Y una de las formas más sencillas de soñar con otros mundos posibles es la lectura, ese pasaporte a todas y a ninguna parte a la vez, que nos permite dejar de ser quienes somos por un momento y vivir la vida de cualquier otro acompañándole en su viaje personal. Una de las lecturas más recomendables para dejar volar a su aire a nuestra imaginación, es la de Alicia en el País de las Maravillas, escrita por el británico Lewis Carroll. Historia controvertida donde las haya, que gusta por igual a grandes y a pequeños y nos ofrece múltiples lecturas de la misma haciendo aún mucho más interesante, de este modo, el viaje.
Son muchas las enseñanzas que Alicia en el País de las Maravillas nos deja a través de situaciones que rozan el absurdo y lo delirante, a través de un lenguaje que invita a la confusión y al misterio. Advertencias, incluso, como la que se intuye en torno a la presión y al estrés con el que los adultos llegan a someter a los niños más pequeños casi sin darse cuenta, como vemos a través de Alicia y el Conejo Blanco; la esclavitud de la rutina de nuestra vida diaria en contraposición a la libertad de la cual disfruta plenamente Alicia a través de su fantástico viaje; nuestras dudas existenciales, nuestra inseguridad en nosotros mismos o la intolerancia que nos rodea, son algunos de los aspectos que nos presenta esta historia, dignos de ser tenidos en cuenta a la hora de transmitírsela a los miembros de la nueva infancia.
Un clásico, en definitiva, que nos invita a hacer uso de la lógica y de nuestra imaginación; que nos invita a ir más allá…y que deposita en nuestras manos una maravillosa colección de frases inolvidables para el recuerdo.