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Cómo enseñar a los más pequeños a compartir

Compartir es un acto social imprescindible para poder tener relaciones sanas con los otros. No es fácil de aprender y mucho menos de enseñar, principalmente si somos adultos algo egoístas. Pero es importante entender que los niños no están preparados para compartir sino hasta que llegan a los 4 años. Antes de esa edad el niño recibe mucha atención y entiende que es el centro del mundo. Debemos saber que este sentimiento no está mal que se sienta, o que incluso puede ser necesario para transmitir amor y seguridad. Recordemos que la atención exclusiva es bastante importante durante este período para los niños más pequeñitos, debido sobre todo a que el núcleo de su mundo es la familia.

Sin embargo, a partir de los 4 años, el niño/a comenzará a darse cuenta de que no es único en el mundo y en su escuela estará con un grupo de niños que tendrán poco a poco el mismo sentimiento que él. Será frustrante enterarse de eso, pero el valor de compartir les ayudará a no sentirse ni más ni menos que sus otros amigos.

 

Actividades para enseñar a los niños a compartir

 

Una historia que funciona con niños

Ahora te voy a contar una historia que recientemente me funcionó con mi hija y que tiene que ver con el acto de compartir:

Dentro de los materiales que necesitaba para hacer sus actividades en la escuela había hojas, goma blanca y tijeras. Este material debía guardarse en la escuela para ser utilizado todos los días. Un día, mi hija se quedó sin hojas blancas para trabajar y tuvo la suerte de que otro amigo le prestara las hojas que necesitaba. Ella llegó muy contenta ese día y me lo contó.

Inmediatamente le resalté que su amigo había sido muy generoso, compré nuevas hojas para ella y para su amigo y dije:

Una semana después vi dentro de su bolso una goma blanca y le pregunté:

Su respuesta fue que le había molestado mucho que todos los niños hubieran gastado su goma blanca y utilizasen la de ella. Entonces, le pregunté…

No tuvo que darme respuesta, pues su rostro lo decía todo, sin embargo me contestó:

Lo importante de este momento es que de una vez ella supo qué hacer, sin yo decirle nada, y al día siguiente regresó a su escuela para compartir su goma blanca, no solo porque los otros niños la necesitaban, sino porque ahora ella tenía la oportunidad de hacer feliz a los demás.

Y es que compartir es un acto de amor que te permite hacer feliz a otros y a ti mismo. ¿No es un valor magnífico para enseñar a nuestros niños?