencia y efectividad para resolver y poder restaurar la convivencia en la clase cuanto antes. Básicamente, se dividen en cuatro tipos: maltrato físico, verbal, mixto o exclusión social y, para resolverlos, lo ideal sería actuar conjuntamente desde los distintos ámbitos, como son: el escolar, el familiar y los medios de comunicación.

Remover desde los cimientos y abogar por una educación en valores, un ambiente sano de convivencia y, sobre todo, la mejora de las relaciones interpersonales, tan necesarias ante la invasión inevitable de la tecnología en nuestras vidas. Desde luego cada caso es único, dependiendo del centro escolar, del grado, de las características personales del grupo, etc…, pero podemos definir unas líneas de actuación común que ayudarán a evitar que surjan conflictos o que vayan a más.

En cualquier caso, el profesor debe de estudiar cómo adaptarlas al caso particular con el que se enfrenta. Sólo él conoce realmente a sus alumnos y está capacitado para crear un material de ayuda basado en estos principios que pueda resolver el conflicto y haga reflexionar al grupo sobre su actuación hasta solucionar el problema.

 
 

5 propuestas interesantes de intervención

 

Los alumnos deben hablar y comunicarse, todos sin excepción deben dar su punto de vista y compartirlo para debatir desde la normalidad y el respeto. Los conflictos son parte de la vida y esta debe ser una enseñanza para gestionarlos con madurez y encontrar el mejor camino para acabar con ellos. El profesor debe allanar el camino para que esto suceda desarrollando una comunicación fluida y libre en el aula.

 

Conseguir que el grupo tome decisiones democráticas y se autogobierne es fundamental para prevenir la conflictividad. Unos alumnos concienciados y responsables estarán más preparados para encarar las diferencias que surjan.

 

Todo pasa por aquí. Los alumnos deben reconocer el respeto, la dignidad del ser humano, empatizar con sus semejantes a pesar de las diferencias, ayudar al que lo necesita entendiendo que es mutuo el beneficio y ser conscientes de que ahora es el aula, pero su participación como ciudadano responsable se extrapolará a la ciudad y al mundo, lugar que el maestro debe considerar como un objetivo a mejorar desde las nuevas generaciones que él mismo está formando. 

 

Se debe intentar potenciar la colaboración del grupo evitando el individualismo y la competitividad. Conseguir que el bienestar propio esté relacionado con el grupal para que el niño pueda ver la interrelación y la dependencia que caracterizan la convivencia diaria.

 

Para ello hay que acercarles a las emociones de los demás, que puedan entenderlas y respetarlas. Así podrán manejar las suyas propias. Gestionar sus impulsos y canalizarlos. Tomar conciencia de sus sentimientos y emociones para poderlas controlar y trabajar adecuadamente sin que afecten al grupo de forma negativa.

Si se consiguen poner en marcha estos principios en el aula tendremos mucho ganado, los maestros y, sobre todo, los alumnos. Y si aparecen los conflictos, que por otra parte son inevitables, los podremos resolver convenientemente y a la vez evolucionar todos mientras lo hacemos.