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El proceso de la memoria, de la infancia a la edad adulta

La memoria consiste en almacenar información y recuperarla de nuevo. Cuando la información que ofrece el medio a una persona termina, dicha información no desaparece, sino que gracias a la memoria la persona puede mantenerla durante distintos periodos de tiempo.

La memoria contiene cuatro procesos destacados:

 

El desarrollo de nuestra memoria paso a paso

A medida que la persona va desarrollándose, va adquiriendo también un mayor conocimiento de sí misma y de su entorno. La memoria también se perfecciona y se hace más eficaz con la edad hasta llegar a la vejez, etapa en la que la memoria no es que se deteriore sino que cambia, por decirlo así.

Existe memoria desde los primeros meses de vida, y ésta permite al niño o niña hacer grandes progresos en sus aprendizajes. Esta memoria inicial consiste simplemente en reconocer para poder identificar a algo o a alguien que se ha visto, oído o sentido con anterioridad. Es una memoria, por lo tanto, muy ligada a la percepción que surge de manera espontánea y que también está muy ligada a lo afectivo.

Posteriormente, el niño/a puede usar la memoria para recordar, pero este ejercicio de la memoria ya no será algo espontáneo, sino que requerirá de ejercitación.

La memoria a corto plazo tiene la función de almacenar la información temporalmente, es una especie de administrador general que elige lo que se debe retener por un tiempo corto y lo que debe pasar a ser memoria a largo plazo. Esta memoria a largo plazo nos permitirá recordar grandes cantidades de información durante minutos o incluso años. De esta forma, la memoria a corto plazo va mejorando cuantitativamente con la edad.

La memoria a largo plazo mejora cualitativamente con el tiempo, se va haciendo cada vez más flexible y compleja. Así se llega a recordar no solo el hecho o el dato, sino también el contexto y el significado de lo que se recuerda, lo cual facilita la memorización.

Con la edad la memoria se hace más voluntaria, más intencional, más ordenada y comprensible, y además también pueden aumentar las estrategias a utilizar. Éstas van a ser cada vez más eficaces porque se van a adaptar cada vez mejor a la tarea.

Alrededor de los doce años somos capaces de ser conscientes de la propia memoria, con lo cual se adquiere ya una memoria muy similar a la que poseen los adultos. Ya en la vejez, la memoria a corto plazo se atrofia, pero se suele desarrollar una gran capacidad para recordar acontecimientos sucedidos en el pasado lejano.